En 2016, Juan Carlos Villarroel (30 años) quiso ser osado. Tras correr la carrera promocional del Ironman de Pucón en 2015, en la siguiente edición se inscribió para intentar superar la prueba mayor. El resultado fue una carrera que duró casi dos horas en el agua y con el atleta -por reglamento- descalificado. El golpe estuvo lejos de frustrarlo.
Hay que comenzar explicando que Villarroel no es un deportista común y corriente: tiene discapacidad visual y es uno de los pocos triatletas paralímpicos que existen en Chile. Su minusvalía no le tuerce.
Este año volvió por la revancha y la alegría fue gigante. Se transformó en el primer paralímpico en completar el Ironman 70.3 de Pucón. Lo hizo en 7 horas 46 minutos y 35 segundos, una proeza inédita para él. "Si no hubiera podido este año, lo hubiese intentado en el otro; y si no resultaba en el otro, lo intentaba al siguiente. Si tienes una meta, debes cumplirla. El peor enemigo es uno mismo", comentó aquella ocasión tras cruzar la meta.
La proeza del estudiante de Derecho de la Universidad de Chile fue total. Hasta antes de la carrera, su participación estuvo en duda, pues su guía en la natación, Camilo Maldonado, no pudo estar ese día en la prueba. Tuvo que buscar soluciones y allí apareció Pedro Araya, un preparador físico que fue su lazarillo en el agua. Lo conoció un día antes.
Ahora, Villarroel se proyecta en la especialidad como pocos en el mundo. Corrió en Sarasota, donde sufrió el robo de su bicicleta, pero sigue avanzando en una disciplina que lo motiva. "El próximo año vuelvo a correr en Pucón", asegura.