Siempre el 19 de abril es un día especial para el hincha colocolino. En 1925 se fundó el club y en 1992 también obtuvo esa inolvidable Recopa ante Cruzeiro en Kobe. Esta noche, frente a Monagas, por la Copa Libertadores, tenía una nueva posibilidad de sumar otro recuerdo alegre a la fecha. Sobre todo, para darle algo de dulzura a una semana marcada por la escandalosa situación de Jordhy Thompson y el siempre incómodo ruido de las elecciones de Blanco y Negro. Y lo hizo con un sufrido triunfo por 1-0.
El Cacique saltó a la cancha decidido a liquidar rápidamente el partido y cumplir con una de las claves en el certamen continental: hacerse fuerte en casa. El libreto era más o menos lógico, con los albos buscando y el elenco venezolano intentando aprovechar la salida rápida. Un clásico de las noches coperas.
El ingreso de Carlos Palacios por Leonardo Gil fue la principal novedad. La presencia de la Joya apuntaba a darle un mayor protagonismo ofensivo que con el Colo, que es un volante con características más defensivas. Sin embargo, justamente lo que faltó al elenco de Gustavo Quinteros en ese lapso fue peso en ataque. Nuevamente, Damián Pizarro quedó desamparado a merced de su talento para desgastarse en la lucha con los zagueros rivales y el ex Unión solo mostraba algunos chispazos de su talento.
Durante los primeros 25 minutos el arquero visitante no tuvo trabajo y el cuadro de Maturín comenzó a darse cuenta de que podía hacer algo más. El partido se le estaba presentando bastante cómodo y Quinteros se veía cada vez más molesto por lo que sus dirigidos estaban mostrando en el césped del Monumental.
De blanco y negro
Recién en los descuentos del primer tiempo, Colo Colo tuvo una clara, luego de una buena jugada asociada que terminó con un interesante remate de Marcos Bolados, que obligó al lucimiento del meta Orlando Mosquera. A la jugada siguiente, Óscar González tomó levemente en el área a Maximiliano Falcón, que cayó fulminado, y el juez Anderson Daronco cobró el penal.
Palacios tomó el balón y cruzó un remate bajo al lado contrario del meta de Monagas, abriendo el camino de un duelo que se estaba complicando bastante. Aire puro.
Con la ventaja inicial, se abrieron los espacios y el encuentro aumentó en la dinámica. A los 54′, Pizarro tuvo el 2-0, luego de un excelente desborde de Bolados. Sin embargo, el remate del novel ariete se estrelló en el cuerpo del meta Mosquera. Dos minutos después, el mismo delantero volvió a desperdiciar una chance clara, pero su remate se fue rozando el horizontal ante la salida del golero visitante. En el 65′, el mismo artillero interceptó una salida de la escuadra venezolana y se fue en demanda del arco. El resultado otra vez fue el mismo: el meta le ganó el duelo.
Paralelamente, fuera de la cancha, nuevos incidentes entre los hinchas albos. Bengalas, punteros láser y peleas en Arica y Cordillera dejan otra vez a Colo Colo al borde de un castigo para el próximo partido ante Boca Juniors, el 3 de mayo en Macul. Sin duda que más allá del triunfo, el sabor que quedó en el Monumental fue bastante agridulce por dicha situación.
Los albos aguantaron el desordenado embate de Monagas y cerraron una sufrida victoria por la cuenta mínima que lo deja a la vanguardia del grupo junto a los xeneizes, con los mismos cuatro puntos, pero con una gran incógnita.