Seamos objetivos, el campeonato chileno podrá ser uno de los menos competitivos a nivel internacional visto, considerando los últimos resultados en las copas continentales, pero regala emociones a raudales. Si usted es un hincha sin grandilocuencias, sin maximalismos, con más tablón que Smart TV, que se sabe la formación de Iquique antes que la del Manchester City, o que anda buceando los números de Gastón Sirino, hoy en el Mamelodi Sudowns de Sudáfrica, por su posible llegada a la U y no de la teleserie de Neymar con el Barcelona, entenderá y apoyará lo que digo: la Primera A de Chile es el torneo más emocionante del mundo.
Pregunto: ¿Existe otro campeonato donde hay 11 equipos comprometidos por el descenso? Es verdad, desde el sexto lugar que marca O'Higgins, con 21 puntos, hasta el colista, U de Concepción, con 13, todos, en mayor o menor medida, andan más preocupados de salvar el pellejo que de meterse en alguna copa en 2020. Si por ahí clasifican a la Sudamericana, bienvenido, pero lo importante es evitar los potreros el año siguiente. Claro, como está la B, te caes y no vuelves nunca más. Al revés de lo que sucede en la A, en el ascenso la lucha por subir es una carnicería pocas veces vista: entre el líder, Puerto Montt, y el séptimo, Wanderers, hay apenas dos unidades de diferencia. Y solo asciende el campeón. Los demás van a una liguilla que es otra masacre.
Pero volvamos a la Primera A y su extensa y caliente parte baja. Como ocurrió el año pasado, y potenciado por la gran cantidad de involucrados, en estas 15 fechas que restan veremos un alza de rendimiento de varios equipos que anduvieron pajareando en la primera rueda. Antofagasta y Cobresal ya avisaron. Empezaron a correr y meter. El que no esté preparado se va a llevar una amarga sorpresa. Ya lo sabe el Fantasma y O'Higgins, que se comieron seis goles, y pudieron ser diez, con el equipo de Azconzábal el domingo pasado.
Un dato relevante: Cobresal, de los 15 partidos que restan, juega nueve de local, cerrando en El Salvador con la U el 8 de diciembre, en algo que puede convertirse en una especie de paradoja de la paradoja, que solo un filósofo bien entrenado en los vericuetos de la lógica podría explicar.
El cálculo inicial decía que con 32 puntos se zafaba de cualquier susto. Este año parece que serán 33 o 34. Qué duro se puso. Tendremos pequeñas finales todas las fechas: no hay partido de relleno, siempre se jugará algo.
La cosa está tan linda en la pelea por no caer, que en la radio ADN armamos una polla votando por los candidatos. Hay más de 30 participantes y el número, y el pozo, sube día a día. Para darle más color se apuesta por el equipo que gana la B. El pleno está muy complicado de acertar, hay 18 equipos en el baile entre ambos torneos. También hay que elegir al campeón, pero eso está más fácil: un tropiezo más de Colo Colo y Católica que se vaya probando la corona.