En el primer consejo de presidentes que se realizó en la ANFP tras la suspensión de todas las actividades por el Covid-19, marzo de 2020, Victoriano Cerda, presidente de Huachipato, propuso dar por cerrada la temporada, finiquitar los planteles y aplicarle a Turner la cláusula que exige pagar debido a razones de fuerza mayor. Cláusula que ya había sido utilizada meses antes tras la suspensión del campeonato 2019 por el estallido social.

Sebastián Moreno, contra las cuerdas en su puesto de presidente luego de que sus aliados, entre ellos ese oleoso Victoriano, le fueran socavando toda su mesa directiva, tuvo fuerzas postreras para evitar tamaño despropósito y con la ayuda de los grandes evitó que la genial idea de Cerda echara a pique la temporada 2020.

Fueron trece meses durísimos los que aguantó el fútbol profesional chileno. No sólo por el desbarajuste que significó estar cuatro meses sin jugar debido a la pandemia, sino porque desde enero, cuando empezó el campeonato, las benditas barras bravas, sectores minoritarios pero muy violentos, hicieron todo lo posible por sabotear la actividad, ante la candorosa complacencia de unos cuantos. El festival de puñaladas en Plaza Baquedano el 18 de octubre pasado bajó a la tierra a varios iluminados.

El fútbol chileno, con todos sus problemas, fue capaz de elaborar uno de los protocolos más sólidos y consistentes, en la parte técnica, para que se pudiera volver a jugar y a finales de temporada en índice de contagios es uno de los más bajos a nivel mundial. Con problemas, errores en el camino, avivadas nunca esclarecidas como la de Unión La Calera y sus suplantaciones, pero al final se pudo sacar adelante la actividad.

Este campeonato, el más difícil de la historia, demostró que nuestros equipos tienen planteles cortísimos, que los juveniles competitivos son cosa de tres o cuatro equipos con suerte y que el envejecimiento de los jugadores es un problema que se profundiza año a año. La apuesta de poner sobre la cancha hombres con prestigio y carrera, pero que ya no marcan diferencia, por sobre jugadores físicamente aptos les salió caro a muchos equipos, siendo el caso más evidente Colo Colo. La temporada 2020 fue la última y dolorosa estación de varios históricos del fútbol chileno. Sus carreras y éxitos no son cuestionados, pero todo tiene un final.

Apenas logrado el título, José Pedro Fuenzalida contó que el cansancio era más mental que físico. Y eso se extiende a todos los jugadores que debieron someterse a más de 60 exámenes PCR cada uno para poder jugar. Fue una temporada dura, extenuante, implacable y nada brillante en la cancha. Pero valió la pena cada segundo jugado. Se hizo, a pesar de las amenazas en las gradas y de las malas ideas en el consejo de presidentes de la ANFP. A descansar, se lo merecen muchachos.