Qué duda cabe de que el Covid-19 alteró los planes de todo el planeta. Por supuesto que también en el deporte y más aún en quienes estaban empezando a despedirse de la actividad. Nadie esperaba encontrarse con un escenario semejante a las puertas del retiro. Seguro que soñaban con un final distinto.
Hace unos días, Nicolás Peric, de 41 años, lamentaba en una entrevista con radio Agricultura la situación que le toca enfrentar. “Es fome, se suponía que iba a ser mi último año jugando, pero parece que me voy a tener que retirar arriba de una bicicleta. No veo pronta solución a este tema, estamos medio complicados. Pero si se alarga esto, por ejemplo, a una temporada 2020-21, me vería en la obligación de seguir jugando”, expresó el arquero de Rangers.
Un caso similar es el de Esteban Paredes (39), quien tenía pensado colgar los botines a fin de año, pero en su entorno reconocen que está la posibilidad de continuar otros seis meses más, tal como sucede en el caso del portero talquino, de acuerdo a cómo se vayan sucediendo los hechos derivados de la Pandemia.
Desde el punto de vista mental, esta configuración de episodios genera una presión extra. “Hay novedad, incertidumbre y lo que está ocurriendo es ambiguo, por lo que reúne todas las características para generar estrés”, señala el psicólogo deportivo Alexi Ponce, quien se detiene en la situación de los más experimentados. “El retiro deportivo debería ser parte de la planificación, un deportista debe estar mirando el desarrollo y sus etapas. Algunos tienen preparación paralela y otros esperan el término de su carrera para ver qué hacer en otros ámbitos. Esta situación del Coronavirus los pilla en un momento especial, ya que son cambios que no dependen de ellos. Les hace replantearse o evaluar toda esa planificación y tener que ver cómo terminar su carrera. Los somete a una nueva toma de decisiones”, apunta.
El histórico deportista Cristián Valenzuela (36), único chileno en colgarse un oro en unos Juegos Paralímpicos, buscaba cerrar su exitosa carrera en Tokio 2020. Sin embargo, todo cambió, pues la cita se aplazó para el próximo año. “Todo depende de cada deportista. Cada uno tiene su fortaleza y su debilidad. A mí me afecta emocionalmente, había tomado mi decisión de postergar los pocos cartuchos que me quedaban para Tokio; me bajé el año pasado de Lima y del Mundial, entendiendo que estaba cansado, más psicológica que físicamente”, confiesa el atleta.
El atleta había comenzado una intensa preparación para la cita de los anillos. “El estrés juega en contra. Habíamos partido este año con muchas ganas, había financiado una preparación en Calama todo febrero, me pagué un viaje a Colombia para competir... Lo bueno es que va a quedar como una base. Por un lado, esto nos sirve harto para solucionar problemas técnicos y crear una buena base para salir a correr con musculatura más firme y un cuerpo más preparado”, afirma, dejando en claro que su retiro se aplazará por un tiempo.
“Cuando un deportista se está por retirar, el trabajo físico pasa a mantener lo que ha logrado durante toda su carrera. Ya tiene trabajada sus cualidades”, dice el PF Pablo Polanco, quien advierte algunos riesgos: “Esta para que genera el Coronavirus hace que a los más experimentados les bajen con mayor perjuicio las cualidades, en comparación con un deportista joven. Entre lo que más va a perder, se encuentran los aspectos coordinativos y propioceptivos. Además, los niveles de fuerza y resistencia se ven más afectados”.
Otro elemento en el que Polanco hace hincapié es la alimentación que siguen algunos deportistas. “En general, a un deportista al borde del retiro le juega en contra el aumento de peso corporal, porque tiene más facilidad de subir. Y ahí hay otro factor, que es la ansiedad de estar encerrado y también de estar al borde del retiro, lo que provoca un aumento del apetito. Entonces, esto afecta la parte física”, plantea, aunque de todos modos ve posible que un exponente ya mayor pueda regresar tras esta suspensión forzada del deporte en el mundo.
Valenzuela, en este sentido, escapa a esa realidad. “Estoy durmiendo más, descansando más, alimentándome mejor. Ahora estoy con harta bicicleta y trabajo de fuerza, realizando bastantes ejercicios funcionales”, detalla.
A pesar del sombrío panorama, Ponce hace un llamado al optimismo. “Hay que mirar positivamente. El deportista, sobre todo, tiene una ventaja en comparación al resto. Están más acostumbrados a las dificultades, es gente ordenada y disciplinada. Saben sobreponerse a golpes y a objetivos no logrados, ya que conviven con el éxito y la derrota”, destaca. Y añade: “Lo obvio es que no se puede entrenar normalmente, pero lo real, que es lo que trasciende, es que el deportista sigue siendo deportista”.