Este martes Colo Colo llegaba al estadio Raimundo Sampaio con una ventaja de un gol conseguida en Santiago, en la ida ante América MG jugada la semana pasada. El Cacique se impuso en el Monumental por 2-1, y pudo ser perfectamente una deferencia de dos tantos, de no ser por el gol brasileño en los 90+3′. Sin embargo, desde un principio Belo Horizonte fue una verdadera tortura para los albos y Gustavo Quinteros.

El adiestrador de los de Macul dispuso de una línea de cinco defensores, para intentar contener los ataques del local, casi intuyendo que serían demasiados. Colo Colo saltó a la cancha con Óscar Opazo, Maximiliano Falcón, Alan Saldivia, Erick Wiemberg y Agustín Bouzat. Sin embargo, las precauciones de Quinteros estuvieron bastante lejos de dar resultado.

A los 6′, Matheusinho aprovechó un rebote en el palo para cabecear solo en el área chica y abrir la cuenta, ante un descolocado De Paul y un Saldivia que sólo pudo mirar.

Los dirigidos por de Vágner Mancini continuaron atacando y tuvieron premio. Gonzalo Mastriani, a los 21, aprovechó un rebote del arquero albo para convertir el 2-0.

Apenas cuatro minutos más tarde y ante un Cacique que no reaccionaba, Matheusinho hizo una diagonal, eludió rivales en el área y cruzó su disparo para el 3-0, y su segundo de la noche.

Un experimento que duró 34 minutos

Ante esta situación, a los 34′ y al ver que América MG continuaba ingresando con facilidad al área y exigiendo al meta Fernando de Paul, Gustavo Quinteros ordenó acabar con esa disposición táctica y volver a la clásica línea de cuatro.

Lamentablemente, a esas alturas, la ventaja de un gol ya estaba más que acabada y los de Pedrero debían anotar dos tantos para igualar la serie. La línea de cinco fue un fracaso y los números de la primera parte así lo reflejaron: nueve tiros concedidos por Colo Colo, contra cero ejecutados.