Son casi las 8 de la mañana y Pablo Vitamina Sánchez se sube a su camioneta roja. En la esquina del edificio Coraceros, lugar donde vive hace más de un año, justo al frente de la playa, se genera una gran congestión vehicular. La cercanía con el colegio Capellán Pascal hace que los autos se atochen. El argentino no se estresa. La música de su banda de rock preferida, Guasones, lo relaja de cara a un nuevo entrenamiento al mando de Everton. El trayecto al Centro Deportivo de Everton dura casi 20 minutos. Son exactamente 8,6 kilómetros.
El día de Vitamina comienza con llamadas a Rosario. En su ciudad natal están los amores de su vida. Viven su señora y sus tres hijas (Martina, Valentina y Luciana). Si no logran comunicarse por audio, lo hace por mensajes de Whatsapp. La distancia con ellas lo entristece, pero poco a poco lo asume como algo normal. Hoy, con el torneo ya terminado, el transandino descansa junto a las cuatro. Se divierte e inventa panoramas. Incluso, el viernes de la semana pasada fue uno de los cinco mil fanáticos que se hicieron presente en el recital de Guasones, que se realizó en el estadio Obras Sanitarias, en Buenos Aires.
Las actividades en el Centro Deportivo de Everton son prácticamente una rutina. El primer día de la semana es clave en la agenda del mejor técnico del torneo, según dijeron sus colegas y los jugadores. Héctor Lastra, su mano derecha, junto al resto del cuerpo técnico, le presenta un informe detallado del próximo rival a enfrentar. El DT escucha con atención y toma nota de los puntos que se deben trabajar con mayor atención durante los próximos días. Se planifican los entrenamientos en conjunto, en rutinas diarias que no duran más de tres horas de trabajo.
La relación de Pablo con el plantel es cercana, pero siempre con respeto. Nadie le llama Vitamina. Ni siquiera los dirigentes mexicanos, que todos los días se hacen presente en el centro deportivo. Las oficinas de los dueños del club están ubicadas a pocos metros de las canchas de entrenamiento del primer equipo.
Su estilo de juego está bien definido. Su amor por la filosofía de juego de César Luis Menotti la transmite a diario. El ex técnico de Argentina campeón del mundo es su inspiración. Su plan de juego siempre destaca por favorecer un fútbol técnico, de posesión, en que el juego colectivo y de ataque, siempre con buen trato de balón, son elementales. No es raro verlo hacer ejercicios que exigen jugar a dos toques como máximo.
Siempre con el silbato en la mano, Vitamina no deja al azar ningún movimiento. Muchas veces le encarga a sus ayudantes que comanden los ejercicios de defensa y ataque, mientras se pasea corrigiendo y afinando detalles que le parecen necesarios.
Las celebraciones en el plantel nunca faltan. Una vez al mes, por lo menos, se comparte un asado. O se reparten empanadas. Festejar los cumpleaños es elemental para la unión del equipo.
Una vez finalizada la práctica, Vitamina se retira en su vehículo. Acordó nunca más coordinarse para llevar gente del club, pese a que coincide en el mismo edificio con futbolistas como Cristián Suárez y Óscar Salinas, entre otros. Sabe que siempre puede aparecer un panorama que puede complicar el compromiso. Ir al banco, por ejemplo. No le gusta fallar.
En las tardes libres, Vitamina disfruta de la ciudad, del mar y la playa. Juega por lo menos dos veces a la semana al pádel. Es común verlo en la cancha de Los Pinos junto a Antonio Bloise, presidente honorario del club: "Tenemos un grupo de amigos en el que jugamos pádel y hacemos asados. Es una persona de súper bajo perfil", comienza diciendo Bloise a La Tercera. Incluso lo compara con Vicente Cantatore, histórico entrenador de Cobreloa, Colo Colo, la UC, Valladolid y Sevilla, entre otros, que vivió en Viña del Mar. "Yo conozco a Vicente Cantatore y Pablo Sánchez me lo hace recordar. Es muy humilde. Se lo he dicho varias veces, y él se ríe. Vienen del mismo lugar, son dos personas muy queribles. Me da como esa sensación", agrega el ex timonel de Everton.
Otra de las actividades que realiza el DT con regularidad es el trote costero. Se relaja. No es extraño verlo por la ciudad, posando con cada hincha que le pide una fotografía.
La comida también es uno de sus gustos preferidos. Invita regularmente a su departamento a cenar.
Nunca falta alguien de su cuerpo técnico. A veces se hace presente Pedro Cedillo, timonel ruletero. Le gusta la buena mesa, y preparar comidas que saquen aplausos. Si está con ganas de recorrer la ciudad, el restaurante Santa Brasa, de propiedad de Antonio Bloise, no puede faltar en su ruta gastronómica.
Vitamina disfruta en Viña del Mar. No ha ganado el torneo, pero es elegido como el mejor técnico del Transición. Su presente en la Quinta Región sólo suma elogios, que incluso lo ponen en la mira de otros equipos, pese a que tiene contrato hasta 2018. Sánchez hay para rato.