El desafío no era fácil para Bárbara Riveros. A pesar de que la vara estaba alta por su su quinto lugar en Río 2016, la atleta nacional llegaba disminuida a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, producto de que en mayo sufrió una fractura de costilla en el triatlón de Yokohama. De este forma, Riveros acabó sus cuartos juegos en el puesto 25, a 7.10 minutos del primer lugar.
Las líderes de la competencia comenzaron a marcar diferencias con el resto desde el principio. La atleta chilena salió del agua, en la primera prueba, en el puesto 38, a un minuto del pelotón de avanzada.
Se pensaba que, al igual que en Río 2016, Riveros podría descontar diferencias en las dos pruebas restantes. Y eso, en cierta medida, ocurrió, pero no para igualar la increíble actuación efectuada hace cinco años. La chilena avanzó sólida en la prueba de ciclismo, escaló posiciones, pero las líderes ya estaban escapadas.
Ya en el trote, la emblemática deportista nacional se centró en cerrar de buena forma la prueba. Fue así como abrochó el lugar 25. Sus cuartos juegos olímpicos no tuvieron la espectacularidad de otras veces, pero en un contexto difícil Riveros supo responder en su último baile, como ella mismo lo calificó una vez finalizada su participación.