Mathieu Van der Poel cruza primero el Muro de Bretaña y mira al cielo entre lágrimas. La victoria en la segunda etapa, que lo deja como líder momentáneo del Tour de Francia, va dedicada a su abuelo, el legendario Raymond Poulidor, fallecido en 2019 y quien nunca pudo vestir el maillot amarillo.
Ahora su nieto lo consigue, en su debut en la competencia y en una de las etapas más clásicas de los últimos años. El recorrido que va entre Perros-Guirec y Mur-de-Bretagne, tiene su postal más épica en el final de la prueba, cuando los ciclistas deben correr durante 2 kilómetros a 6,9% de ascensión. Un tramo donde el de los Países Bajos reinó como si llevase toda una vida corriendo la prueba gala. Subió el Muro con una media de 30 km/h con máximos de 46 km/h.
Ya había intentado liderar en la primera etapa, la de las dos accidentes masivos que dejaron cuatro abandonos y decenas de competidores lesionados, pero tuvo que rendirse ante un Julian Alaphilippe extraordinario.
Ahora, tras varias horas arriba de la bici y sin los nervios del debut, logró la prueba y el liderato. Algo que ya había conseguido su padre (ganador de siete pruebas), pero nunca su abuelo. Una familia destinada al éxito.
“He lanzado mi primer ataque y nadie me ha seguido y he tomado la bonificación. Sabía que era mi única opción de lograr el maillot amarillo. Es increíble. Los últimos 500 metros han sido muy duros, dolorosos. No sabía hasta cinco minutos después de cruzar la meta que tenía este maillot. Imagino si mi abuelo estuviese aquí lo orgulloso que estaría. Desafortunadamente no puede estar aquí para verlo”, declaró tras la ceremonia de premiación.
Con esto el ciclista de Alpecin, toma fuerza como candidato al título. La segunda etapa, los cuatro campeonatos mundiales de ciclocrós y uno de montaña que tienen a su haber lo agrandan. Quiere seguir haciendo historia, ahora a vestido de amarillo.