Dicen que en la Manga del Mar Menor, el lugar de concentración de la selección chilena para sus duelos amistosos ante Colombia y Guinea, hay más de 3.000 horas de sol al año. Y una temperatura calurosa y estable. Ante tales datos, resultaría difícil distinguir la tarde de ayer de cualquier otra tarde de otoño en el litoral murciano, de no ser porque ayer, en dicho punto de la geografía española y tras casi dos años públicamente enfrentados, Arturo Vidal y Claudio Bravo volvieron a saltar juntos a una cancha de entrenamiento.

Un ansiado y largamente dilatado reencuentro que pudo tener lugar, en rigor, mucho antes; si el arquero del City no hubiera estado tanto tiempo fuera de las convocatorias de Rueda; si el centrocampista del Barcelona no se hubiera perdido precisamente la última fecha FIFA -esa en la que se produjo el regreso de Bravo-; o si los vuelos que trasladaron el lunes a ambos a la concentración de la Roja no hubiesen aterrizado con seis horas de diferencia en Alicante. De manera que hubo que seguir esperando hasta que ayer, al fin, tras la comparecencia en rueda de prensa de Pulgar e Isla (que pidió públicamente el cese de los "cahuines" para poder recuperar, dijo, "lo que perdimos, a esa Selección que le gustaba jugar al fútbol"), llegó el momento aguardado.

Tuvo lugar a las cinco de la tarde, hora local (mediodía en Chile), en la modesta cancha de fútbol del nada modesto resort turístico cinco estrellas La Manga Club, un complejo exclusivo plagado de selectos hoteles, campos de golf, sucursales bancarias, tiendas y boutiques, que hace las veces durante estos días de centro de operaciones de la Roja. Allí fue donde tuvo lugar la escena, donde los reporteros gráficos pudieron fotografiar de nuevo juntos, aunque distanciados, a dos de los grandes referentes de la Selección nacional cuyo mediático divorcio y posterior ruptura celebrará mañana, precisamente, su segundo aniversario. Juntos, pero no revueltos, pues pese al encomiable y conciliador esfuerzo del capitán en funciones, Gary Medel, por repartir cariño a ambos a partes iguales, la interacción entre el Rey y el otrora portador de la jineta en el combinado nacional fue prácticamente nula durante los 15 minutos de práctica abiertos a la prensa.

Pero la escena vivida algunos minutos antes, en el ingreso de los jugadores al autobús que habría de trasladarlos a las canchas de entrenamiento, fue seguramente la más elocuente de todas. Como poco, una escenificación de los juegos de poder que siguen existiendo al interior del camarín de la Roja. Como mucho, una metáfora más o menos válida del rol que cada cual juega en este momento -incluso en tiempos de tregua- en el Equipo de Todos.

Reinaldo Rueda, el seleccionador, y su staff técnico, fueron los primeros en subirse al autobús. Tras ellos, un pequeño grupo integrado por futbolistas en su mayoría jóvenes o con menos años de servicio a la Selección a sus espaldas (Pulgar, Albornoz y Opazo). Minutos más tarde, y casi a cuentagotas, fueron apareciendo los neutrales, encabezados por Isla y Alexis, caminando con aire despreocupado. Y ya para el final, la soledad de un desamparado Bravo contrastando profundamente con la rebosante alegría del grupo que cerraba la comitiva, el núcleo duro, con Vidal y Medel a la cabeza escoltados por Maripán y Orellana. El Pitbull, eso sí, acabaría compartiendo rondito durante los primeros minutos de entrenamiento con el arquero retornado, en una señal al fin inequívoca de que el indulto grupal para el ex capitán puede acabar prosperando.

Principal nota positiva

Porque es posible que ese indulto de Medel, en forma de gesto, de sumar al rondo precompetitivo a Bravo, fuera, más allá del anecdótico encuentro entre los dos líderes enfrentados -y que será el que quedará a la postre en los registros-, la principal nota positiva que dejó ayer la segunda jornada de entrenamientos de la Roja.

Una roja que regresará hoy al trabajo en tierras murcianas con la vista puesta en el duelo del próximo sábado ante Colombia, con Vidal y Bravo afrontando el segundo día de su particular convivencia post-divorcio y con un clima de aparente tregua presidiendo al fin la concentración del combinado nacional. Al menos hasta que los resultados, o las redes sociales, digan otra cosa.