“Me encantaría retomar el proyecto estadio”, fueron parte de las primeras palabras de Cristián Aubert como presidente de la Universidad de Chile. El nuevo timonel de los laicos, quien ya ocupa el lugar que dejó vacante José Luis Navarrete, volvió a referirse a uno de los máximos anhelos de los hinchas azules: el del levantamiento de una casa propia. Pero no es la única vez que desde la dirigencia del club se refieren a un tema que con los años se ha convertido en una herida para los fanáticos. La historia del soñado recinto deportivo de los estudiantiles está llena de promesas incumplidas y de iniciativas que no llegaron a buen puerto por diferentes motivos.
Quinta Normal: el primer fracaso
El primero de los intentos que no prosperaron. En 1937, los estudiantiles planificaron crear un complejo deportivo donde hoy se encuentra el parque Quinta Normal. La idea consideraba fabricar una cancha para multicancha para poder desarrollar otras disciplinas, además del fútbol, sobre ella. Sin embargo, la iniciativa, propuesta por Juvenal Hernández, el rector de la U de la época, no se concretó.
La vez que el Parque Araucano pudo ser azul
Los hinchas azules volvieron a estar cerca de cumplir uno de sus máximos deseos en la década de los 70. Emilio Torrealba, quien en ese entonces era el presidente del Club Deportivo Universidad de Chile, había realizado un intercambio de terrenos. Consiguió que la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) le concediera seis hectáreas del fundo San Luis de Las Condes, hoy conocido como el Parque Araucano, como pieza de cambio por una tierra ubicada en La Castrina, La Granja.
El inicio de la construcción de un recinto pensado para albergar los Juegos Panamericanos de Santiago en 1972 y para recibir a 15.000 espectadores estaba fijado para septiembre de 1973. Sin embargo, el golpe militar que ocurrió el 11 de ese mes lo frenó todo. Aunque el terreno continuó perteneciendo a la institución, 12 años más tarde, el sitio fue vendido a la Municipalidad de Las Condes con el objetivo de conseguir recursos para reconstruir algunas facultades que se vieron afectadas por el terremoto de ese año.
El mecano José Miguel Carrera
No tanto tiempo después, en los años 80, la U sufrió otro tropiezo para conseguir su objetivo. La Corfuch había adquirido un estadio mecano en Brasil, el cual consiguió a través de la Inmobiliaria Deportiva Andrés Bello. No obstante, el conjunto laico no pudo encontrar un lugar para llevar a cabo el proyecto.
Se esperaba que el recinto que iba a llamarse José Miguel Carrera tuviera canchas, camarines, un casino y una capacidad para 25 mil personas. Pero, además de las dificultades para hallar un terreno, la institución empezó a pasar por problemas económicos, lo que llevó a rematar la estructura, que se encontraba varada en la Zona Franca de Iquique.
El estancado interés extranjero
En 1996, la constructora peruana Gremco se vio interesada en construir un recinto para la U. La empresa, que recientemente había terminado de edificar el estadio Universitario de Lima, contactó a los azules para hacerse cargo del proyecto, no obstante, no hubo mayores avances y los diálogos se estancaron. En mayo de 2000, desde Ecuador, también surgió una oferta. La firma Moconsa, conocida por levantar el Rodrigo Paz Delgado de Quito, propuso un recinto para 55.400 espectadores. Pero todo quedó ahí. En 2004, un grupo de inversionistas estadounidenses se acercó al club nacional para darle a conocer su intención de construir un estadio para más de 50 mil personas. Al final, la historia se repitió nuevamente.
La Ciudad Azul de Lampa
Con René Orozco en la presidencia de los azules, nuevamente surgió la posibilidad del estadio. En 1993, el timonel de ese entonces anunció la construcción de la Ciudad Azul en 127 hectáreas del sector de El Noviciado de Lampa. Pese a que el plantel profesional alcanzó a conocer las instalaciones, finalmente optaron por no hacer uso de ellas debido a que no cumplía con los servicios suficientes para desarrollar sus trabajos. Tres años más tarde, la empresa uruguaya Promoval fue contratada para realizar una campaña con el fin de reunir socios para financiar la obra, la cual no prosperó.
La promesa de campaña de Fazio
Con miras a las elecciones para quedarse con la presidencia del club, Rafael Fazio, candidato de ese entonces, ofreció la fabricación de un recinto de tecnología avanzada. El costo del proyecto era cercano a los US$ 53 millones y su tiempo de construcción era de aproximadamente dos años. Planteaba una capacidad para 45 mil espectadores. Tendría, además, un hotel, restaurantes, áreas verdes y piscinas. Su costo se iba a financiar en un 80% con la venta de los palcos. Y su ubicación era en las cercanías del centro de Santiago. Sin embargo, nada de eso avanzó: Fazio perdió la votación y, otra vez, el sueño del estadio se congeló.
Una propuesta que terminó en tribunales
El grupo Pasat, representado por Zoran Ciric, le ofreció a la U en 2002 una propuesta irresistible. Un proyecto que apuntaba a construir la Ciudad Azul junto a un centro comercial. Además, la empresa iba a hacerse cargo del marketing del club. Un año después, la empresa acusó de apropiación indebida y estafa a Orozco, quien estaba al mando de los laicos. Las relaciones se quebraron y los planes se detuvieron.
El primer acercamiento de Azul Azul
Luego de que Azul Azul se hiciera cargo del club, en 2007, la institución buscó reforzarse en diversos aspectos. Y también buscó cumplir el anhelo. Terrenos de diferentes comunas aparecieron como opciones para llevarlo acabo. Pero los alcaldes, en su mayoría, se opusieron a la idea. En 2011, Federico Valdés, quien estaba en la presidencia azul ese año, comandó una propuesta que buscaba construir el recinto en La Pintana. Y, aunque la concesionaria avanzó para que esta se realizara, los dirigentes prefirieron seguir buscando otras alternativas.
Laguna Carén: la penúltima desilusión
Con Carlos Heller como el timonel de la concesionaria, el club nuevamente fue a la carga para convertir la ilusión de siempre en realidad. El 24 de abril de 2014, el dirigente informó que la edificación del recinto en un sitio cercano a la Laguna Carén. El plan era crear un parque de uso público de 28 hectáreas, con canchas y otros campos deportivos para los vecinos del sector, además de la creación de un club para la casa académica de la Universidad de Chile. Pero, con el tiempo, el proyecto fue perdiendo fuerza y sumando frenos. El 10 de diciembre de ese año, desde la institución confirmaron que no se llevaría a cabo.
La Pintana: un portazo en la cara
La negativa de la Laguna Carén hizo que los universitarios pusieran sus ojos en la comuna de La Pintana. José Yuraszeck, expresidente de la concesionaria, en 2015 anunciaba que el club había firmado una promesa de compraventa que los ata a un predio ubicado a la altura del paradero 41 de Santa Rosa, en La Pintana. Pudahuel, incluso, también competía para recibir a los azules. “De aquí a diciembre se sabrá cuál de los dos caballos sigue corriendo”, sostuvo Carlos Heller, el timonel que llegó al cargo anunciando la construcción del reducto deportivo.
Pese a los intentos de la directiva estudiantil, la idea se fue esfumando con el tiempo. Falta de dinero, y problemas para asentarse en La Pintana, luego que se opusiera la comunidad y al alcalde, terminaron por cerrar el anhelado sueño de la casa propia.