Josep María Minguella, ex agente:
“Siempre estuvo rodeado de mucha gente, amigos y familiares”
“Lo llevé a Barcelona, en 1982. Lo vi jugar en Argentinos Juniors cuando tenía 16 años. Yo andaba detrás de otro jugador (Jorge López), pero cuando vi a Diego me enamoré. Lo llevé junto a Cyterspiler. En Barcelona no pudo triunfar por mala suerte. Había muchas expectativas con él, pero tuvo una Hepatitis B que le afectó en el rendimiento. Lo tuvo parado como cuatro meses. Ya en el segundo año en el club se lesionó de gravedad. Ahí vino Napoli y ofreció mucho dinero. Diego vivía siempre rodeado de mucha gente. De su familia y de amigos que iban rotando. A los años apareció Guillermo Coppola. La última vez que lo vi fue para el Mundial de Brasil 2014. Ya estaba poco fino, tenía achaques. Tenía carácter y eso lo levantaba. Cualquier persona que hubiese vivido lo que él vivió, se va antes. Estoy seguro”.
Víctor Ayala, volante de gimnasia
“Tuvimos al mejor y lo sabemos; nos quedamos con eso”
“Es imposible hablar ahora. Las palabras no salen. Tengo un nudo en la garganta. Recién llego a mi casa de despedirlo. No sé cómo o qué decirte, me es imposible decir más cosas. No sé si podrás entender, pero a nosotros no nos salen las palabras ahora. Tuvimos al mejor y lo sabemos. Nos quedamos con eso. Nos quedamos con que nos quiso mucho”.
Juan Destefano, presidente de Racing en 1991
“Me decía que estaba enloqueciendo; no podía salir a ningún lado”
“Soy un viejo dirigente Peronista. Siempre he estado al lado del pueblo, igual que Diego. Lo llevé a dirigir a Racing en 1991 cuando cumplía su castigo por doping. Me dijo que una vez que le levantaran el castigo, jugaría por nuestro club. Duró un año en el cargo porque perdí las elecciones y la nueva directiva no lo quiso. Eso fue uno de los errores más grandes del club. Diego como técnico era espectacular. ¿Qué le puedes enseñar a un tipo así? A veces quizás el mensaje no era bien transmitido, pero tenía todo el conocimiento. Maradona me decía que estaba enloqueciendodo porque la gente siempre lo tocaba, le pedía autógrafos. Me decía que no podía salir a comer con la familia, tampoco a pasear, a ningún lado. ¿Sus problemas en la vida privada? ¿Quién soy yo o tú para juzgarlo? Fue el mejor”.
Néstor Clausen, campeón del mundo 1986
“Salió por el techo de la Mitsubishi y empezó a bailar”
“Fuimos rivales cuando él estaba en Boca y yo en Independiente. Cuando me convocan a la selección, en el 83, comienzo a compartir vestuario con él. Una experiencia importante. Yo era un pibe y la presencia de Maradona te motivaba. No llegamos a ser amigos, pero siempre fue un tipo divertido. Lo tuve como DT en Racing. Estábamos de pretemporada en Santa Teresita y alguien nos invitó al campo a comer asado. Al terminar, los jugadores volvíamos en un micro y Diego en una Mitsubishi, de esas con ventanilla en el techo. De repente, la Mitsubishi se para, se escucha música muy fuerte y sale Diego por el techo, bailando. Luego, salta a la calle y llama a todos los jugadores para que bajen a bailar con él. Todos se bajaron. Yo me quedé mirando arriba del micro. Bailar no era lo mío, pero fue un sábado divertido”.
Fernando Niembro, periodista
“Debió morir para que lo reconocieran como el más grande”
“Bastó que se muriera Diego para que se recordara quién era realmente. Nos dimos cuenta de que todas las convulsiones de su vida nacieron porque había sido un extraordinario jugador. No es lo mismo ser un jugador extraordinario que un entrenador ordinario, como lo era él. Entonces, esto, su muerte, llenó de recuerdos las cabezas de todo el mundo en todo el mundo. Y ahí recordaron sus piruetas, sus goles, sus campeonatos, el amor, el acto heroico en la manera de jugar, la valentía. Las cosas pusieron a la vida de Maradona en orden. Debió morirse para que todo el mundo reconociera que fue el más grande de todos. Y no lo dice Fernando Niembro. Lo dicen las más de 150 tapas que le brindaron. Diego fue un número uno. Quedará en el alma de los pueblos”.
Alejandro Ferrer, vicepresidente de gimnasia
“Todos los días llegaba con regalos; era muy humilde”
“Cuando contratamos a Diego le agradecí haber aceptado dirigirnos. Él me dijo que él me daba las gracias por darle trabajo. Con el pasar del tiempo conocí al Diego, no a Maradona. Se rompió ese hielo de la persona que es de otro planeta. Era un tipo que pisaba la cancha y le cambiaba el rostro. Eso lo hacía feliz y uno lo notaba en su cara.Yo creo que la cuarentena y la imposibilidad de ir a la cancha lo fue apagando. Eso le afectó mucho. Se vino abajo sin poder pisar el pasto.
Todos los días llegaba al entrenamiento con regalos: camisetas que usó para los jugadores, pantalones, de todo. Nunca negó una foto. Era muy bondadoso, muy humilde. Nunca exigió nada como técnico.
Me enteré de su muerte por WhatsApp. Duele, duele mucho. Pero lo recordaremos para siempre”.
Cristian Muñoz, compañero en Boca
“Me nombró en una conferencia, me hizo sentir importante”
“Haber compartido equipo, camarín con Maradona es la experiencia más importante que me ha tocado en mi carrera deportiva. Fui un privilegiado por disfrutar el día a día, ver en cada entrenamiento a una superestrella. Fue algo maravilloso, que me queda en el corazón. Es para contárselos a mis hijos. Siempre estaba atento a todos los detalles. Existía esa admiración nuestra, de los jóvenes, ese respeto ante una superestrella.
Me quedan muchos lindos momentos. Y una anécdota: cuando me tocó debutar, contra Newells, fuimos juntos a la conferencia de prensa. Yo era un desconocido. Diego, con su gran generosidad, me nombró en una parte de la conferencia, haciéndome importante en ese momento, lo cual me quedó muy presente. Y me dio un beso de felicitaciones”.
Leo Rodríguez, compañero de selección
“Lo que él ha hecho será difícil de repetir”
“Estoy inmerso en una profunda tristeza. No esperaba la muerte de Diego. Pero él nunca se irá, siempre estará acá con nostros. Tuve la suerte de tenerlo como compañero, de jugar un Mundial con él (Estados Unidos, 1994). Cuando dio positivo en el Mundial fui quien lo reemplazó. Veníamos de ganar dos Copa América. Cuando jugamos juntos, él era enganche, yo izquierda, adelante Batistuta y Caniggia. Era un persona generosa, de gran corazón, apasionado de la vida. Lamentablemente no pudo tener una vida tranquila. Su vida fue siempre estuvo llena de conflictos, que hizo que su vida fuera tumultuosa. Pero en lo que concierne el fútbol estamos hablando del máximo. Lo que ha hecho él será difícil de repetir. No puedo decir más; estoy shockeado”.
Carlos Chandía, árbitro
“Era bastante respetuoso, tuvimos líos con su ayudante”
“Lo dirigí en el Ecuador frente a Argentina, en Quito. Bastante interesante. No tuvimos ningún tipo de incoveniente con él, todo muy tranquilo. Bastante respetuoso. Sí tuvimos líos con su ayudante, Alejandro Mancuso. Diego se portó de manera muy correcta. En algún momento hubo que llamarle la atención por los reclamos reiterados con Mancuso. ‘Diego, controle por favor a su banca. Si no da problemas usted, no tendrían por qué darlo ellos’. No puso ningún problema. Tuvo una muy buena actitud. Ecuador ganó 2-0 y ni siquiera reclamó pese a haber perdido. Él accedió sin ningún problema. También me encontré con él en La Bombonera, después de una final de Boca y Bolivar de la Sudamericana. Me saludó con afecto. Fue muy gentil”.