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Un método que no cuaja: los vanos intentos de Ricardo Gareca y la ANFP para enrielar a la Roja en las Eliminatorias

Gareca y su cuerpo técnico
Gareca y parte de su cuerpo técnico (Foto: Jorge Díaz/LaRoja)

Esta martes, frente a Ecuador, la Selección rinde una prueba decisiva. Literalmente, se juega la vida. No le sirve otro resultado que la victoria si pretende seguir soñando con el Mundial. El proceso ha estado marcado por sus errores. Ni los desesperados intentos de Quilín por corregirlo han logrado dar con la tecla justa.


El 2 de febrero de 2024, Ricardo Gareca pisó por primera vez Juan Pinto Durán. Poco antes, el 24 de enero, se había oficializado el acuerdo que lo transformaba en el nuevo seleccionador chileno. El Tigre, avalado por su exitosa experiencia en Perú, llegaba a revitalizar la ilusión de una hinchada que veía cómo la Selección tocaba fondo. Eduardo Berizzo había renunciado al combinado nacional minutos después de la caída frente a Paraguay, el 16 de noviembre del año anterior en el Monumental. Al exescudero de Marcelo Bielsa le había tocado escuchar el cántico más hiriente que pueden entonar los hinchas hacia un entrenador. “Berizzo ya se va”, retumbó esa noche en el Monumental. El ex zaguero de Newell’s Old Boys y River Plate, quien también había llegado como esperanza de rememorar los mejores tiempos del combinado nacional, terminó dándole la razón. Al momento de su partida, la Roja estaba en el octavo final de la tabla.

El arribo del Tigre suponía la renovación de ilusiones. El semblante optimista del estratega cuando pisó el añoso complejo de Macul ofrecía, cuando menos, la posibilidad de encontrar un nuevo espíritu. El recuerdo de la campaña que cumplió con Perú, al que llevó al Mundial de Rusia en 2018, la primera de las citas planetarias a las que la Generación Dorada no pudo asistir, parecían un aval suficiente. Tanto que nadie reparó en que la experiencia más cercana del técnico, en Vélez Sarsfield, había terminado entre pifias y cuestionamientos, por los magros resultados. Su palabra, por cierto, era ley. Por eso, por ejemplo, se celebraron sus elogiosos conceptos respecto de las condiciones de trabajo que encontraría en el complejo situado en Amador Neghme. Por esos días en que sus gafas oscuras impedían observar su mirada, su amplia sonrisa era una señal más que evidente de felicidad y optimismo.

Un método que nadie entendió: los vanos intentos de Ricardo Gareca y la ANFP para enrielar a la Roja en las Eliminatorias

La ANFP puso a disposición del técnico todos los recursos que Gareca solicitó para desarrollar una buena labor. A Chile, el entrenador llegó flanqueado por su ayudante, Sergio Santín, y por el preparador físico Néstor Bonillo. Ambos forman parte del círculo de hierro del estratega. En la cancha y fuera de ella. En el campo de juego, la influencia es notoria. El estratega suele ver los partidos la borde del campo de juego. De pie, generalmente en calma, aunque a veces se desplaza de un lado a otro. Sin embargo, cada vez que tiene alguna duda, retrocede hacia la banca. Las decisiones se debaten entre tres.

Había poco tiempo que perder. En lo fundamental, por la urgente necesidad de armar una estructura que permitiera escalar en las Eliminatorias. Y en principio, por un compromiso urgente que serviría, precisamente, para ir encontrando la fórmula que permitiera desterrar la anterior y, con ella, los malos resultados: en la fecha FIFA de marzo, la Roja partió de gira a Europa, donde venció a Albania (0-3, con goles de Eduardo Vargas, Marcos Bolados y Víctor Dávila) y cayó ante Francia (3-2, con goles de Youssouf Fofana, Randal Kolo Muani y Olivier Giroud y descuentos de Marcelino Núñez y Darío Osorio). El traspié frente a los galos sirvió, incluso, para reforzar el espíritu positivo que generaba el cambio de entrenador. La Roja había recobrado la memoria y fue capaz de equilibrar el trámite ante un rival que había llegado a la final del Mundial de Qatar, hacía un año y un par de meses. Gareca contabilizaba a favor la anotación del renquino, uno de los jugadores en que más confiaría en su gestión y que atravesaba por un complejo momento en el Atlético Mineiro.

Gareca, en el amistos ante Albania, junto a Sergio Santín
Gareca, en el amistoso ante Albania, junto a Sergio Santín (Foto: Comunicaciones ANFP)

Nuevas caras

Un día después de que el entrenador cruzara el portón del laboratorio de la Roja, su ejército, que también considera un amplio grupo de analistas afincados en Buenos Aires, sumó nuevos efectivos. La estructura se fortaleció con el arribo de Sebastián Rojas, quien lucía estudios en las universidades Andrés Bello, Mayor, Pontificia Universidad Católica, Universitat de Barcelona y Universität Leipzig. Además, había trabajado en clubes como la UC y Magallanes. Rojas, en rigor, volvía a Macul: había sido despedido en 2023, después del fracaso de la Sub 20, en cuyo staff había acompañado a Patricio Ormazábal.

Rojas no fue el único que se sumó al contingente. Menos de una semana después, se incorporó Bruno Vásquez. El preparador de arqueros había trabajado con Nicolás Córdova en la Roja Sub 23. Estaba avalado, además, por su experiencia en Qatar y un paso por Universidad de Chile.

Ambos nombramientos se produjeron bajo una singular modalidad: una suerte de casting realizado por Marko Biskupovic, quien había sido elegido como Jefe de Identificación (ID), Scouting y Análisis de la Federación de Fútbol de Chile por Francis Cagigao y, luego, se transformó en el flamante gerente de Selecciones, tras la partida de Rodrigo Robles.

Vieja escuela y un sicólogo

Gareca, un reconocido cultor de la vieja escuela técnica, que le atribuye al entrenador el control casi absoluto sobre todas las decisiones, cedió para incorporar a otro profesional en su staff, ahora con la finalidad de encontrar la fortaleza mental que, a la luz de los resultados, escaseaba en un combinado nacional. Por esos días, el entrenador intentaba dejar de lado la experiencia para apostar por la renovación, una apuesta que, en la práctica, cuando los resultados pusieron cuesta arriba la opción mundialista, el estratega asumiría como perdida con la reaparición de casi todos los estandartes de la Generación Dorada.

En esa línea, por ejemplo, llamó la atención la presencia del sicólogo deportivo Rodrigo Cauas, de amplio recorrido en el fútbol: ejerció en las series menores de Universidad de Chile y en los primeros equipos de Palestino, Cobresal, San Luis, Coquimbo, O’Higgins. También había trabajado en las selecciones nacionales femeninas. Su designación se produjo a través del mismo método conducido por Biskupovic. Cauas es, hoy, otro de los profesionales a los que Gareca le plantea preguntas durante los encuentros, sobre todo en los momentos en que observa mayor nerviosismo y confusión. El tiempo le fue permitiendo realizar evaluaciones y generar dinámicas de trabajo con el plantel aunque también le fue aumentando el nivel de dificultad: como los resultados no llegaron, el piso se transformó en más movedizo que nunca.

Al final, a la luz de los resultados, el método sigue sin entenderse.

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