Lo que le faltaba a la final de todos los tiempos, lo que le faltaba al River-Boca decisivo de la Copa Libertadores, era un escándalo superador. Una suspensión desbordada por un cóctel de matices patéticos que expuso el grado de desintegración de la sociedad argentina y las miserias de la organización del fútbol sudamericano. Siempre con el hincha genuino y con la esencia del juego bombardeados sin piedad.
Habrá que esperar hasta hoy a las 17 para conocer quién es el campeón. Si la ida en la Bombonera se había postergado por un temporal, la revancha en el Monumental debió mudarse a este domingo porque el micro con los jugadores de Boca fue atacado cuando estaba llegando al estadio.
Mientras se provocaban diversos desbordes en distintos ingresos a las tribunas, barras de River aprovecharon una ¿zona liberada por la policía? y lanzaron uno y mil piedrazos al bus xeneize. Hubo gases lacrimógenos de los efectivos de seguridad para dispersar a los violentos, pero nada fue suficiente para evitar los vidrios rotos y las lesiones de algunos futbolistas.
Había que estar en el anillo del Monumental, a pasitos de la entrada al vestuario de Boca. Había que verlo a Benedetto ingresando al camarín tapándose la cara con la remera, afectado por los gases. Muchos ingresaban vomitaban. Tevez, Gago, Cardona, Almendra… Estuvo 40 minutos el colombiano Villa en una camilla tratando de recuperarse. Espinoza y Jara con algunos cortes menores. "Están todos los jugadores heridos. Así no se puede jugar", dijo el secretario general de Boca, Christian Gribaudo.
¡A Pablo Pérez, con una venda en un ojo, y al juvenil Lamardo, los trasladaron al Sanatorio Otamendi para verificar sus estados de salud por lesiones producidas a partir de las astillas de los cristales destrozados por los proyectiles! Una hora y 10 minutos después regresaron a la cancha. Algunos especulaban con que Pérez iría al banco…
Desde la calle, llegaban noticias de duros enfrentamientos entre hinchas y policías, con balas de goma por aquí y por allá. Todo estaba definitivamente desbordado también en los alrededores.
Hubo una reunión en la oficina de Presidencia de River entre el titular del club, Rodolfo D'Onofrio; el de Boca, Daniel Angelici; y el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez. Como Boca no quería jugar, como Marcelo Gallardo había bajado la orden de seguir la postura de su rival para marcar diferencias con el maltrato padecido en la Bombonera en la noche del gas pimienta de 2015, como los dos equipos parecían dispuestos a no correr detrás de la pelota, hasta Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, presionó para que la pelota rodara, para darle una mano a Domínguez: "El fútbol no para. Si no quieren jugar, pierden los puntos".
Entonces, a la vez que se anunciaba que el partido arrancaría a las 19.15 en lugar de a las 17, Tevez y Gago, los máximos referentes de Boca, declaraban: "Nos están obligando a jugar. No estamos en condiciones". A esa altura, el preparador físico de Boca, Javier Valdecantos, colocaba conos en el campo para el calentamiento previo.
El Monumental, desbordado en su capacidad máxima, lucía rojo y blanco, impactante, con cintas de esos colores colgando de las bandejas superiores. Se recuerda: no se aceptan visitantes en el fútbol argentino. "Borombombón, borombombón, el que no salta, abandonó", cantaban los hinchas de River, burlándose de los jugadores de Boca, que no querían jugar.
Las sensaciones de que había partido, aunque sea mucho más tarde lo previsto, se respiraban en la tribuna. Pero estando abajo, en la puerta del vestuario de Boca, todo indicaba lo contrario. Cada voz en off sentenciaba: "No se juega". Y al final, a las 19.22, llegó el anuncio oficial. La suspensión. El único instante en el que pudo filtrarse la cordura. Así no se podía jugar.
La postergación adjuntó otros datos: se jugará hoy a las 17. Hubo silbidos. Hubo decepción. Hubo un estribillo que resonaba: "Mauricio Macri la puta que te parió; Mauricio Macri la puta que te parió…".
La final de todos los tiempos acababa de coronar el papelón de todos los tiempos. A pesar del anuncio oficial, ¿jugarán hoy River y Boca? Eso ya parece ser lo de menos. La tristeza invade. Se viene la noche en el Monumental. Ya casi todas las tribunas están vacías. Amigos que tratan de volver a sus casas avisan que las corridas y el miedo en las calles continúa. Más penoso, imposible. La violencia puede tanto que logró robarse la fiesta futbolera más grande.