Mide 1,70 metros y pesa 78 kilos, dimensiones que podrían parecer escasas para los clichés que manejan quienes desconocen el rugby. Marcelo Torrealba, sin embargo, cumple con el perfil de aquellos medioscrums que cautivan a los fanáticos: vivaz, inteligente, con pase a ambos perfiles, habilidad para dejar una colgada o meter un salteo al wing. Como el francés Dupont o el sudafricano De Klerk.
Además, de eso, patada precisa y sangre fría. Por todas esas razones, Torrealba es parte de los seleccionados nacionales, tanto siete como quince, una doble militancia que pocos exhiben con igual grado de eficacia. Este sábado, en San Carlos de Apoquindo, asoma como uno de los titulares ante los Maori All Blacks, en el partido más duro que han enfrentado los Cóndores XV desde la visita de Fiyi en 2003, con Serevi y Caucanibuka entre otros.
Marcelo, sin embargo, nunca se ha achicado, como bien lo demostró en enero pasado, cuando en Montevideo metió el drop que significó la victoria sobre Uruguay en el Seven de Punta del Este. En aquella ocasión, al jugador de Old Boys y estudiante de Ingeniería Comercial no le temblaron las piernas para anotar esa patada, pese a que los celestes le gritaban "chileno cagón" al momento de impactar la ovalada.
Luego, en la Copa del Mundo de San Francisco, volvió a mostrar sus capacidades, con un Chile que lució un alto nivel y que se quedó, al menos, con el Bowl.
Parte de la personalidad y de las habilidades técnicas como jugador, Torrealba la adquirió cuando partió, con 16 años, a pasar una temporada en Nueva Zelanda. En la tierra de los maoríes, sin duda, algo aprendió.