El fútbol americano no es un deporte para cualquiera. Y mucho menos jugar de guardia ofensivo. No todos se animan a arriesgar el físico en choques y bloqueos contra rivales, para que los más veloces puedan aprovechar los espacios. Un escudo protector. De eso juega Felipe Castro Castillo (23 años), quien en Estados Unidos cumplirá su sueño. Con la firma de su contrato con los Columbus Lions de la National Arena League, se convirtió en el primer chileno profesional de esta disciplina.

“Estoy muy contento y emocionado”, dice el nacional, quien mide 1,90 metros y pesa 145 kilos. “Es algo que sabíamos que iba a llegar, que venía trabajando hace unos años”, agrega. El nacido en Maipú firmó por dos años con el elenco de Columbus, Georgia, que compite en la liga de fútbol americano reducido. Es una modalidad indoor, donde juegan ocho por lado en cuatro tiempos de 15 minutos. La NAL comenzó en 2017, pero los Lions, fundadores de la liga, tienen 14 años de vida y experiencia en otros de los torneos de Estados Unidos.

Lo único es que el sueño tomará un poco más de tiempo para concretarse. La pandemia obligó a cancelar la temporada 2020 de NAL y se volverá a jugar recién en 2021. El contrato, eso sí, se mantiene en los términos negociados, con la seguridad de que el chileno jugará el torneo. Por ahora, Felipe espera que se calmen los contagios por Covid-19 para viajar a Norteamérica y hacer pretemporada.

Paciencia tiene, pues convertirse en profesional es el fruto de mucho esfuerzo y de un trabajo que decidió hacer serio hace dos años. Ingresó a Development Sports Academy, establecida en Chile y donde trabajan entrenadores experimentados apoyando a jugadores que anhelan llegar al profesionalismo. Al mismo tiempo, competía con Espartanos, club que fundó junto a su hermano y amigos para disputar el Torneo Nacional.

Desde entonces que su rutina pasó a ser maratónica: “Entrenaba en la mañana, almorzaba, estudiaba, volvía a entrenar, iba a clases y en la noche, al gimnasio”, cuenta Castro, quien además estudió comercio exterior y está esperando su titulación de constructor. Solo le quedaba el domingo para descansar.

Ahora, sin embargo, los estudios serán de rivales y partidos de la NAL. Es un paso más para cumplir el sueño mayor: la NFL. Eso sí, no se apura, pues sabe que esta es también una vía de ingreso a la mejor liga del mundo. Muchos profesionales pasan de una competencia a otra. De hecho, en Columbus compartirá camarín con exjugadores del torneo al que todos aspiran llegar, como Jeremiah Poutasi, contra quien deberá pelear el puesto.

Los Lions no será el primer acercamiento del seleccionado nacional con grandes exponentes del fútbol americano. En agosto del 2018 fue invitado a jugar un All Star en Alabama, con jugadores universitarios. Estuvo entrenando dos semanas junto a una selección de varias ciudades de Estados Unidos, siendo el único latino.

En febrero pasado dio otro salto importante, cuando se convirtió en el primer sudamericano en participar del National Scouting Combine, que cada año se realiza en Indianápolis y a donde acuden los veedores de la NFL y grandes ligas a ver prospectos que se someten a exigentes entrenamientos.

En el Combine consolidó lo que ya le habían dicho antes, frases que lo motivaron a querer ser profesional, como que tenía el físico y el perfil necesarios. “Tuve buenos resultados, lo completé hasta el final. Había jugadores que salían desgarrados o vomitando”, cuenta Pipecas, su usuario en redes sociales. “Un día trabajan los guardias, otro los corredores y así. En comparación con otros jugadores, estaba bien por el trabajo de la academia”, añade. “Fue una buena experiencia correr y atrapar con jugadores que veía por televisión, en la NCAA”, sentencia el chileno.

Pero para llegar a tan alto nivel, este guardia ofensivo sudó para transformar su cuerpo en un escudo. Desde jugar en Padre Hurtado a esperar su próximo debut profesional en el Columbus Civic Center. “De chico siempre quise ir más allá, nunca me conformé. Cuando recibí buenos comentarios del físico y mi porte; que jugaba bien y tenía técnica; que no pensaban que fuera chileno porque no sabían que en Sudamérica también se juega; empezó el trabajo serio con la academia”, cuenta Felipe.

Tuvo que combinar la nutrición y el entrenamiento. “Armas tu cuerpo. Si no tienes bien la musculatura vas a recibir un golpe y lesionarte. Tengo una dieta balanceada según mi desarrollo”, explica el nacional, quien después del Combine recibió cuatro ofertas de Estados Unidos y Canadá. ¿Esperaba tanto interés? “Soy seguro de mi mismo, considero que juego bien y soy agresivo, pero también es de no creérselo. Es un sueño que estoy cumpliendo”.

Castillo, apellido que usa como primero en honor a su madre, también es conocido en Sudamérica por su experiencia, viajando tanto con la selección como por la academia. Así se hizo fama y conexiones que despertaron el interés del primer nivel del fútbol americano.

En Chile, sin embargo, la realidad es muy distinta, pues el deporte no es profesional. “Hay hartas organizaciones que juegan y tienen ligas, pero creo que falta más unión, que se ponga serio y se dediquen al trabajo”, dice Felipe. “Dejar que también aporten las personas que vienen llegando y tienen ideas”, agrega.

Para Felipe Castro Castillo el primer objetivo se cumplió al firmar su contrato. Él así lo vive y le emociona el futuro. “Es una gran responsabilidad ser el primer chileno en llegar al football profesional”, dice el guardia. “Uno en no sé cuántos millones”, concluye el maipucino.