El mundo quedó perplejo cuando el Consejo Olímpico de Asia anunció que finalmente Arabia Saudita será la sede de los Juegos Asiáticos de Invierno en 2029. Una decisión que de inmediato generó dos vertientes. Por una parte, están los que ven la designación como un avance gigante en modernidad, tecnología e ingeniera, pero por otra están los que creen que es una decisión netamente influenciada por el dinero que puede ofrecer el país de Medio Oriente.
Lo cierto eso sí, es que ambas posturas tienen puntos a su favor y es que el plan de Arabia Saudita va más mucho más allá de unos simples Juegos de Invierno. Primero hay que entender que el evento comprende competiciones de esquí, snowborad, hockey sobre hielo y patinaje artístico, dando con un total de 47 pruebas, de las cuales 28 son sobre nieve y 19 sobre hielo.
¿Cómo lograr aquello en un país que tiene una temperatura media anual de 26° grados Celsius y que se encuentra en pleno desierto? La respuesta es la misma que significó la explosión del LIV Golf o la llegada del Dakar al Golfo Pérsico: los petrodólares.
El gobierno de Arabia Saudita tiene en sus planes la creación de Neom, una megaurbe futurista que logre entregar todas las comodidades y avances posibles para 700.000 turistas que la visiten regularmente. Como una ciudad por sí sola no parece ser suficiente, decidieron agregarle un resort de lujo, llamado “Trojena”, en las montañas colindantes. Este proyecto, que estará ubicado en una zona en donde las temperaturas oscilan entre los diez y cero grados Celsius, será la sede de tan polémicos Juegos. Contará con 30 kilómetros de pistas de nieve artificial, un enorme lago de agua dulce llenado por cañerías que van directo desde el Mar Rojo y decenas de hoteles de lujo. Todo gracias a un presupuesto de 500.000 millones de dólares, que también incluye el levantamiento de otros dos espacios multiculturales. Más de seis veces el presupuesto anual de Chile.
“Los desiertos y montañas de Arabia Saudita pronto serán un campo de juego para el deporte invernal”, dijo el Consejo Olímpico de Asia en el comunicado donde se informaba la designación de los árabes como anfitriones. Una frase que demuestra el poderío de Arabia pero también da el vamos al primer paso de su gran objetivo: Recibir los Juegos Olímpicos de Invierno de 2040.
Pero no todos aplauden la apuesta ingenieril del país árabe. De hecho, algunos deportistas inmediatamente reaccionaron y mostraron su desacuerdo con la medida. El más enfático fue Kilian Jornet, catorce veces ganador de medallas en el Campeonato Mundial de Esquí de Montaña. “O al Consejo Olímpico de Asia y al COI sólo les importa el jodido dinero o son unos genios y saben que en 2029 no habrá nieve en ningún sitio y el esquí sólo se practicará sobre arena”, escribió de forma irónica en sus redes el español.
Pero también otras personalidades del deporte de montaña alzaron la voz ante una decisión que el mismo Comité Olímpico Internacional aclaró que no les fue consultada. “Caminamos hacia la sostenibilidad y están construyendo esta catedral en el desierto. Esto es algo irreal y surrealista”, comentó Sofia Goggia, campeona olímpica de descenso en 2018, a The Associated Press.
Aleksander Aamodt Kilde, dos veces medallista olímpico en esquí, también fue duro ante la designación, abordando principalmente el impacto medioambiental que podría tener la construcción de Trojena. “Tenemos que ver las consecuencias. Vemos que el mundo está en llamas, son veranos muy calurosos, al final va a ir mal si no haces nada. Para producir nieve, se necesita agua, y el agua también es un problema”, comentó al mismo medio.
Un proyecto futurista que viene a cambiar el mundo
Trojena va mucho más allá de un centro de esquí levantado en la cordillera saudí. Su edificación es también un cambio de paradigma al modernismo y al turismo invernal como se le conoce. No solo hay un hotel y una pista, sino que va mucho más allá. Construcciones incrustadas en las montañas, hoteles de lujo por todas partes, una pista de 30 kilómetros que funcionará 365 días del año y un lago artificial que recibirá agua desalada desde el Mar Rojo vías cañerías gigantes son algunas de las innovaciones que incluirá este oasis artificial que planea estar listo en 2026.
“Necesitamos subir hacia las montañas un volumen de agua considerable, así que la tubería tendrá un metro de diámetro. El lago tendrá unos cinco metros de profundidad y por delante formará un acantilado de unos 150 metros, algo parecido a la presa Hoover. Es factible, aunque sabemos que estamos superando los límites existentes. Es a gran escala y es un área remota, pero se puede hacer”, explicó Philip Gullett, director ejecutivo del proyecto, al medio español El Mundo.
Pero Trojena no está solo, ya que es parte de Neom, el proyecto más revolucionario de Arabia Saudita. Desde hace cinco años que el gobierno saudí ha impulsado un plan que busca transformar una zona desértica en el país en una macrociudad en donde se apliquen las tecnologías más avanzadas e incluso exista un principio de extraterritorialidad en donde no imperen las leyes vigentes en el resto de la monarquía, para así atraer más turistas al país.
Allí también se levantaría “The Line”, la ciudad lineal de 170 kilómetros de largo y 200 metros de ancho que busca ser la primera autosuficiente (no tendría autos y solo se usarían energías limpias), y Oxagon, una especie de espacio industrial futurista que reciba a las grandes compañías tecnológicas del mundo. Proyectos que desde Medio Oriente dicen que serán amigables con el medio ambiente, aunque las dimensiones y transformaciones que buscan instalan la duda sobre aquello.