Por su físico, Adama Traoré no parecería ser el delantero del momento en el fútbol de selecciones. Su tono muscular lo acercan más a un velocista, un jugador de rugby o de fútbol americano, no al nuevo extremo que entusiasma en la Roja de España y el Wolverhampton. El hispano de origen maliense viene desde hace dos temporadas dando qué hablar por la evolución de su juego, siempre veloz por la banda, pero además por su potencia física, que lo tiene considerado como uno de los jugadores más fuertes del fútbol mundial. También como uno de los más atípicos.
Y es que desde su debut en 2013, con apenas 17 años en el Barcelona, Traoré no ha dejado de crecer. Desde su formación en La Masía, el laboratorio culé, siempre llamó la atención por su velocidad y explosividad al echar a andar el balón por su carril, aunque para esa época apenas era un niño luchando contra adultos. Con algunas apariciones en el primer equipo catalán, pero sabiendo que no tenía cabida junto a Messi, Suárez y Neymar, en 2016 emigró al Aston Villa, un fútbol totalmente distinto al que estaba acostumbrado.
Sabiendo de antes que debería dar ese paso, trabajó su musculatura desde los 15, bajo la supervisión de Óscar Martínez, fundador del centro de entrenamientos Global Performance barcelonés, donde han seguido su evolución desde la adolescencia. Fue en el club de Birmingham, a los 20 años, cuando ya comenzó a parecer un atleta de otro deporte.
Pero según él, todo el trabajo que realiza tiene que ver con la eficiencia, no pensando en ganar músculo. Así lo dejó en claro en la rueda de prensa que tuvo hace unas semanas, tras su primera citación a la selección española: “No hago pesas porque por mi genética mis músculos ganan volumen muy rápido, esa es la realidad. Hago un trabajo fuera del terreno de juego para mejorar físicamente y estar en las mejores condiciones para competir, pero pesas no hago”.
Por eso, su caso no deja de llamar la atención. “El biotipo de Traoré no es para nada el de un futbolista normal. No entrena con pesas, sino que hace entrenamientos de potencia, fuerza y habilidad, pero aún así tiene un gran desarrollo muscular”, apunta Carlos Sepúlveda, fisiólogo del Laboratorio de Ciencias del Ejercicio de Clínica Meds. “Adama pesa 75 kilos y mide un metro y 78, así que en ese sentido su peso corporal está súper bien”, observa, asegurando que el ideal en un futbolista es que su peso corporal esté compuesto entre un 50% y un 57% por los músculos. Mientras mayor es el peso, mayor es el esfuerzo para moverlos.
Daniel Zapata, kineantropometrista del Laboratorio de Meds y que viene midiendo a la Selección desde hace varios años, recalca que el físico del español no es tan favorable para el fútbol. “Yo lo veo sobrepeso, demasiado musculado”, señala. Por su somatotipo -que es el tipo de forma del cuerpo, estudiado para predecir el éxito en el deporte- Zapata asegura que Traoré sería un mesomorfo “por sobre de lo normal, queda fuera de somatocarta". “Se puede comparar con el de Jean Beausejour, Nicolás Castillo, Esteban Paredes y Chupete Suazo, que son jugadores más grandes que los normales”.
Para la ciencia, Traoré es un objeto de estudio. “Yo creo que ya lo están estudiando, pero esa información es privada y la debe manejar el club y el jugador”, manifiesta Zapata, algo escéptico ante los músculos del delantero. “Él pudo entrenar su físico de muchas formas. Pero no es normal el desarrollo que ha tenido, a menos que haya hecho un trabajo específico de hipertrofia muscular, como los fisicoculturistas. Normalmente, a un desarrollo así se le atribuye el uso de anabólicos, aunque nunca un deportista lo va a reconocer”.
Pese a la envergadura física de Trouré, sus habilidades en la cancha no han bajado. Aprovecha la velocidad para hacer picar el balón y sacarse rivales, y durante la temporada pasada mejoró en la toma de decisiones, por lo que su precio ha aumentado muchísimo. Según Transfermarkt, su tasación es de 40 millones de euros, muy por sobre los 5 con que llegó en 2016 al Aston Villa. A comienzos de temporada, la Juventus y el propio Barcelona preguntaron por él, pero el alto valor impuesto por los Wolves (lo tienen avaluado en 100 millones de euros), hizo desistir del traspaso. Su contrato expira en 2023, pero Liverpool, Manchester City y el United también tienen interés en el Hulk de la Premier.