Es cierto que los números no hablan, pero sí transmiten certezas. En esa premisa, la condición formadora de la Universidad Católica es inobjetable. No solo por la gran cantidad de jugadores de su prolífica cantera que protagonizan el campeonato nacional. En el extranjero, la sentencia es la misma. La Tercera realizó un catastro de los 45 jugadores en las ligas más importantes en el extranjero, una lista en la que el cuadro cruzado es el que ha formado a casi un cuarto de ellos.
De hecho, once de esos futbolistas dieron sus primeros pasos en San Carlos de Apoquindo. Pero más allá de la cantidad de elementos de la franja en campeonatos fuera de las fronteras, existe un valor cualitativo que es aún más destacable. En ese escenario, más de un tercio de los atletas chilenos que militan en las cinco mejores ligas del mundo, fueron pulidos en la disciplina de la UC y la mayoría de ellos dio su primer gran salto a Europa desde Las Condes. Tal es el caso de Guillermo Maripán en el Monaco y Enzo Roco en el Elche. Ellos representan más de un tercio de los ocho elementos nacionales que militan en las ligas top de Europa: Liga Premier de Inglaterra, LaLiga de España, la Ligue 1 de Francia, Serie A de Italia y la Bundesliga en Alemania.
En el caso del central monegasco, partió en julio de 2017 desde el equipo cruzado al Deportivo Alavés antes de recalar en una de las instituciones más importantes del torneo galo. Roco se fue antes, en 2014, al mismo elenco ilicitano a donde regresó después de una vuelta larga. El caso de Gary Medel es diferente, ya estaba en Boca Juniors cuando emigró a Sevilla, a finales de enero de 2011.
Una situación especial es la de Diego Valencia, quien jugó en las cadetes de La Serena hasta los 16 años, donde fue descubierto por el club franjeado. Un escenario parecido al de Diego Rubio: jugó hasta los 14 años en la UC, antes de marcharse a Colo Colo, desde donde dio el paso al extranjero.
Tradición cruzada
Pero esta tendencia no es algo nuevo. Desde principios de la década de los años 80 que la política formativa de la Católica sufrió un cambio radical, que le permitió llegar a ser la gran escuela del fútbol chileno.
“Esto comienza en 1980, cuando Alberto Fouillioux tomó las decisiones en las divisiones inferiores. Trajo elementos de la escuela francesa y los aplicó con lo que teníamos en Chile, con algunas incrustaciones. Después Tito se fue a la televisión e Ignacio Prieto continuó con su trabajo. Una dinámica que se mantenido hasta el día de hoy. Si tú te fijas, Universidad Católica es el gran formador del fútbol chileno. No solo en la primera categoría. Muchos jugadores salieron de acá y se fueron a la Primera B, a la Segunda Profesional e, incluso, a la tercera categoría”, confirma Mario Lepe, coordinador de inferiores en el equipo de la franja.
Un cambio de paradigma en la captación de jugadores. Porque el equipo cruzado amplió sus fronteras y fue a buscar el talento lejos de casa, tal como reconoce Lepe.
“En esa época, uno de los principales cambios que vivió el departamento de inferiores fue el reclutamiento de los chicos. El club comenzó a traer chicos de otros lados, no solo de la zona alta. En ese sentido, la institución es pionera. Porque incluso empezó a traer incipientes futbolistas de otros equipos que pudieran adaptarse a la nueva filosofía del club”, dice el chileno que más veces disputó la Copa Libertadores.
Uno de los grandes responsables en la captación en los últimos años fue Alfonso Garcés. A los 83 años, el exfuncionario de Cruzados planteó su retiro a comienzos de mes, después de casi un cuarto de siglo descubriendo a jugadores como Gary Medel, Marcelino Núñez, Benjamín Kuscevic, Ignacio Saavedra o Mauricio Isla; solo por citar algunos ejemplos.
“Este éxito se basa en la política del club”, expresa el mismo Garcés. “La pega mía era llevar a los chicos que me parecía podían trabajar bien en divisiones inferiores, que pudieran ser afines al trabajo que se hace en la UC. Lo hacíamos en campeonatos escolares, en el fútbol de barrio, en el fútbol amateur o por algún dato que nos pasaban. Había muchos viajes, porque tuvimos ampliar nuestras zonas geográficas para llegar a ese talento. Muchos jugadores no llegaron, la mayoría. Pero muchos triunfaron. En todo caso, aquí todo el crédito se lo lleva el club, los técnicos y la directiva. Ellos son los que van puliendo a esos jugadores. A Marcelino Núñez, por ejemplo, lo vimos en un torneo escolar. Antes se jugaban campeonatos locales, provinciales y luego los nacionales. Ahora solo se llega a la penúltima instancia, lo que hace que se pierda mucho talento en el camino”, detalla.
Trabajo integral
Aunque del descubrimiento de esas jóvenes promesas es solo la primera parte del desarrollo. Una de las máximas del suceso que ha tenido el área formativa del equipo de la franja es la preparación global de esos noveles futbolistas. No solo en el plano físico y táctico, sino en todas las necesidades que rodean a los adolescentes que quieren triunfar como futbolistas.
“Cuando se comenzó a hacer este trabajo en la UC no había profesionales de apoyo. Antes no existían sicólogos, nutricionistas o asistentes sociales. Profesionales que comenzaron a trabajar en ese proyecto que se inició en el ‘80, pero que se ha mantenido a lo largo del tiempo. Porque la filosofía es buscar la formación de los jugadores en su plenitud, formarlos en todo sentido. En sentido, el trabajo de menores es orgullo para la institución”, asegura Lepe.
Una opinión que es secundada por Garcés, quien agrega otro punto. “Existen muchos factores para que un jugador triunfe. Por eso el club se preocupa de cada uno de los detalles. Esa es la gran receta de Universidad Católica. Situaciones económicas y de traslado que son diferentes. Es un todo. Porque hay tantos factores que viven estos chicos, es como criar niños y este club es su casa. Son vistos por médicos, por traumatólogos, se preocupan del colegio y de la alimentación”.
Garcés insiste: “Llegan a edades difíciles, por el paso de una edad a otra. Con diferentes tipos de carácter y algunas mañas que puedan traer. Se deben acoplar a una situación global, entonces en la Católica no solo los preparan como buenos futbolistas, físicos y tácticos, sino que también en valores. Deben ajustarse a una disciplina que deben acatar para seguir en el club. Porque la familia te entrega un niño para moldearlo a través del deporte. Todos tenemos buena voluntad en eso, pero en el camino hay tropiezos y algunos niños no llegan por diversos factores”.