Los vaivenes de Sáez, el tercer tenista chileno sancionado por corrupción
El deportista prometía en sus inicios y llegó a ser 230 del mundo, pero la noche y otras malas decisiones frenaron su carrera. Hoy vive en Estados Unidos, donde trabaja en una academia.
A las 4.27 de la madrugada de ayer, la Unidad de Integridad del Tenis, con sede en Londres, envió a los principales medios de comunicación del mundo el resultado de la investigación en contra de Juan Carlos Sáez. La sentencia fue lapidaria: una suspensión de ocho años y una multa de US$ 12.500 por no colaborar con una investigación sobre arreglos de partidos.
"Cuando la TIU lo entrevistó en relación con las alertas de apuestas en los partidos en los que había jugado, el jugador de 28 años no cumplió reiteradamente con una solicitud de proporcionar su teléfono móvil para análisis forenses", señala el informe, que además detalla que el tenista nacional admitió haber recibido una propuesta corrupta en un Futuro en Chile, que no informó a las autoridades, como lo exigen las normas anticorrupción, por lo que Richard McLaren, el mismo del informe de dopaje que sepultó a Rusia, decidió establecer la sanción.
Este año, el organismo también sancionó de por vida a Mauricio Álvarez y castigó por dos años y medio a Cristóbal Saavedra. Antes de eso, nunca un chileno había sido condenado.
Poco queda del tenista que fue 230 del mundo que hace un tiempo hizo una dura autocrítica. "A mí se me juzga mucho por la noche. Que me encanta la joda y el hueveo. Y es verdad, me gustó mucho; hice cosas que no debería haber hecho. Tuve un accidente gracias a eso; perdí mi mejor momento", confesaba a La Tercera, en una entrevista en 2017.
Pinky también se vio involucrado en complicados incidentes, como el que vivióa la salidad de la discoteca Las Urracas, en noviembre de 2015, justo cuando cumplía su mejor año en el circuito, en el que incluso debutó con un triunfo en Copa Davis. "Estábamos saliendo de la disco con unos amigos y unas amigas, cuando unos argentinos empezaron a molestar a las niñas. Yo estaba mirando, cuando de la nada, llega un tipo y me pega un combo maletero sin que me diera cuenta", relataba en ese momento. El resultado: doble fractura de mandíbula, que lo obligó a terminar anticipadamente la temporada.
Sin duda, su momento más polémico ocurrió a fines de 2016, cuando Ulises Cerda, expresidente de la Federación de Tenis, lo vinculó a él y a Ricardo Urzúa con amaños de partidos, luego de una alerta emitida por una agencia polaca por un inusual flujo de apuestas en un Futuro realizado en Talca.
Por esta razón, los aludidos acudieron al Comité Nacional de Arbitraje Deportivo, que inhabilitó a Cerda de cualquier cargo deportivo por dos años, después de establecer que en "actuaciones que implican una vulneración arbitraria de los derechos de los deportistas…", según el fallo.
A comienzos de 2016, Sáez, reconocía en estas mismas líneas haber recibido propuestas para vender sus partidos. "No alcancé a recibir ofertas concretas. Supe que eran 18 mil dólares, estuve a punto de aceptar, porque necesitaba plata para viajar, pero por miedo dije que no".
Llena de altibajos, la carrera de Sáez continuó hasta 2018. Después desapareció del circuito. A fines del año pasado, se casó y se radicó en Estados Unidos, donde trabaja en la academia de los argentinos Matías Polonsky y Brian Dabul. Este último, al ser consultado por este diario sobre la situación de Sáez, no ocultó su sorpresa: "Estoy en un torneo con unos jugadores y no he hablado con él, así que no sé qué decir. Cuando vuelva a la academia, tengo que hablar con él".
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