Son 15 los años que Felipe Maurin estuvo en la selección de balonmano y, desde la cancha, pasó directamente a la enseñanza. Hoy dirige el club que él mismo creó: Ovalle, con sede en Santiago, que recuerda a su ciudad de origen.

Cuenta con más de 190 jugadores repartidos en siete categorías, masculinas y femeninas, de los seis a los 42 años. Un crecimiento explosivo desde el inicio, en 2012, cuando la nómina completa era de 10 personas. Hoy, el club tiene renombre; tanto así, que ganó tres de las últimas cuatro ligas femeninas y en varones fue monarca en 2016 y 2017.

El club se ha forjado en base a lo hecho por Maurin, su amigo Felipe Sepúlveda y su señora, Valentina Squella, también exjugadora.

Sin embargo, la juvenil femenina resalta, pues gritó campeón en Portugal y Argentina, con jugadoras de tercero y cuarto medio.

En julio, Ovalle viajó a Paredes, pequeña ciudad lusa, a disputar un torneo de 21 equipos. Eran las únicas latinoamericanas, invitadas gracias al vínculo con la Fundación Marco Oneto. "Fueron dos semanas extraordinarias", dice Maurin.

La experiencia fue completa. Conocieron la diferencia que hay entre un país profesional y Chile, donde, por ejemplo, el mismo Ovalle debe entrenar en la mitad de una multicancha de un colegio, por no haber suficientes campos de juego con la medida oficial: 40 metros de largo por 20 de ancho. "En Paredes viven 3.500 personas y hay 14 canchas", compara Felipe.

Participaron, además, de una clínica de los capitanes de la selección portuguesa, además de compartir con entrenadores y jugadores del Benfica, Porto y Sporting, en una actividad abierta para un pueblo revolucionado por el torneo, pues más de 350 personas de la localidad trabajaron en el evento.

Después de seis juegos (fase grupal, cuartos y semifinal), en el choque decisivo vencieron por un gol de diferencia a las españolas de La Rioja. "Fue un torneo difícil. Esperábamos que así fuera. Fue muy entretenido, distinto a los campeonatos de Chile. El balonmano allá es más conocido", dice Consuelo Lizana (17).

"Hay momentos en que no lo podía creer. En Chile, el handball no es muy famoso y haber ido a Portugal a ganar, encima con amigas, fue muy emocionante", matiza Amparo García (17).

En Argentina

No conformes con tal logro, Ovalle consiguió, meses más tarde, un inédito triunfo, pues levantó el trofeo del campeonato Binacional que enfrenta a cuatro regiones de Chile y cuatro provincias de Argentina. En tierras transandinas, el impulso sirvió para que este equipo consiguiera un nuevo título. "Es histórico, es la primera vez en ocho años que gana la Región Metropolitana", dice Maurin. "Más aún, ganar con las chicas que formaste", añade.

Después de perder frente a Mendoza y derrotar a Valparaíso y Córdoba, las chilenas vencieron en semifinales y, en el choque por la corona, se tomaron la revancha ante las mendocinas.

"Nos tocaron los equipos más difíciles. Lo supimos superar con ganas y esfuerzo. Fue bonito compartirlo con el equipo", recuerda Catalina Gálvez (16).