Eduardo Raffetto es un pionero en el mundo del tenis para personas ciegas. Por más de una década ha ido formando esta disciplina en el continente, logrando crear asociaciones, organizar congresos y capacitar a cientos de profesionales. Esos objetivos hoy lo tienen en Santiago, liderando una clínica, organizada por Bettersport, para acercar esta modalidad a la sociedad chilena.
Un sueño que comenzó hace 11 años, cuando en el mundo solo existían tres países en donde se practicaba este deporte de forma oficial. De hecho, ese impulso por explorar esta modalidad comenzó por el azar. “Una vez iba saliendo de mi centro de desarrollo en Caballito y había una señora mirando un cartel que tengo en donde sale ‘se hacen clases de tenis’. Ella me dice que tienen dos nenas que les encantaría jugar, pero las niñas, que tenían nueve años, andaban con bastón. Eso me rompió la cabeza, porque la mitad de mi cerebro me decía que no porque lo primero que hacemos al jugar es mirar la pelota, pero la otra parte me decía vamos a darle una oportunidad. Ganó el sí y así nació la historia de este deporte en Argentina”, comenta desde Cañuelas el entrenador transandino.
Aquella decisión lo llevó a descubrir una disciplina que no tenía registros en el continente y que a la larga le terminó cambiando su forma de ver la vida. “No había información en español y lo único que encontré fue la página oficial de la Federación Japonesa, la cual estaba todo en japonés. A través de correos me fui contactando con ellos hasta conseguir el visto bueno para implementar su manual de trabajo en Argentina. Eso se acompañó con profesores de educación física que trabajaban con discapacidad visual y me enseñaban orientación y movilidad y con el apoyo de una escritora que me ayudó a entender cómo se sienten ellos. Recién a los 11 meses pude decir que esto iba a ser bueno, fue un trabajo muy largo”, recuerda.
Y aprovecha el impulso para hablar de las características de este deporte: “Empezamos a trabajar desde los cinco años, porque toda escuela de tenis convencional de chiquitos empieza a esa edad con juegos con llevada de pelota, hacia adelante, con la raqueta, sin la raqueta. Por supuesto hay que diferencias como la pelota, que es diferente a una convencional. La cancha es distinta en medidas, las líneas perimetrales de la cancha tienen una soga de 3 milímetros de espesor que va adherida al piso para que ellos sientan la parte en donde su pueden ubicar, la red es un poco más chica, tiene 90 centímetros. La cancha es 6x10 de ancho y 12x80 de largo”, comenta.
Raffetto creó la Asociación Argentina de Tenis Para Ciegos e impulsó el desarrollo de la disciplina en el continente y fue clave para dar vida a los primeros Congresos Mundiales, quienes por su parte lograron fundar la Asociación Internacional de Tenis Para Ciegos. Actualmente se han disputado tres Torneos Mundiales de la especialidad, siendo el de 2019 el primero que tuvo un equipo sudamericano.
En ese proceso de continua expansión aparece Chile. El estratega argentino se encuentra en el país para llevar a cabo dos clínicas de tenis para personas ciegas, las cuales se originan como una iniciativa de Bettersport, quienes buscan darle sostenibilidad al deporte a través de la inclusión.
En las actividades que realizará el lunes 7 de noviembre en el colegio Santa Lucia Fundación Luz y el martes 8 en la Municipalidad de Vitacura, buscará enseñar a personas ciegas y capacitar a entrenadores, intentando dar un paso potente para que esta disciplina se quede en el país.
Incluso dentro de los objetivos están que este deporte pueda ser reconocido por organizaciones internacionales. “La ITF está dando vueltas, les está interesando el tema. Paralelamente a eso está la ilusión de ser un deporte Paralímpico, pero para eso tienen que haber competencias en los cinco continentes, cada país tiene que tener una asociación, las asociaciones tiene que tener torneos nacionales, representantes. Por eso aún perfilamos esto a las bases. Si no hay escuelas, no hay alumnos. Si no hay alumnos, no hay jugadores”, reflexiona Raffetto.
Finalmente reflexiona en torno a las dificultades que tienen las personas ciegas en sus vidas, haciendo énfasis en la responsabilidad que tiene el resto de la sociedad en aquello: “Un alumno una vez me dijo ‘nosotros estamos preparados para estar en la sociedad de ustedes, pero ustedes no están preparados para aceptarnos a nosotros en su sociedad” Fue clarísimo”, concluye.