Valentina trepa por Chile

VALENTINA CARVALLO

En 16 días, Carvallo cumplió con el desafío 39 Latitudes. Recorrió todas las regiones del país nadando, pedaleando y corriendo; 824 kilómetros en total.



Lo más dificil del último desafío de Valentina Carvallo, dice la propia triatleta, fue nadar por las torrentosas y frías aguas del Estrecho de Magallanes, en Punta Arenas. Allí, a los pies de Chile y donde practicamente se acaba el mundo, finalizó la aventura que la tuvo durante 16 días corriendo un triatlón diario. "Le llamamos 39 Latitudes, porque son las que tiene Chile y las recorrimos todas", dice la deportista.

"Hacía mucho frío, al punto que salí prácticamente con hipotermia del agua", confiesa las dos veces campeona del Ironman de Pucón. El lunes fue su última parada, la más dolorosa.

Lo cuenta entre risas, sin ocultar la alegría propia del que cumple una promesa impensada. Se la había propuesto a mediados de 2017, cuando tras dar a luz al pequeño Lucas, volvió a trazar metas pensando en su vuelta a la alta competencia. Bastó un poco de ingenio para definirla: recorrer cada región del país realizando un triatlón. Es decir, nadar 1.500 metros, pedalear 40 kilómetros y correr otros 10k, una vez por día; 824 kilómetros en total. "La idea nació de mí", asegura Carvallo, quien ayer al fin pudo tomar un descanso.

Su desafío comenzó en Arica y fue descendiendo al sur, sumando a fanáticos y aficionados que la acompañaron en cada parada. "La gente se pasó. Muchos llegaban a apoyarme desde temprano. En Concepción, por ejemplo, la gente que me acompañó tuvo que levantarse a las cinco de la mañana para llegar a largar conmigo", reconoce. Incluso se sumó Ellie Salthouse en Santiago, la australiana que finalizó segunda este año en Pucón, uno de los proyectos olímpicos del gigante oceánico.

Son pocas las personas que pueden decir que conocen Chile de norte a sur. Valentina, ahora, lo cuenta con orgullo: "Tenemos un país privilegiado, con esta clase de pruebas te das cuenta de eso. Chile tiene paisajes únicos. Primero comienza desértico, pero a medida que vas bajando cada vez se vuelve más verde y con más vegetación".

Su prueba fue supervisada por un equipo de 17 personas, entre miembros de la producción, auspiciadores y familia. Su traslado de región a región lo hizo a través de una casa rodante, donde la acompañaba su núcleo, aunque la caravana se movía en tres vehículos más.

"Fue duro, mucho más de lo que pensábamos. Las jornadas fueron larguísimas, comenzábamos a las siete de la mañana y terminábamos a las ocho de la tarde", cuenta David Rojas, de Prokart, la productora a cargo de la logística del desafío. Para nadar, pedalear y correr, se debió delimitar cada lugar por el que pasaría la atleta con vallas y señalizaciones. "El apoyo de Carabineros fue fundamental", agradece Carvallo, ahora una suerte de Forrest Gump del triatlón.

Dicen que un triatleta debe tener dos cualidades fundamentales: disfrutar del dolor físico y saber madurar. Carvallo cumple ambas a la perfección. Y ahora, que se acabaron los traslados por tierra o aire (como ocurrió en las dos últimas paradas), ya planea su nueva meta, los Juegos de Tokio 2020.

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