Un contrato, una cláusula y a dar explicaciones: en qué pie queda Ricardo Gareca tras el papelón histórico de la Roja
La derrota frente a Bolivia excede hasta los cálculos más pesimistas. El duelo en el Estadio Nacional estaba concebido como una oportunidad imperdible para el despegue en las Eliminatorias. El Tigre fue pifiado en el Estadio Nacional. La dirigencia de la ANFP ya le mira de reojo.
Ricardo Gareca se para en el histórico vestuario que la Selección ocupa en el sector sur del Estadio Nacional y les habla directamente a sus jugadores. Los futbolistas están abatidos. Acaban de sufrir un golpe letal. La derrota frente a Bolivia no estaba en los cálculos de nadie. Ni del más pesimista, que vio como los altiplánicos celebrana de visita después de 31 años. Derecha y negativamente, es histórica. Al revés: el choque ante la escuadra altiplánica debía transformarse en el impulso para empezar a recuperar terreno en las Eliminatorias e ilusionarse con el Mundial, el objetivo para el que la ANFP contrató al Tigre y que el propio entrenador ha reconocido como su auténtico propósito. Lo hizo después del también notorio fracaso en la Copa América, en la que la Roja se despidió temprano y ni siquiera marcó un gol.
De vuelta, el intento del entrenador por transmitir calma y asumir el impacto del papelón recibe silencio. No hay ánimo, siquiera, para escuchar arengas ni intentar alguna respuesta. La sensación en el camarín del combinado nacional se parece bastante al estado de shock. Nadie entiende a ciencia cierta qué pasó y cómo pudo llegar a pasar. Las pifias, los reproches y hasta los insultos, que en la soledad del Estadio Nacional se escucharon nítidamente, también retumbaban en las cabezas de los jugadores. Durante el partido, Gareca tampoco parecía comprenderlo. Fueron múltiples las ocasiones en que se llevó la mano al rostro o realizó movimientos que denotaban, cuando menos, incredulidad.
Escape y silencio
La dirigencia que encabeza Pablo Milad también terminó el duelo con una mezcla de sensaciones. Iban entre incredulidad y molestia. Concretamente, se tradujo en dos acciones: el timonel de la ANFP abandonó el sector preferencial del recinto ñuñoíno con la escolta de personal de seguridad. Su rastro se perdió. A diferencia de otras ocasiones, en las que explicó triunfos y relativizó derrotas, esta vez, simplemente, se fue sin decir palabra alguna. Lo mismo hicieron sus compañeros de mesa y los ejecutivos que suelen asistir a los partidos de la Roja. Coincidencia o no, sus vehículos estaban flanqueados por los de Carabineros.
Casi al mismo momento, Ricardo Gareca abordaba una materia que ya empieza a dar vueltas en las cabezas de los aficionados. Algunos, de hecho, la expusieron a viva voz: su salida. El escenario parece impensado cuando, a pesar de la catástrofe que se acababa de vivir, el duelo ante los bolivianos era el segundo del proceso para el que, efectivamente, el Tigre firmó un contrato de largo aliento: expira al término de las Eliminatorias y se extiende automáticamente si se consigue el boleto al evento que México, Estados Unidos y Canadá organizarán en 2026. ”No tengo yo la respuesta. Usted está haciendo una pregunta que tiene que votar la dirigencia, por ejemplo. De parte mía, mientras que no pueda hacer un trabajo, bueno, voy a hacer un trabajo. Todavía, matemáticamente, tengo chance de poder clasificar. Entonces, eso es lo único que le puedo contestar. Después, todas las conjeturas, todo el análisis que haga, no es la pregunta indicada para mí. Tendrá que hacérsela a los dirigentes, más que nada. ¿Eh? Después, todo lo que piensen de mí, todo el análisis que hagan ustedes de mí, o la gente, o quien haga el análisis, corre por cuenta de quien haga el análisis. ¿No? O sea, yo soy un profesional que me han contratado para hacer un trabajo, y bueno, lo voy a hacer”, contestó.
Y, luego, dejó otra certeza, al menos desde su perspectiva. “O sea, si matemáticamente tengo chance para clasificar, voy a luchar hasta último momento para poder hacerlo. Y si no tengo la chance, porque no me dan los números matemáticamente para poder clasificar, voy a hacer un trabajo para dejarle a Chile, en un futuro, la posibilidad de poder tener una selección competitiva. Eso es mi trabajo”, estableció.
Plazos, costos y una cláusula
El plazo del vínculo es decisivo para la continuidad de Gareca, porque va aparejado con otro factor crucial: el millonario costo que implica mantenerlo, junto a su staff, en Juan Pinto Durán. El estratega fue la gran apuesta de Milad y su directorio después de un rotundo fracaso: el arribo de Eduardo Berizzo. Para que no hubiera dudas en el éxito de la misión de contratarle hubo, literalmente, que poner todas las fichas sobre la mesa: al estratega y a sus colaboradores se les ofreció un contrato por US$ 2,9 millones por cada año de una relación que fue oficializada el 24 de enero y que tiene como primer plazo límite el fin de las Eliminatorias. El monto era ligeramente mayor al que percibían el Toto y sus colaboradores: US$ 2,7 millones. El arribo de Berizzo ya representaba un salto cuantioso. Su antecesor, Martín Lasarte, se embolsaba US$ 1,5 millones.
En términos teóricos, abortar la relación implicaría asumir el resto de un contrato por cuatro años que recién suma ocho meses de vigencia. En los prácticos, hay una cláusula que permitiría una salida anticipada, pero que requiere utilizar la calculadora, no solo en función del dinero. Para que opere, y efectivamente la ANFP se desligue de Gareca, Chile tendría que enfrentar el peor escenario posible: haber quedado sin posibilidad matemática alguna de llegar al evento planetario. Es decir, que se materialice el tercer fracaso consecutivo en ese intento, después de la imposibilidad de asistir a Rusia 2018 y Qatar 2022.
Hoy, de hecho, aunque la molestia por los resultados ya resulte indisimulable, hay una barrera considerable: la caja de la ANFP tampoco permitiría pagar una indemnización tan abultada y, paralelamente, acometer, otra vez, la búsqueda de un sucesor.
Más allá del fracaso deportivo, en el directorio de la ANFP aseguran estar cuadrados con Ricardo Gareca. No dudan de su proceso. Y recalcan que apostaron por el mejor técnico que estaba en el mercado. El Tigre era el candidato de la mayoría de los dirigentes e hinchas que valoraban su trabajo en la Selección de Perú. “Fuimos por lo mejor. Si no lo hubiésemos traído, nos estarían criticando por no haberlo contratado. Hay que tener fe y darle espacio para su trabaajo”, dicen desde Quilín.
Explicaciones y un estilo que causa ruido
Gareca ya perdió el sitial indiscutible con el que llegó. Hoy, de hecho, sus decisiones y su estilo empiezan a mirarse con algo de recelo. Tímidamente, por cierto, empiezan a aparecer reparos a sus determinaciones. La más concreta: la insistencia en las oportunidades a Eduardo Vargas. La más nueva, el trato que le dio a Ben Brereton, el único delantero que Chile tiene en la Premier League, la competencia más importante del mundo, al que llevó a la banca en Argentina y sacó pasada la media hora en el Nacional. Hay más. Pocos entienden el escaso protagonismo que tuvieron Rodrigo Echeverría y Williams Alarcón, una de las mejores duplas de volantes defensivos del fútbol argentino.
La conclusión inicial habla de un creciente descontento. El Tigre empieza a dar señales preocupantes, como acusar desconocimiento sobre las características de sus jugadores y la eventual utilidad que le pueden ofrecer, a diferencia de lo que pasaba en períodos exitosos como los de Bielsa y Sampaoli, marcados por un estudio a fondo de virtudes y debilidades. Y, por el contrario, a relucir elementos de una escuela que el fútbol chileno había dado por superada. Además, molestó su poca autocrítica en la conferencia de prensa, en la que se dedicó a blindar a los jugadores de posibles responsabilidades. En Peñalolén toman nota.
Por lo mismo, durante los próximos días, se espera que el DT asista a la ANFP a dar explicaciones del plan que quiso llevar a cabo en el duelo frente a Argentina y Bolivia. En el caso de los transandinos, si bien estaba dentro de los cálculos iniciales perder, más allá de que el discurso siempre será que irán a ganar, la forma en la que jugó la Roja no dejó a nadie conforme. Ante Bolivia, sin embargo, nadie esperaba que el Equipo de Todos cayera y anotara una de sus peores vergüenzas deportivas de los últimos años.
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