En el momento en que usted lea este texto, el megaincendio que arrasa la localidad de Cochrane en la XI Región habrá alcanzado la extensión de la ciudad de Santiago. Cuando lancé mi crítica en radio ADN contra el Presidente Sebastián Piñera Echenique y su cortina de humo con el Mundial 2030, el bosque nativo destruido por las llamas era un poco más de la mitad.

La extrema informalidad del anuncio del Mundial, donde aparecía el Presidente con el Caburgua y su discutible playa concesionada de fondo, pilló a todo el mundo de sorpresa. Sebastián Moreno, quien se dirigía a inaugurar el campeonato a Coquimbo, alertado de la buena nueva, debió dar vuelta en U en la carretera 5 Norte y volver a Quilín para dar una anodina, improvisada y poco informativa conferencia de prensa. El único motivo fue prestarle ropa a S.E. y dar a entender que la ANFP estaba al tanto.

Conté en una columna hace un par de semanas que cumplí 30 años de periodista deportivo. El año de mi debut, frente al teclado de una anacrónica Olivetti Lettera, fue el del Cóndor Rojas. Rápido se pierde la ingenuidad en este oficio si es que se hace con un mínimo de sentido crítico. A esta altura, las ruedas de carreta me quedan muy grandes para recibir la sagrada comunión. La primera pregunta que debe hacerse un periodista ante tamaña noticia es: ¿Por qué tanta improvisación para algo tan grande? ¿No merecía un mínimo de solemnidad y decoro? Al menos una declaración conjunta del Presidente Sebastián Piñera y los otros tres presidentes sudamericanos. Por último, un tuit en común o una breve rueda de prensa con el mismo Sebastián Moreno.

Detalle fundamental es que Piñera no había hablado en varios días. Y había temas para que un presidente explicara, comenzando por el 54% de aumentos en muertes en las salas de espera de la salud pública y culminando con el megaincendio en Aysén que no piensa en terminar y que tiene al alcalde de Cochrane, oficialista, pidiendo ayuda al extranjero por la terrible magnitud e indefensión de su comuna.

Luego, la noticia no rebotó en ninguna parte. No habló ninguno de los otros tres presidentes involucrados, la prensa de Argentina, Uruguay y Paraguay apenas le dio espacio, si es que lo mencionó, y los presidentes de las federaciones locales tampoco dijeron nada. Y eso que el paraguayo Robert Harrison estuvo en Chile esta semana cerrando el contrato de Eduardo Berizzo para su selección.

Después de una semana, el único rebote ha sido un tuiteo de un funcionario menor argentino dando la bienvenida a Chile a la intención de postular. Es decir, para no quedar tan mal parados, le pidieron una paleteada a un gobierno amigo para que les hiciera algo de eco. La ministra del Deporte, Pauline Kantor, ha insistido que se viene trabajando hace muchos meses y que nada ha sido improvisado. Nada, salvo el anuncio a la matacaballo en una semana muy complicada y llena de noticias negativas. ¿Por qué tanta informalidad para algo tan importante, señora ministra? ¿Por qué el apuro por meter un tema que se supone "se viene trabajando hace varios meses"?

Que Chile va a postular al Mundial 2030 con Argentina, Paraguay y Uruguay, muy bien. Que se gane la candidatura y se haga el evento. Pero hay cosas que exigen un mínimo de compostura. Y ya que algunos han sacado la gesta de 1962 para justificar este acto de desprolijidad extrema, es justo recordar que ni Carlos Ibáñez del Campo ni Jorge Alessandri Rodríguez, presidentes en la postulación y en el Mundial respectivamente, usaron políticamente el evento o madrugaron a los dirigentes y organizadores con anuncios improvisados. Alessandri, sin ir más lejos, ni siquiera mencionó la realización del Mundial en su cuenta al país en mayo de 1962.