Antes del partido entre Países Bajos y Senegal, la pregunta era una sola: cuánto disminuiría el potencial del campeón de África sin su principal figura, Sadio Mané. La otra era subyacente: cuánto demorarían los europeos en sacarle provecho a la preocupación menos y en sentar diferencias sobre Los Lenones de la Teranga, el apodo con que son conocidos en el mundo del fútbol.

La primera interrogante casi se responde con otra: qué tan distinta habría sido la contundencia del equipo que vistió de blanco si hubiese contado con el astro del Bayern Múnich para aprovechar los veloces ataques que intentó cuando los tulipanes le ofrecieron espacios. La segunda vino a contestarse a seis minutos del final, con el solitario gol de Gakpo, con un evidente error del golero Edouard Mendy, que les dio la victoria a los europeos por la cuenta mínima.

Lo concreto es que naranjos y blancos ofrecieron uno de los mejores partidos en lo que va del Mundial. Es cierto que con el torneo recién comenzado el parámetro aún parece demasiado débil. O que, derechamente, lo es. Sin embargo, es bastante menos riesgoso reconocer que, por la dinámica de los combinados de Louis Van Gaal y Aliou Cissé, y sobre todo por una disposición común que no exageraba en las precauciones y priorizaba la intención de causarle daño al rival con las herramientas que tenían a la mano (la velocidad en el caso de los africanos y un juego algo más urdido en el de los neerlandeses), se pudo ver un partido bastante entretenido.

Falta de concreción

¿Hubo algo que reprochar? Sí. La falta de contundencia, que a la larga es la que paga premio. Porque si bien ambas escuadras establecieron que sus propuestas pretendían ser principalmente ofensivas, las dos terminaron, generalmente, diluyéndose en la entrada del área rival. Visto al revés, ese también podría considerarse como un elemento en favor de ambos. Senegal, por ejemplo, puso al servicio del control del rival el despliegue físico de sus jugadores, quienes asfixiaron permanentemente la salida del rival e intentaron impedirle la elaboración de juego con los espacios que les acomodan.

Por esa razón, más que a ocasiones concretas, el resumen del primer lapso remite necesariamente a las ideas que ambos cuerpos técnicos intentaron desplegar sobre el campo.

El segundo siguió la tendencia, aunque con un matiz considerable: fueron los africanos quienes asumieron un protagonismo ligeramente mayor. Plantados atrevidamente en campo rival, procuraron anular los intensos ofensivos de los neerlandeses desde el origen. Es decir, insistiendo en la idea de ir a buscarlos a campo propio, lo que les generó evidente incomodidad.

Estaban en eso cuando la Oranje cambió todos los planes. Un balonazo largo que parecía inofensivo generó un error imperdonable del portero Edouard Mendy, quien defiende al Chelsea: le pegó al aire en el salto contra Cody Gakpo, quien, en los 84′, mandó el balón al fondo de las mallas. Bien se sabe que en el fútbol la única justicia posible son los goles. Y que no convertirlos recibe un castigo contra el que nadie se puede rebelar. Senegal puede dar prueba de aquello. Y Países Bajos, naturalmente, brindar a cuenta.

Y hubo más: sobre el final, en una carga letal: Davy Klaassen selló el 2-0. Esta vez, Mendy intentó hacer algo más, pero su esfuerzo fue insuficiente.

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