Ricardo Gareca vive un tenso momento en la selección chilena. No solo por los malos resultados, sino también en su relación con los medios de comunicación y las críticas que surgen espontáneas del medio, el mismo que lo pidió a gritos a comienzos de año.

Porque el técnico argentino era el mejor técnico del mercado para enmendar el rumbo de la Roja. Un adiestrador de experiencia, quien había llevado a Perú a un Mundial después de 36 años y que estuvo muy cerca de repetirlo, en 2022.

Entonces, el puzle encajaba de manera perfecta. La federación nacional de fútbol tomó contacto con el Tigre y los hinchas lo aprobaron. La conversación fue fluida y el exatacante no demoró en dar el sí.

El equipo generó buenas sensaciones en los encuentros amistosos y todo iba sobre ruedas. Sin embargo, la selección se cayó en la Copa América de 2024. Cosechó dos empates y una derrota, pero no anotó goles.

Encima, con el reinicio de las Eliminatorias Sudamericanas las cosas tampoco fueron mejores. Derrota en Argentina por 3-0 y una caída histórica ante Bolivia en el Nacional.

El Tigre no encontró las respuestas en la cancha, pero tampoco fuera de ella. Algo se había quebrado. La seguridad que transmitía meses atrás ya no estaba. Así, el entrenador mantuvo una tirante conferencia tras la derrota 2-1 frente a los altiplánico.

“A ver, que me definan qué es vergonzoso. Eso sería si se agarran a trompadas en el campo de juego, con expulsados, imagen sin entrega y que se bajó los brazos. Es fútbol, nivel selección, cualquiera le gana a cualquiera”, fue una de las respuestas del DT.

Asimismo, concluyó que “no sé cuál es el criterio de vergonzoso. Eso no tiene nada que ver. Esto es comunicación para la gente. Saquemos el tema vergonzoso. Cualquier selección le gana a otro. Es parte del juego, siempre y cuando haya calidad. Mientras todos entreguemos todo y estemos compenetrados ni actos de indisciplina”.

El último capítulo

Fue el tenor que mantuvo en su nueva aparición ante los periodistas. El partido ante Brasil representa un desafío diferente. No solo por el linaje del adversario, sino porque una derrota catastrófica bien puede apurar una salida.

Idea que, aunque no se expresó de manera palmaria, estuvo latente en la comparecencia del DT. Visiblemente nervioso, exaltado a ratos, el argentino protagonizó fuertes momentos en las alocuciones más tensas en sus casi ocho meses en Chile.

“Uno puede criticar, lo pueden hacer. Ahora, yo no puedo debatir con ustedes porque no son directores técnicos, no saben lo que es estar en un vestuario con jugadores que, de pronto, son figuras, millonarios y que se dedican y uno tiene que tomar decisiones”, fue una de las frases con la que se enfrentó a los medios.

Tirante intercambio de opiniones. Sobre todo, cuando el Tigre insistió en la idea de que no existía un equilibrio entre labor de los profesionales de las comunicaciones y un técnico de su trayectoria.

“Es lo mismo que yo quiera opinar de medicina. Puedo decir ‘estás engripado, tomá algo’. No puedo hablar con propiedad, puedo opinar simplemente. Nadie de ustedes sabe lo que es estar frente a un plantel y tomar decisiones. Los técnicos sabemos este tipo de cosas. Ustedes no son técnico, yo sí”, destacó Gareca.

Asimismo, para reafirmar su discurso, el argentino tiró el currículo a la mesa con un dejo de soberbia. Argumentos que pusieron una nueva frontera desde la perspectiva del Tigre: “no te contesta cualquiera”.

“Te habla un técnico que vivió un proceso de 7 años y medio y que le tocó poner a jugadores sin experiencia. Y esa selección logró objetivos importantes. De una posición de ranking FIFA de 50 o 60, llegó a estar en 2017 en el puesto 10 del mundo. Ustedes tienen esa información, como lo saben todo. No te está contestando cualquiera”, estableció el transandino.

Una desazón que se trasladó al resto de la jornada. Porque, aunque estaba programado un nuevo entrenamiento para el miércoles en la tarde, lo cierto es que Gareca cambió sobre la marcha su decisión.

En ese escenario, el Tigre suspendió la práctica. En su lugar prefirió sostener conversaciones individuales y grupales con los jugadores, como corolario de una tormentosa antesala de un encuentro de suma importancia.