Una abuela desmayada al centro de un terreno de juego. El hotel de concentración de una selección profesional plagado de prostitutas locales. Un brujo recorriendo cada rincón de un estadio de fútbol. Un ídolo del balompié mundial a vista y paciencia de millones aparentemente pactando un resultado. No son los argumentos de alguna película. Menos la trama central de un nuevo libro. Todo ocurrió en el continente americano en menos de una semana. El cierre de las Eliminatorias de la Conmebol y la Concacaf dejaron todo tipo de historias. Algunas de lo más inverosímiles, pero todas con los condimentos suficientes para traer a la memoria el fútbol de los ochenta, ése del agua envenenada, los alfileres en balones detenidos o los camarines sin aire acondicionado y agua fría. En plena época de desarrollo, tecnología y profesionalismo, el fútbol volvió a los ochenta.
Cuatro historias que trajeron de regreso a la memoria situaciones que parecen extintas, pero que de tanto en tanto reaparecen para exhibir lo peor -o la picardía- del fútbol de esta parte del mundo. Situaciones que hacen tan propia la actividad en estas latitudes.
Como la ocurrida en Panamá: el nombre de Elida de Mitchell será recordado por muchos años en ese país. Los centroamericanos derrotaban como locales a Costa Rica y el partido se acababa. No podían permitir un tanto rival. Y quizás por eso la decisión de la mencionada abuela: ingresar al campo de juego del estadio Rommel Fernández. Pero no fue sólo eso, sino que además fingió un desmayo para hacer tiempo. "No me dio nada, es que la policía me iba a sacar e hice que me desmayaba de nuevo. Cuando vino uno, me dijo: 'Tía, ¿qué te pasa?' y le contesté: ¡Vas para el Mundial carajo, no me pares de aquí! Por emoción me tiré a la cancha, para evitar que Costa Rica metiera otro gol. No lo iba a permitir. No pretendía salir hasta que terminara el partido", contó al final.
O lo acontecido en Asunción tras las acusaciones del plantel venezolano. Dijeron que varias prostitutas los visitaron en el hotel la noche previa al partido ante Paraguay. "Hubo buen casting, eligieron bien las chicas, afortunadamente no hubo tentaciones y nos hemos llevado los tres puntos. Tuvimos varias visitas femeninas anoche (previo al duelo en el Defensores del Chaco) en el hotel, pero el fútbol evolucionó, señores. No nos sorprendió la visita de las mujeres anoche, son estrategias, encima estrategias viejas", contó Rafael Dudamel, DT de la Vinotinto.
Argentina tampoco se quedó atrás. Quedarse fuera de la cita planetaria del próximo año era una posibilidad cierta. La Albiceleste se metió su propia historia en el bolsillo y recurrió a un brujo, el brujo Manuel, a quien le costearon pasajes y estadía en Ecuador. Ya estuvo junto a la selección argentina en otras oportunidades, como en el Mundial de Brasil 2014, donde la Albiceleste llegó a la final. Ya es una suerte de cábala. Y otros, claro, creen en su magia. "Estaba mal la Selección. Jugaba bien, pero había unas cosas por la que no podían hacer goles, fui, destrabé eso y listo", expresó tras la clasificación. "Esa energía negativa venía de una promesa quebrada por la selección hace muchos años", confesó sobre una supuesta promesa incumplida del plantel campeón de 1986 a la Virgen de Tilcara de Jujuy.
Y claro, lo más mediático y que aún es tema de conversación, fue lo ocurrido en Lima entre Perú y Colombia. El partido comenzó extraño, con varios minutos de retraso que les permitieron saber lo que ocurría en otras canchas y así jugar con el resultado sobre el final del partido. Eso claramente ocurrió. Faltando poco para el final, las cámaras mostraron al cafetero Falcao conversando con varios jugadores peruanos. ¿Qué se dijeron? "En los últimos cinco minutos los colombianos se nos acercaron. Sabían cuál era la situación en los otros campos y se manejó el partido como se tuvo que manejar", fue la confesión del incaico Renato Tapia, quien después reculó. Arreglo o no, lo cierto es que ese 1-1 final metió a Perú en el repechaje y a Colombia directo al Mundial.
Fútbol de alfiler
Se le considera el rey de la trampa. De Carlos Salvador Bilardo se decía que fue quien instauró la costumbre de sacar de los partidos a sus rivales pinchándolos con alfileres y algunas pomadas mentoladas. Que él los estudiaba para recordarles sus historias más oscuras en pleno partido. Eran esos tiempos en que había poca televisión y pocas cámaras por cada duelo, con canchas inundadas, donde sucedía de todo y nadie decía nada. Encima, de registros, poco. El Estudiantes donde jugaba Bilardo ganó todo, pero pasó a la historia como uno de los elencos más sucios y tramposos.
Branco, drogado
En el Mundial de Italia 90, Branco, figura de Brasil, denunció que los argentinos lo habían drogado. Años más tarde, el propio Maradona confesó que en esa cita integrantes de su selección doparon al brasileño con agua mezclada con sedantes. "Estaban todos y venían a tomar los buenos de ellos. Yo les decía 'tomá, tomá Valdito (por Valdo)' y Branco se la tomó toda. Después tiraba los tiros libres y se caía", explicó el transandino 14 años después. ¿El DT? Bilardo.
Lo peor del Cóndor
La historia es conocida: camino a ese Mundial, Chile debía buscar la clasificación en Brasil. El brasileño Careca había abierto el marcador y la Roja quedaba eliminada. En el minuto 67, el arquero Roberto Rojas cayó a la cancha tras simular haber sido herido por una bengala. El equipo se retiró de la cancha. Ante la evidencia de que el artefacto había caído lejos del portero, fue él mismo quien confesó haberse cortado para buscar la programación de un nuevo partido definitorio en una cancha neutral. La trampa le costó caro, fue suspendido de por vida y Chile fue privado de jugar Eliminatorias hasta las de Francia 98.