Soy amante del fútbol con todo lo que ello implica. Lo bueno y lo malo. Esto último incluye gente indeseable, oportunistas de turno, malas programaciones y un largo etcétera que por cierto toma en cuenta las malas, y a veces desastrosas, decisiones arbitrales.
Soy también partidario del VAR por una razón muy sencilla. Permite que se imponga justicia de manera casi inmediata.
Ciertamente su aplicación ha dejado mucho que desear, pero ataca un punto central. Corregir y subsanar un error que pueda favorecer (o desfavorecer) a algún equipo en particular.
Dicho esto, y a propósito del escándalo en el que se ha transformado la definición de la Segunda División entre Vallenar y Melipilla, creo que es menester corregir el error. Principalmente porque se trata de un error técnico y no de interpretación. No es una mano que el árbitro no vio o una simulación exitosa de un delantero.
Se trata de una repetición que nunca debió ser. Si Gamboa hubiera aplicado el reglamento de manera correcta, nadie tendría nada que decir más que los reclamos puntuales del momento. Melipilla estaría en la primera B y Vallenar se estaría lamentando por no coronar la tremenda campaña de este transición.
Y seamos sinceros. Si el tema en cuestión hubiese sido exactamente al revés, ¿habría aceptado Vallenar el resultado sin reclamo?¿O estarían presentando el escrito como lo hicieron Los Potros? Además del honor deportivo, hay un botín de mas de 3 millones de dólares esperando a la vuelta de la esquina, lo que me indican que sí apelarían.
Vallenar es, en este momento, tan víctima como su rival. Con jugadores finiquitados y otros de vacaciones se ve metido en un problema mayúsculo. La ANFP debe, obligatoriamente, subsanar todos y cada uno de los problemas asociados a esta nueva definición. Pero las reglas del juego están para acatarlas cuando te favorecen y cuando no. Una lástima terminar así. Ninguno de los dos merece una final a puertas cerradas en condiciones absolutamente anormales.
La solución propuesta es, por lejos, la menos mala. Pero es mejor eso que mantener una situación tan inédita como injusta.