Los puertorriqueños no se callan. Es la final del tiro, en la especialidad pistola de aire a 10 metros, y aunque la prueba exige una ceremoniosa tranquilidad, ellos ni se interesan por mantenerla. Curiosamente, alientan a un chileno, Manuel Sánchez, por lejos el más veterano de todos los finalistas.

"Es nuestro amigo, siempre nos encontramos en las competencias y ya somos muy íntimos", dice una de ellas. Manuel, de 61 años, es el bicampeón sudamericano en la especialidad, a la que apenas llegó hace dos años, proveniente de la pistola libre. "Me cambié porque la pistola libre ya no es olímpica", confiesa.

Sánchez es todo un personaje. Pese a ser el mayor de todo el Team Chile en Lima, su look ya es toda una declaración de principios. De barriga amplia, pelo largo y barba cana, no parece el mejor tirador sudamericano en su especialidad. Él ni se complica por ello; disfruta de su estatus. "Soy el más longevo, no el más veterano", bromea. Llegó a la final con su larga cabellera trenzada, aros de pistola en las orejas y una amplia sonrisa. "Me la hicieron mis hijas. Ellas quisieron hacérmelas y yo me entrego, no más. Fue especialmente para este día y parece que me vienen bien, porque clasifiqué a la final y quedé quinto".

Aunque entró desde abajo, durante la final siempre estuvo metido entre los tres mejores. Apenas una desconcentración, que lo hizo puntear un 8.8 a cinco tiros de acabar, lo terminó sacando. "Esto es así, es mental. Pero no estoy desmotivado, para nada. Dios quiera que el Comité Olímpico pida una wild card para poder ir a los Juegos Olímpicos". "Es un gran amigo y difícil competidor", asegura el cubano Jorge Grau, campeón del evento.

Dinero escaso

Y es que el sueño de Sánchez está puesto en la cita de los cinco anillos. Por eso decidió cambiarse a la pistola de aire. No fue sencillo. "Tuve que vender muchas cosas, hasta que al final conseguí reunir dinero para comprarme una buena pistola", reconoce.

Hoy, competirá en la categoría mixta junto a Jocelyn Núñez, donde irá por el sueño.