Nicolás Jarry gana el Challenger de Salinas y se emociona. En otra circunstancia, el logro no habría significado tanto para un jugador que se ha coronado en torneos más grandes del circuito de la ATP y que ha estado entre los 40 mejores tenistas del mundo, pero para el chileno la situación es especial: es la primera corona que alcanza desde que, a mediados de enero, fuera sancionado por dopaje, el golpe más duro de su carrera. “Quiero agradecer a mi mujer. Llevamos tres años, pero estos últimos dos han sido demasiado difíciles. Me ha ayudado a salir adelante con todo lo que me ha pasado. Fueron meses realmente duros, donde toqué fondo varias veces, pero pudimos salir”, declaró al reencontrarse con la gloria. “Han sido años muy duros. He tenido que trabajar harto, tengo la suerte de tener una muy buena familia, un equipo nuevo este año me ha ayudado mucho. Es muy rico sentir que el trabajo paga”, añadió.

Las palabras del nieto de Jaime Fillol no pasan inadvertidas. Menos para quienes, de una u otra forma, han seguido su carrera con una mirada analítica. “Y todo además con pandemia”, refuerza, a modo de ejemplo, el sicólogo deportivo Enrique Aguayo, para añadirle un elemento más a las dificultades que tuvo que vencer quien fuera 38º del mundo en julio de 2019, su mejor ubicación en el escalafón mundial. “Yo creo 100 por ciento que nunca tuvo la intención de doparse. Siendo así, lo coloca en una situación muy compleja. Hay una sensación de injusticia. Estaba haciendo una carrera muy bonita. Hubo incertidumbre por la sanción. Para un deportista es una sanción muy dura. Cae el tema de enfrentar a la sociedad, aún con la fortaleza de saber que no hizo nada. La gente puede hacerlo sentir culpable, lo puede juzgar. En los deportes individuales hay muchas rivalidades. A él se le trató bien, por su imagen, por su familia, pero nunca es al 100 por ciento. Entonces, pudo sentirse discriminado. Es súper fuerte”, sostiene el profesional.

¿A qué alude Jarry cuando habla de tocar fondo varias veces? Aguayo responde: “A cualquier persona le puede potenciar la aparición de angustia, depresión. No lo conozco, pero sí sé que el ser humano reacciona así y con la impotencia de no poder manejar la situación de fondo. Una forma es centrarse en lo que depende de uno. En su caso, prepararse de la mejor forma para cuando volviera. Es el mismo fenómeno que les pasa a varios deportistas, que no saben que van a competir, por la pandemia. El alimento del deportista es la competencia. Ni siquiera pueden practicar en sus espacios. Es lógico el planteamiento que hace. Se sintió mal varias veces, se hundió, salió y volvía a hundirse. Un vaivén. Es bueno que lo diga, porque ayuda a los demás a tomar conciencia y a él a sacárselo un poco. Y logra más empatía”.

“No es lo habitual”

Felipe Fuenzalida, coordinador del área sicológica del COCH, establece que enfrentar un castigo por dopaje es una de las situaciones más duras que puede enfrentar un deportista. “Ellos están preparados para un grupo de situaciones que pueden ocurrir, como una lesión, una baja de rendimiento propia de la inestabilidad, pero una suspensión no es lo habitual. Es bien disruptivo, porque es una problemática no esperada”, explica. En ese contexto, sostiene que el manejo de las expectativas juega un rol fundamental. “Hay que jugar con ellas. No puede pensar que va a volver a retomar rápidamente el nivel anterior. Me imagino que la reinserción tuvo cierta gradualidad. El tenis es deporte muy mental. Probablemente, en un comienzo no se sentía cómodo. Se empieza a cuestionar si podrá retomar el nivel, si lo hará pronto. Emerge la inseguridad. En ese sentido, ganar fortalece la autoconfianza. El proceso de ajuste después de una para tan larga es complejo”, afirma.

En ese contexto, ganar se transforma en un verbo clave. Incluso conjugado en escenarios de menor cuantía que los que ya había conquistado antes. “Es cierto que el Challenger de Salinas es un torneo menor. Él ya estaba ganando torneos 250., pero se trata del simbolismo que representa que empiece a ganar. a volver a sentirse cómodo en la cancha, a moverse bien, a tomar buenas decisiones, a ejecutar y resolver de buena forma en puntos críticos, a sentirse superior, a tener la sensación de control. Eso se dio y puede ser un punto de inflexión”, agrega.

Una transición controlada

Lo que sí aconseja Fuenzalida es no perder la perspectiva del proceso que está viviendo Jarry. “No se puede hablar de un ciclo cerrado, porque es un torneo. El tenis es regularidad. Es un primer paso, nada más. Para hablar de un ciclo cerrado se requiere consistencia. Se requiere un par de semanas rindiendo a buen nivel. Lo importante es que Nicolás pueda ocupar lo que aprendió a esta semana y lo empiece a implementar en las próximas semanas. Está jugando en challengers. Cuando pase al ATP será distinto. Debe haber una gradualidad. No es que tenga ya el nivel para meterse 30 en el mundo. Lo favorecen dos cosas: que es joven y que ya está familiarizado con la experiencia, porque ya la vivió., Eso es un facilitador. No existe el factor novedad, que siempre es ansiógeno. Más que buscar números. Tiene que sentirse cómodo y competitivo. Eso es lo principal. Buscar la regularidad, que se la darán los partidos. Debería alternar challengers con invitaciones con torneos 250. Un poco lo que hacen los juniors. Buscar de esa forma la confianza, que se traduce en consistencias. Nicolás tiene una experiencia acumulada. Como la utilice es un tema de él”, subraya.

Alexi Ponce, sicólogo del CAR y director de Go Focus, coincide con la mirada. “Lo que le pasó fue una situación que está en la línea del doping, pero que está muy lejos de su responsabilidad. Él no tuvo la intención de sacar de ventaja. Por eso es súper duro que la norma se le aplique sin ninguna consideración distinta. Es difícil saber que no habiendo hecho nada, tiene las consecuencias de haber dado positivo. Eso fue lo que detonó lo que él dice. Esas crisis de haber tocado fondo varias veces”, analiza.

Sin embargo, ve en la forma en que Jarry afrontó el proceso el inicio de un nuevo camino. “Él se enfrentó a la acusación con la convicción, con la verdad. ‘Logré lo que tengo con mi trabajo’. Es lo que lo tiene a poco de volver. Afirmar las convicciones que le permitieron llegar en algún momento y que en el tiempo esto quede como un mal recuerdo”, expresa Ponce.

¿Tendrá consecuencias la traumática experiencia que vivió Jarry en su futuro profesional? “En la medida en que lo vaya elaborando, que se sienta bien compitiendo, trabajando, como lo hizo siempre, no debería tener consecuencias. El deportista competitivo tiene alto nivel de capacidad para manejar adversidades. Eso sí, no me gusta el concepto resiliencia. Siempre hay alguien que te ayuda. La familia, el entrenador. Es raro que alguien salga solo. Somos seres sociales. Para llegar, tampoco estabas solo. Alguien te ayudó. En este caso, es lo mismo”, concluye Ponce.

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