Luis Suárez le revuelve un poco más al panorama a Marcelo Bielsa. “Muchos jugadores hicieron una reunión para pedirle al entrenador que por lo menos nos dijera buen día, ni saludaba. Bielsa hace una conferencia y habla cosas maravillosas de la gente. En Nueva York, hubo un día que nos pidió que no paráramos a saludar a la gente. Yo me paré y le dije que a la gente la íbamos a saludar de todas maneras”, se queja el Pistolero respecto de la tensa relación entre el equipo charrúa y el rosarino. Curiosamente, en la cancha todo marcha a pedir de boca: Uruguay está tercero en la tabla de las Eliminatorias, con 15 puntos, tres menos que el líder, Argentina. Su clasificación al Mundial es altamente probable.
“Yo tuve una charla con Bielsa de cinco minutos hablando como referente y al terminar solo me respondió ‘muchas gracias’. En el Complejo Celeste a los empleados no los dejan pasar y saludar y comer con nosotros. Se tienen que cuidar hasta por la puerta donde tienen que entrar. Me parte el alma que en el complejo se viva así hoy día”, amplió el delantero, compañero de Lionel Messi en el Inter Miami. La descripción grafica al estratega como un jefe insoportable.
La defensa
En Chile, el recuerdo es diametralmente distinto. De hecho, se acerca a la incondicionalidad. Quien asume la defensa pública, por ejemplo, sorprende. No por lo que diga, sino porque pocas veces habla. Es Matías Fernández, uno de los jugadores emblemáticos del período en que el Loco dirigió a la Roja. “Para mí, es el gran constructor de la Generación Dorada. Nos cambió el chip. Nos hizo mejores jugadores. Él nos mostraba nuestras deficiencias para corregirlas y nos indicaba lo que teníamos que potencias. Tiene ojo clínico”, valora el calerano en una entrevista a LUN.
En las palabras del mejor jugador de América en 2006 ni siquiera hay un atisbo de reproche. Ni siquiera para el episodio más público y notorio que protagonizaron. “Lo de ‘siempre pasa algo’ no fue un reto. De hecho, ni siquiera me dijo nada después. Fue en un partido con Bolivia que me sangró la oreja, y como estábamos con 10 jugadores, lanzó esa frase. Pero no era algo de lo cual yo tenga culpa”, sentencia.
Pablo Contreras certifica la versión de Fernández respecto de la experiencia de trabajar con el entrenador. “En el caso, personal, traumática no fue. No vi mayores diferencias en el trato con la gente. Habría que recopilar cada experiencia. Había un respeto tremendo. Conmigo y con el plantel. No podría hablar mal. También puedo decir que muchos compañeros que lo tuvieron en Argentina o en otros lugares que nunca hablaron mal de él, aunque no jugaran. Solo tenían elogios para él”, resalta el exdefensor, mundialista en Sudáfrica 2010.
“Marcelo es una persona que en el trabajo te exigía estar a full. Yo era el mayor en ese tiempo. Me marcó mucho su personalidad a la hora de dejar de manifiesto sus ideas”, agrega el exjugador del Monaco. También mantiene fresca una situación especial, en la antesala del histórico triunfo sobre Argentina, en 2008. “Me quedó marcado el día en que me dijo que tenía que jugar contra Argentina y que me hizo no dormir la siesta antes del partido. Después del entrenamiento, teníamos un horario pactado. Me fueron a buscar tipo 14.30 horas, para indicarme ciertas jugadas durante dos horas. Me quitó el nerviosismo de jugar ese partido. Las cosas ocurrieron como todo el mundo sabe”, explica.
Contreras descarta de plano que Bielsa recurra a malas formas para manifestar disconformidad. Sí ocupaba una forma que podía doler más. “Insultos no ocupaba. Era un poquito irónico a la hora de hacerse un comentario o crítica. Nunca vi una voz más allá de la autoridad, más alzada. Te manifestaba lo del peso, como le pasó con Gary. O una vez que nos planteamos lo de bajar las cargas, pero nadie se atrevió a decírselo. Y nadie le iba a admitir cansancio tampoco. Ahí aparecía Bonini, que era con quien nos relacionábamos más. O Berizzo. Pero nunca hubo autoritarismo ni prepotencia”, añade el exjugador de Colo Colo.
Gonzalo Jara se suma. “No puedo decir que son reales o no”, dijo en Mega, dándole un margen de admisibilidad a la versión. Sin embargo, luego, es categórico: “No conozco un par de jugadores que hayan salido a hablar mal de Bielsa”. “Es coincidencia que son jugadores que no les tocó jugar con él. Entonces, es muy relativo”, insistió. Como Contreras, resumió su experiencia en los mejores términos. “Yo, personalmente, tengo los mejores recuerdos de él como entrenador, persona y de todo su cuerpo técnico”, estableció.
Ironía a flor de piel
Claudio Olmedo, quien lideraba las comunicaciones de la Roja en esa época, revela una situación particular que refleja esa característica. “Pedía mucha disciplina y exigencia. Te podías equivocar, claro, pero tenía una forma especial de decirte las cosas, que de repente era más duro que insultarte”, introduce el periodista. “Un solo ejemplo: llevaba un mes y me llamó a Pinto Durán. Me mostró una hoja donde por un lado había una foto de Batistuta y todos los datos de su carrera. Al reverso, seguía y había una foto de cuerpo entero. Y me pasó un listado de 45 jugadores chilenos y me preguntó si mi equipo y yo podíamos hacer el listado y que nosotros nos pusiéramos la fecha para entregarlo. Le dije: miércoles, a las 9 de la mañana. No llegamos. Era mucha pega. Dos o tres personas y yo también trabajamos y no llegamos al miércoles a las 9 de la mañana. Pensé en si lo llamaba. Ponle que llegué el jueves a la 15 horas. Me mira y me dice ‘usted no cumplió, la fecha que usted se puso. No me entregue los argumentos de su fracaso’. Se dio vuelta y se fue. Eso es peor a que te garabateen”, detalla.
Tiempo después, la historia tuvo su corolario. “Pasó un tiempo y me dijo: ‘Sabe Claudio, le quiero ofrecer disculpas. Yo lo traté muy mal…'. Yo le dije ‘no, no’. Y me exigió aceptarle las disculpas”, sostiene Olmedo. Bielsa le tenía guardado un reconocimiento a él y sus colaboradores en forma de frase: “El trabajo que su equipo hizo era de nivel mundial”. El comunicador dice que la experiencia le sirvió demasiado. “Cuando Marcelo se fue, me fui a despedir de él y le di las gracias. ‘Gracias a usted, hoy soy mejor persona’, le dije. Me hizo mejor persona y profesional”, recuerda.
Exigencia y timidez
Harold Mayne-Nicholls fue el presidente de la ANFP que gestionó el arribo de Bielsa. Sabía de sobra las características de su estilo de gestión y certificó su cumplimiento pleno y, sobre todo, los efectos que produjo. “Marcelo dejó una huella gigante en la gente con la que trabajó en Juan Pinto Durán. Me consta que el nivel de exigencia era alto, pero fue mayor aún el nivel de agradecimiento por el buen trato y la permanente buena disposición de Marcelo y su equipo con todos los que trabajaban en el complejo de la Selección”, destaca.
Esa alta exigencia que era capaz de transmitirles a todos los que le rodeaban se contraponía con una personalidad distinta. “Marcelo es tímido y evita la conversación directa, pero cuando tiene que decir algo lo ha estudiado y lo dice convencido. A quien sea. Es reconocido por tener buenas relaciones con la gente con la que trabajaba. Llevó a gente que le atendía a Sudáfrica, como su verdulero. Como no sale a defender su legado, a decir qué es verdad o mentira, los que les gusta hablar son los quedan en la retina”, dice Jorge Contador, integrante de la mesa de Mayne-Nicholls en la época.
El actual timonel de Coquimbo Unido acredita un profesionalismo extremo. “Pregúntenles a los jugadores. La gran mayoría tiene una gran impresión suya. Y yo también. Muchas veces, injustamente, lo cuestionan. Nunca fui testigo de alguna pataleta. Al contrario, era tímido, pero muy cariñoso. No podría avalar lo que dijeron en Uruguay. Todo lo contrario. El trato con los jugadores era súper profesional. Hace las cosas como cree que son. Nada más que eso. No creo que haya cambiado. Tal vez su nominación pudo haber dejado heridos en Uruguay, pero no veo que pueda cambiar tanto”, concluye.