El mundo se detiene por diez segundos. En rigor, por nueve. La atención del planeta se centra en la prueba reina del atletismo, probablemente, la más esperada de los Juegos Olímpicos. Los 100 metros planos son una verdadera atracción. Ahí se construyen estrellas y se define al hombre más veloz de todo el orbe.
En París 2024 se definió al nuevo rey de la velocidad. Noah Lyles se coronó en el Stade de France y obtuvo una medalla de oro tan épica como histórica. El estadounidense superó al jamaicano Kishane Thompson por cinco milésimas (0,005). Fue un tiempo de 9,784 contra 9,789.
Un pestañeo dura cerca de 300 milisegundos (0,300), para comprender lo ajustado de la definición. Esa es la diferencia entre ser o no el mejor. Fue un verdadero fallo fotográfico que le entregó la gloria eterna y el cielo deportivo al oriundo de Gainesville.
De hecho, antecedidos de las semifinales más rápidas desde que se tiene registro, fue la final más apretada de la historia. Por primera vez, los ocho atletas finalistas bajaron de la famosa marca de los 10 segundos teniendo viento legal. Solo 0.12 segundos separaron a Lyles del jamaicano Oblique Seville, que finalizó octavo.
Antes, en la serie clasificatoria, el norteamericano dio muestra de su confianza. “Hoy básicamente minimicé la importancia de mis competidores pero mañana será diferente (en las semifinales y la final). La última vez que estuve en los Juegos Olímpicos no sentí mucha alegría. Esta vez, tengo mucha alegría, mucha emoción. Es un público maravilloso y estoy listo para actuar ante ellos”, señaló tras ser segundo en su heat.
Odiado por las estrellas de la NBA
Lyles, nacido el 18 de julio de 1997, en Gainesville, se consolidó como el hombre más rápido del mundo. Logró revalidar el título de campeón del mundo que obtuvo en Budapest el año pasado. “Siempre lo supe”, aseguró en esa instancia.
El atleta se ha caracterizado por su carisma. Ante las cámaras siempre se muestra plenamente seguro de sí mismo. Su actitud le ha sumado miles de fanáticos, pero también le ha traído detractores
Después de coronarse en Hungría vino una de sus polémicas más grandes. En la conferencia de prensa posterior, Lyles criticó la noción de la NBA (y una serie de ligas estadounidenses como la NFL, por ejemplo) de catalogar a sus equipos vencedores como campeones mundiales.
“Lo que más me duele es que tengo que ver las finales de la NBA y que piensen en ‘campeón mundial’”, dijo. “¿Campeón mundial de qué? ¿Estados Unidos? No me malinterpretes. Amo a Estados Unidos, a veces, pero es el mundo”, continuó.
“Aquí sí somos el mundo. Están casi todos los países peleando entre todos, luchando por ganar, usando sus banderas para mostrar que están siendo representados. En la NBA no hay banderas. Debemos hacer más. Debemos representar al mundo”, sentenció el velocista.
La frase “World champions of what?” se replicó rápidamente. Dio la vuelta al mundo y generó respuestas de todos lados. Sus declaraciones molestaron e incomodaron, sobre todo a una parte de las estrellas del básquetbol de su país. Kevin Durant, Devin Booker, Damian Lillard y Aaron Gordon fueron algunos de los que lo cuestionaron.
Durant, por ejemplo, señaló: “Que alguien ayude a este hermano”. Lillard, en tanto, escribió: “TF” (abreviatura de “The Fuck” o, en español, “qué mierda”).
Contra los fantasmas
Lyles puede instaurar su hegemonía en París 2024. Aún debe competir en los 200 metros planos y en la posta 4x100 con Estados Unidos. Las miradas del mundo nuevamente estarán puestas sobre él, pero pocos pueden imaginar las barreras que ha logrado superar para estar donde está.
Luego del oro en los 100 metros, el velocista expuso una serie de problemáticas que lo han afectado y lanzó un mensaje motivador: “Tengo asma, alergias, dislexia, TDA, ansiedad y depresión. Pero te diré que lo que tienes no define lo que puedes llegar a ser. ¡¿Por qué no tú!?”, señaló.
Todo se remonta a unos años antes. Reconoció haber sufrido acoso cuando solo era un pequeño estudiante. Su juventud estuvo marcada por los problemas. A los seis años sufrió una grave amigdalitis que lo llevó a estar hospitalizado por un largo tiempo. El regreso le costó y era incapaz de mantener el ritmo de las clases, lo que provocó el bullying de sus compañeros. “La pista era el único lugar en el que todo iba bien, en el que no había problemas, en el que podía estar tranquilo”, apuntaba.
Su adultez tampoco ha estado exenta de problemas. En 2019, se proclamó como campeón del mundo en los 200 metros, prueba que es su especialidad. “He empezado a tomar medicamentos antidepresivos y ha sido una de mis mejores decisiones en mucho tiempo. Desde entonces, he sido capaz de pensar sin matices oscuros en mente, sin aceptar que nada importa. Gracias a Dios existe la terapia psicológica”, aseguró en X (en ese momento Twitter) después de ganar en Doha.
Su activismo por la igualdad racial en Estados Unidos tuvo un rol preponderante. La atención mediática generalizada tras la primavera de 2020, la expectación producto de ser el máximo favorito en Tokio 2020, la pandemia y la muerte de George Floyd fueron claves en su caída. “Mi salud empeoró en abril. Nunca había vivido algo tan duro. Fue la tormenta perfecta: el coronavirus, el aplazamiento de los Juegos y el movimiento Black Lives Matter, que fue el único clavo en mi ataúd”, indicó hace unos meses.
Sin embargo, hoy, ha logrado dejar sus fantasmas atrás. “Ahora disfruto, aunque la presión cada vez es más grande. Cuando empecé en el atletismo me divertía muchísimo y eso es lo que intento recordar cada día. No hay presión. Sólo diversión”, aseguró recientemente.
Se divirtió en París y logró su ansiado sueño. También mostró otra faceta de él. Al ganar los 100 metros festejó gesticulando un Kamehameha, técnica de poder realizada por Goku en el anime de Dragon Ball.
En el último tiempo, Lyles se ha encargado de disfrutar, tanto en los Juegos Olímpicos como en otras competencias. Se ha vuelto viral en reiteradas ocasiones por presentarse o celebrar haciendo referencia a diferentes caricaturas japonesas. Yu-Gi-Oh!, Naruto, Hunter X Hunter y Shingeki no Kyojin se suman a la lista junto al anime escrito por el fallecido Akira Toriyama.
Ahora, espera agrandando su estatus en el atletismo internacional y en la historia del deporte. Tiene un par de oportunidades más para estirar su legado.