Tormenta de suspensiones
La final soñada entre Boca y River quedó en espera por culpa de una lluvia incesante en Buenos Aires. La idea de Conmebol es jugarla hoy, desde las 16.00. La decisión se aplazó tres veces, se fijaron reuniones que se cancelaron y se reagendaron. El árbitro Roberto Tobar y la CSF volverán a revisar la Bombonera al mediodía.
Aunque los dirigentes con sus poderes especiales ya habían cocinado la decisión minutos antes, faltaba una imagen para demostrar que no podía jugarse la ida de la final de la Copa Libertadores menos imaginada, pero a la vez más impactante de la historia. Y en esa foto salió un chileno, el árbitro, Roberto Tobar. Caminando por el césped de la Bombonera, bajo la lluvia, el juez hacía picar la pelota en algunos lugares y la pateaba en otros. Los hinchas más madrugadores, que ya estaban instalados en la Bombonera desde hacía casi dos horas, aplaudían cuando la redonda saltaba. Sin embargo, estacionaban en el silencio cuando el balón caía y quedaba clavado en las múltiples minilagunas. En ese partido imaginario de reacciones, fueron muchas más veces aquellas en las cuales los fanáticos se callaron...
Segundos después se anunció que el choque de ida entre Boca y River se postergaba. Por algo River había decidido no partir desde el Monumental hacia la Bombonera. Por algo los jugadores de Boca habían recibido la orden de bajar del bus y volver al hotel Intercontinental. Por algo el presidente de la AFA, Claudio Tapia, que ya estaba camino al estadio, había retornado al Sheraton, donde aún permanecía Alejandro Domínguez, el titular de la Conmebol.
Fueron 110 milímetros de precipitaciones todo el sábado hasta las 17.00, hora de inicio previsto. No se podía jugar y se suspendió. Era lo lógico. Pero esa resolución debió tomarse antes. Desde la madrugada, el cielo no perdonó a Buenos Aires. El pronóstico meteorológico se cumplió a rajatabla. Así como las calles de acceso a la Bombonera resultaban intransitables, el campo también. Hubiera sido un partido híper anormal, dependiente más de los caprichos de la pelota en el agua que de las virtudes de los futbolistas en el juego.
Así, a las 15.24, la Conmebol confirmó en forma oficial en Twitter lo que había anunciado en radio segundos antes Daniel Angelici, el presidente de Boca. Claro que no podía faltarle un blooper a un organismo sudamericano que había derrapado en el conteo de tarjetas amarillas y que había levantado montones de suspicacias en varias decisiones de su tribunal de disciplina.
¿Qué pasó con ese posteo de la red del pajarito? Se aclaraba que el partido se jugaría el "domingo 25 de noviembre" a las 16.00. Debía decir "domingo 11", algo corregido cuatro minutos más tarde. La intención de asemejarse a la final de la Champions League cada vez sonaba más utópica.
A esa altura, muchos hinchas que habían viajado desde distintos lugares del país empezaban a ver cómo reacomodaban sus pasajes de regreso y cómo resolvían el alojamiento por una noche más. Todo sin saber en realidad si el partido hoy finalmente se jugará. ¿Y el comunicado con tono de sentencia de la Conmebol?
Sucedieron muchas otras historias luego de ese tuit. Desde el Servicio Meteorológico Nacional informaron un pronóstico con 24 horas más de lluvias. Por lo tanto, el panorama no variaría demasiado y tampoco podría jugarse hoy.
En ese contexto, Angelici primero avisó que lo habían convocado a una reunión para este domingo a las 11 con el presidente de River, Rodolfo D'Onofrio; con el titular de la Conmebol, Alejandro Domínguez; y con el presidente de la AFA, Claudio Tapia. Casi al mismo instante, D'Onofrio decía que a él no lo habían citado a ningún encuentro. Y al rato, el mismo Angelici corregía y aseguraba que la reunión se había cancelado.
Al cabo, habrá un cónclave solo entre hombres de la Conmebol hoy cerca del mediodía. Ahí se sabrá si Boca y River juegan la final de ida hoy a las 16 (la última fecha oficial confirmada) o si vuelve a suspenderse. Si se posterga otra vez, ya hay una pelea entre los clubes para ver cuándo se disputaría: Boca pretende hacerlo cuanto antes, mañana sí o sí o el lunes; y River prefiere el sábado 24 porque recuperará jugadores. Todos días también con pronóstico de… ¡¡¡lluvia!!!
Al cierre de esta edición, en Buenos Aires seguía diluviando. El cielo continuaba riéndose de esta Copa Libertadores que, sin madurar de verdad y sin crecer en todos los sentidos, pretende compararse con la Champions.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.