El traje le queda justo. A medida. Cuando todos creen que se viene la caída, Uruguay demuestra que está más vivo que nunca. Con el liderato del grupo en juego, con el local enfrente, los charrúas dejaron en claro que son un rival al que nadie quiere enfrentar en esta instancia. Rusia lo padeció durante 90 minutos, sin que le hiciera cosquillas al cuadro de Tabárez. Y al final, el 3-0 marcó la distancia justa.

Uruguay no hizo dos buenos primeros partidos. Pese a ganar, el juego no apareció. Y no es que sean icónicos exponentes del fútbol-espectáculo, sino que derechamente tuvo malas presentaciones ofensivamente. Ni Suárez ni Cavani se vieron cómodos en la cancha, ni menos recibieron muchas asistencias de sus compañeros. La responsabilidad de tener que llevar los partidos ante rivales en el papel inferiores les jugó en contra.

Por eso, ante Rusia, el dueño de casa y envalentonado por la posibilidad de ganar el grupo, Uruguay al fin se sintió cómodo. Arropado como verdugo, sin la obligación de tener que adueñarse del trámite, los sudamericanos fueron midiendo a su rival. Primero para maniatarlo, sacarle el vértigo habitual que mostraron en esta Copa, y luego para asestar el golpe. Quién otro que Luis Suárez para enseñar el camino. Un tiro libre del delantero le permitió al equipo de Tabárez abrir la cuenta y empezar a asegurar el primer lugar.

Tabárez tomó nota de la anteriores presentaciones. Cambió algunos intérpretes, sobre todo en el mediocampo, para darle algo más de vuelo al equipo. Por ello, el técnico puso a Torreira como volante central y adelantó a Bentancur, para ubicarlo casi como enganche. Una posición muchas veces desestimada en Uruguay, pero necesaria para que Suárez y Cavani no quedaran entregados a su suerte con el fondo ruso.

A partir de esos movimientos, la Celeste no sólo le quitó velocidad a los rusos, sino que manejó mejor el balón. Dejó de lado el habitual overol para jugar el partido desde el manejo de Bentancur. Fue más preciso en la transición ofensiva, asegurándose nunca quedar mal parado atrás, lo que conocen de memoria. Además contó con la necesaria fortuna para estirar las cifras. Antes de la media hora inicial, un remate desde fuera del área de Diego Laxalt se desvió en el camino en Cheryshev, descolocando al portero Afinkeev.

El segundo tiempo estuvo demás. Uruguay solo hizo transcurrir, buscando únicamente a Cavani para que se inscribiera en la tabla de artilleros. Parecía una tarea imposible, hasta que en el final, un balón suelto tras un gran cabezazo de Godín, el del PSG pudo sellar el 3-0 final. La Celeste está de vuelta. En el momento justo. Cuando los partidos valen y lo tienen como al verdugo. Ahora, el Portugal de Cristiano tiembla, pues conocen cómo saben competir los charrúas. Así, mostrando los dientes, agazapado. Como lo dice su historia.

Por ello es que el Maestro, ya en la conferencia, no pudo esconder su satisfacción."Sabemos que nosotros, al mejorar el juego, vamos a tener oportunidades". Sus delanteros están en su salsa y aunque no habían gustado, ayer las criticas se apaciguaron.