Tres lesiones en 55 minutos: la explicación médica por los casos de Mena, Alexis y Sierralta
Los tres jugadores de la Roja presentaron problemas físicos en el duelo ante Ecuador. Los dos primeros salieron del campo mientras que el tercero terminó el partido a duras penas. Sin embargo, especialistas descartan que exista una responsabilidad absoluta del cuerpo médico de Martín Lasarte.
Pocas veces la Selección sufrió tantos infortunios como en el partido ante Ecuador. La derrota, la expulsión de Arturo Vidal y las lesiones musculares que sufrieron Eugenio Mena, Alexis Sánchez y Francisco Sierralta redondearon una noche para el olvido de la escuadra nacional. La caída vuelve a sacar a la Roja de la zona de clasificación directa para el Mundial de Qatar y reinstala la interrogante respecto del origen de los problemas físicos que vienen sufriendo las figuras de la Roja. El caso del tocopillano es paradigmático en ese sentido.
El dato es concreto: en 55 minutos, la Roja sufrió tres percances de la misma índole. Primero tuvo que abandonar el porteño, en los 27′. Diez minutos después, el que salió de la cancha fue el Niño Maravilla. Y, sobre el final del encuentro, en los 82′, el que sintió molestias atribuibles a un desgarro fue Francisco Sierralta. En el caso del zaguero del Watford, su permanencia en el campo obedeció exclusivamente a la imposibilidad de realizar una nueva sustitución.
¿A qué se deben los desgarros de la Roja? ¿Se realizó mal el calentamiento? La respuesta a la segunda interrogante es un categórico ‘no’. La primera genera un análisis más detallado, pero coincidente.
“Es multifactorial”
“Es difícil que se trate de un mal calentamiento. La trilogía de los desgarros tiene su origen en el ámbito de tensión, mental, más allá de otras variables como desbalances, problemas de hidratación o de alimentación. Yo me imagino que con el cuerpo técnico y médico que hay en la Selección se descarta esa teoría. Esto tiene que ver con la connotación que enfrentaban, Pasa por ahí más que por el calentamiento o el mal manejo de las cargas. Es curioso, sí. No es normal ni es común que se produzcan tres episodios musculares en el mismo partido”, sostiene Manuel Astorga, preparador físico de amplia experiencia en el deporte de alto rendimiento, tanto en el fútbol como en el tenis. El profesional agrega un concepto que considera clave para el análisis: “Un desgarro es multifactorial. Esa es la palabra precisa”.
Humberto Verdugo, traumatólogo que trabajó en Santiago Wanderers, coincide con esa apreciación. “Las lesiones musculares son multifactoriales. Hay varias cosas que inciden. En la temporada post epidemia hemos visto más lesiones musculares. Estuvieron sin entrenar, con el calendario parado y, después, con partidos seguidos. En el caso de Mena, venía saliendo de una lesión muscular reciente. La posibilidad de lesionarse es más alta. Alexis, lo mismo. Ha tenido un montón de lesiones. Sabemos que es un jugador que tiene una propensión a lesionarse alta. En el fondo, están los viajes largos, los pocos días para entrenar, los partidos seguidos, el estrés. Todo suma riesgo”, aporta.
El factor sicológico
Verdugo asume incluso la defensa del staff de Lasarte. “Los preparadores físicos en las selecciones reciben jugadores con distintas metodologías de trabajo. Cargarle la mano al PF sería injusto”, sostiene.
Astorga, en tanto, añade otras causas relevantes que pueden explicar las rupturas miofasciales o derechamente musculares, a la espera de las revisiones médicas respectivas. “El 80 por ciento de los desgarros tiene que ver con el aspecto sicológico. En el caso de Alexis hay que ver la individualidad, de qué venía. Mena, Sierralta y Alexis venían precedidos de lesiones. Calza con que sea producto de lo anterior. Distinto sería que se lesionara Claudio Bravo. Baeza estaba cansado, pero no salió con una lesión muscular. Y fue parte del mismo entrenamiento. No le daría una responsabilidad mayor al cuerpo técnico”, establece.
Por esas razones, ambos remiten a la revisión de los historiales clínicos de los jugadores involucrados. Coinciden en que ahí radica buena parte de la explicación de las abruptas salidas del porteño y el tocopillano o del estoico final del excruzado.
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