Alejandro Tabilo despacha con facilidad al chino Zhang Zhizhen. Necesita dos sets (y apenas una hora y 26 minutos, otro parámetro que refleja una ostensible superioridad sobre su rival) para deshacerse del asiático, que no era cualquier rival: ocupa el casillero 56°. El chileno nacido en Toronto reedita un logro que parecía olvidado para el tenis chileno: desde 2009 que un representante nacional no se instalaba en las semifinales de un Masters 1000. El último que lo había conseguido fue Fernando González, coincidentemente, en el mismo Foro Itálico que hoy volvió a aclamar a un nacional.
Jano se codea con lo más selecto del tenis mundial. De tú a tú. Aunque lo más preciso es decir que ya forma parte de ese reducido grupo que se transforma en protagonista de los torneos que anima. El ranking es, de hecho, la mejor señal. La semana la abrió en el 32º puesto, su mejor clasificación histórica, aunque la ya notable participación que está cumpliendo en la capital italiana lo elevará aún más. En el Live ya figura en el 25º casillero. Si gana el torneo, entrará con propiedad en el grupo de los 20 mejores del mundo y se acercaría, en rigor, al de los 15. El sueño de alcanzar el Top 10, que por momentos parecía una quimera, empieza a transformarse en una meta perfectamente alcanzable. Su cuenta corriente también crece: hasta ahora casi US$ 310 mil.
El ‘no’ a Nole
En Roma, Tabilo dio el gran golpe de su carrera: eliminó a Novak Djokovic. Al margen de las dudas sobre la condición del serbio, quien días antes había sufrido un accidental botellazo mientras atendía los requerimientos de fanáticos, lo concreto es que se trató del triunfo más importante en la vida del chileno. Sin exageración, la victoria lo puso en la mira del planeta, incluso más que el título que había conseguido a comienzos de año en Auckland, uno de los certámenes que ofrece el calendario para preparar el primer Grand Slam: el Abierto de Australia. Este año, Tabilo también alcanzó la final en el ATP de Santiago.
Un par de semanas antes de Roma, Tabilo se animó a rechazar una invitación que pocos descartarían. Había quedado eliminado en Madrid, por lo que decidió ocupar la semana siguiente en la disputa del Challenger 175 de Aix-en-Provence. En el intertanto, recibió una llamada de Djokovic, quien le planteó una tentadora propuesta: la invitación a irse a entrenar junto a él durante cuatro días a Montenegro, naturalmente con todos los gastos pagados. Ahí surgió el consejo paterno. “Le dije que no fuera. Ya lo estaban mirando. Evidentemente, fue un acierto”. explica Ricardo Tabilo, en conversación con El Deportivo.
La historia termina de la mejor forma posible. En la final del certamen francés, el chileno se deshizo del español Jaume Munar (73º) en dos sets y alcanzaba su mejor clasificación histórica en el escalafón mundial: 32º. El destino, y el cuadro del Masters 1000 de Roma, lo juntarían, efectivamente, con Djokovic, aunque ahora el plan y el desenlace serían distintos: en la ronda de 32, lo mandaría de vuelta a casa y le añadiría una página dorada a su propia historia.
Decisiones clave
En su trayectoria, y hasta en su vida, Tabilo ha tenido que adoptar más decisiones clave. La más conocida y, a la postre, trascendente fue la elección de Chile como el país al que defendería en su trayectoria, cuando perfectamente pudo haber acompañado su nombre en las clasificaciones con la bandera de Canadá, el país en que nació. “Con Alejandro teníamos un trato, que consistía en que cuando se metiera en el top 400 iba a jugar por Chile, porque si estaba muy abajo lo iban a chaquetear. Sin embargo, esta idea no le gustó mucho”, contó, hace un tiempo, su padre, Ricardo, a El Deportivo. También es conocido el hito que forzó la determinación: una victoria contundente sobre Nicolás Jarry en un futuro disputado en Halifax. Después de un rotundo 7-6 (6) y 6-4 para el zurdo, que en ese momento ocupaba el puesto 856º, sobre Nico, que era el 423º del escalafón, sus padres cumplieron el compromiso: al día siguiente, su madre se contactó con el consulado chileno para comenzar a gestionar la nacionalidad. El vínculo ya era mucho más intenso que el mero papel o el nuevo pasaporte: Jano se siente chileno. Por ejemplo, es fanático de los completos.
Ahora, en Roma, también tiene un pedazo de Chile junto a él. Viaja con amigos, le acompaña su polola y en las próximas horas se le sumarán sus padres. “Terminó el partido y comencé a arreglar mis cosas. Salimos en cuatro horas”, explica Ricardo Tabilo. Está, naturalmente, feliz y orgulloso.
Otra decisión determinante fue la que tomó hace seis años. Por esos días, era parte de la antesala del circuito mayor. El problema era que ni siquiera en ese plano lograba destacar. De los Challenger se iba prematuramente y en los Futuros tampoco lograba títulos. Su forma física era distinta. Pesaba 100 kilos, mucho para un deportista que mide 1,88 metros. Sufría dolores lumbares. El remezón fue tan fuerte que inició un intenso trabajo que lo llevó a los 65 kilos. El extremo cambio tampoco le favoreció: se desbalanceó, perdió potencia y fondo. Por esos días comenzó su relación con Guillermo Gómez, con quien determinó dejar de competir por cuatro meses, hasta alcanzar una condición óptima. De ahí en adelante, todo comenzó a cambiar.