En su cara asomaba una honesta impresión y su mirada reflejó incredulidad. A los segundos, sin embargo, la cambió por infinita felicidad. Iga Swiatek, la promesa del tenis polaco, se quedó con el título de Roland Garros tras derrotar 6-4 y 6-1 a Sofia Kenin. Y tras el último punto, como una alumna que pide al profesor salir de la sala, pidió permiso para ir a la tribuna a celebrar con los suyos. Así, la joven de 19 años culminaba un grand slam de ensueño.
Swiatek fue superior a Kenin en la cancha. Una final llamativa por la juventud de ambas, con la estadounidense de 21 años que buscaba ganar su segundo torneo grande, tras haber levantado el Abierto de Australia antes de la pausa por la pandemia. En frente, una polaca jugando recién su segunda final de WTA y tratando de conseguir el primer título de su carrera.
Fue la polaca quien se impuso, ayudada por los seis breaks que hizo en el partido y la pierna lesionada de Kenin que le quitó potencia en el segundo set. Swiatek olió la sangre y sin dudarlo cerró el partido para terminar el mejor torneo de su vida.
Y no es para menos, pues a su corta trayectoria llegó sin mayor cartel que el puesto 54 del ranking. Pero en la arcilla de París poco importó. Ante ella se rindieron nada menos que consolidadas figuras del circuito femenino, como Eugenie Bouchard o Simona Halep, más la argentina Nadia Podoroska en semifinales. Su contundencia no se detuvo en la final.
Swiatek, hija de Tomacz, quien fuera representante polaco del remo en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, subirá directamente al puesto 17 de la clasificación mundial. En Roland Garros se vio el inicio de una estrella.