En Brasil todo fue alegría en esta Copa América. El Scratch femenino consigue su octava corona continental, esta vez con una campaña perfecta. El tanto de Debinha, pasada la media hora de encuentro, fue suficiente para confirmar que siguen siendo el elenco más poderoso del contexto sudamericano.
Las dirigidas por Pia Sundhage ganaron todos sus partidos, anotaron veinte goles y no recibieron ninguno. Supremacía absoluta en el concierto subcontinental, donde en solo una ocasión no se adjudicaron con el título.
Está vez les costó, eso sí. Más allá de los números, perfectos por donde se les mire, la selección de Colombia fue un duro escollo en la final. Apelando al pundonor, al amor propio y a las ganas de no decepcionar a su gente, que repletó el Estadio Alfonso López de Bucaramanga, las locales le hicieron batalla a Brasil.
En los primeros instantes, las cafetaleras se plantaron adelante. No hicieron pasar mayores zozobras a Lorena, la golera de la canarinha, pero si ilusionaron a los presentes con sus acercamientos, mayormente mediante balones detenidos. La proyección de Manuela Vargas era una de las armas con las que Colombia sorprendía a Brasil.
No obstante, en minutos se dio vuelta el panorama. El fútbol se define por detalles. Esta vez, por un penal cometido precisamente por Vargas, quien hasta ese minuto era de una de las mejores de la cancha. La infracción sobre Debinha fue señalada como pena máxima por parte de la jueza argentina María Laura Fortunato.
A los 39′ llegó la apertura de la cuenta y, a la postre, único tanto de la noche. Débora Cristiane de Oliveira, Debinha, fue la encargada de ejecutar el lanzamiento. Un tiro con el pie derecho que engañó a la portera Catalina Pérez fue suficiente para que todo Brasil se funda en un abrazo. Sexto gol para la atacante, que alcanzaba a la argentina Yamila Rodríguez en la tabla de máximas anotadoras.
Sin complicaciones
El segundo tiempo fue jugado en terreno brasileño. Colombia, empujadas por el público, buscaba la hazaña. Un tanto podría estirar el encuentro hasta el alargue. Claro que algún momento el rigor de los minutos les pasó la cuenta a las locales, que no están acostumbradas a la intensidad ofrecida por las estrellas verdeamarelas —hoy de azul—.
Cuando eso sucedió, Brasil les quitó la pelota. No mostró profundidad. No tenía intenciones de aumentar, el 1-0 las conformaba. Pero manejaban el balón y dejaban destellos de su técnica. Jugaban con el cronómetro a su favor.
El asunto se volteó nuevamente cerca del final. No así el marcador. Como se acostumbra en este tipo de definiciones, el equipo que perdía lanzó todas sus fichas y se fue con lo que había —y lo que no también— en busca de la ansiada paridad. Los gritos y cantos no cesaban en Bucaramanga. Colombia quería la corona. El subcampeonato ya lo conocían, por las ediciones de 2010 y 2014.
Pero el gol no llegó. Apelando a la experiencia, Brasil quemó los minutos de agregado aguantando la bola más cerca del pórtico rival que del propio. Una oportunidad les bastó para marcar la diferencia. De esta forma, suman su octava corona: 1991, 1995, 1998, 2003, 2010, 2014, 2018 y 2022. Solo en 2006, cuando el título se fue a Argentina, no lograron ganar.
Definidas las posiciones, la verdeamarela se clasifica al Mundial de 2023 y a los Juegos Olímpicos de 2024, mismo premio que consigue Colombia. También se va directo a la cita planetaria la selección argentina. Mientras que al repechaje van Chile y Paraguay.