De tomar leche aguada a convertir un doblete en el Mundial: la historia de superación de Lukaku
El delantero, quien hoy convirtió un doblete en el triunfo por 3-0 ante Panamá, relató las carencias a las que estuvo sometido en su infancia. "Éramos más que pobres", confiesa el delantero.
Tantos jugadores, tantas historias. Quienes triunfan y deslumbran en la máxima cita del fútbol con sus regates y goles no siempre estuvieron rodeados de flashes o dinero. En varias ocasiones, lo único que tenían alrededor era misera y podredumbre. Eso y las ganas de salir adelante.
Uno de ellos es Romelu Lukaku, delantero de Bélgica que anotó un doblete en el debut de los Diablos Rojos ante Panamá. Tras la apertura de la cuenta de Mertens, el delantero del Manchester United selló la victoria de cabeza, a pase de De Bruyne, y luego en un contragolpe, tras asistencia de Hazard.
Quince goles en 10 partidos para el espigado ariete con su selección. El mejor momento de su carrera. Un nueve de área neto, de esos que escasean. Un tanque que respondió a las expectativas y que no le pierde pisada a Cristiano Ronaldo ni Diego Costa en la lucha por ser el goleador del torneo.
No obstante, detrás de sus actuaciones y numerosos goles se esconde un relato trágico en el que conviven la pobreza con el amor de una familia. "Recuerdo el momento exacto en el que supe que estábamos quebrados. Todavía puedo imaginar la imagen de mi madre frente al refrigerador y su mirada. Tenía seis años y llegué a la casa para almorzar durante nuestro break en la escuela. Mi mamá tenía el mismo menú para todos los días: pan y leche. Cuando eres niño, ni siquiera lo piensas. Pero supongo que eso es lo que podíamos permitirnos", comienza la historia que el mismo Lukaku escribió para la página The Player's Tribune.
Y continúa: "Ese día entré a la cocina y vi a mi madre en el refrigerador con una caja de leche. Todo normal. Pero esta vez la estaba mezclando con algo. La estaba batiendo, ¿sabes? No entendía bien qué pasaba. Luego me entregó el almuerzo, mientras sonreía, como si todo estuviera bien. Pero me di cuenta de inmediato qué pasaba".
El delantero explica que la mezcla era agua con leche. "No teníamos suficiente dinero para hacerla durar toda la semana. Estábamos quebrados. No solo pobres, sino quebrados", indica. En varias oportunidades se quedó sin electricidad. Tampoco tenía agua caliente. Incluso hubo momentos en que su madre tuvo que "pedir prestado" pan de la panadería. Las carencias lo rodeaban y parecían no acabarse.
Pero en el fútbol encontró la salida. Ahora convierte goles en una de las ligas más importantes del mundo, y debuta con dos goles en un Mundial. Las vueltas de la vida.
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