Ni Cristiano Ronaldo, ni Diego Costa ni Luis Suárez. Tampoco Silva, Cavani o Pepe. El gran protagonista de la jornada de ayer de la Copa del Mundo fue el VAR. Por paliza. La videoasistencia se robó la película en tres de los cuatro partidos del lunes, manteniendo en vilo hasta el último segundo a los futbolistas y también a los hinchas, con cobros que incluso merecieron más tiempo de lo normal para ratificarse. Y con el morbo de que esta vez las revisiones definieron los resultados de los partidos y, por si fuera poco, decidiendo los cruces de octavos de final. En el último segundo. La tecnología, por primera vez, supera por goleada al fútbol en Rusia.
Desde temprano, el VAR metió la cola. Aunque no se jugaban nada, más que el honor de despedirse con un triunfo, Arabia Saudita y Egipto protagonizaron un partido caliente. Mucho tuvo que ver el juez Wilmar Roldán, que en el primer tiempo sancionó dos penales en favor del seleccionado asiático. Cobros que merecieron revisión de la cabina, sobre todo el segundo, en el que el árbitro tardó casi un minuto en ratificar su propia decisión, tras ver una y otra vez la repetición de la jugada en su monitor particular. Acciones discutibles, ambas, pero que finalmente no terminarían siendo torcidas por la tecnología.
Lo sucedido en Volgogrado sería el preludio de lo que vendría en la noche rusa. Porque lo ocurrido en los choques entre Irán ante Portugal y España con Túnez. Quedará grabado para siempre en los libros. No solo hubo cobros de última hora producto de la videoasistencia, sino que además aquellas sanciones incidieron directamente en los cruces de octavos de final.
Penales, gol agónico validado tras revisión del fuera de juego y una tarjeta amarilla para Cristiano Ronaldo que bien pudo ser expulsión con un poco más de rigurosidad, fueron el resumen de un desenlace dramático del Grupo B. Todo arrancó temprano en el segundo tiempo del duelo entre portugueses e iraníes. El astro del Real Madrid cayó en el área y el juez Enrique Cáceres no compró el piscinazo. Sin embargo, tras la sugerencia de la cabina decidió ir al monitor a confirmar la decisión. Ahí, viendo la repetición, dio marcha atrás y finalmente sancionó la pena máxima. Polémica enorme, que se mitigaría en parte porque el ariete falló en la ejecución.
No sería la única acción en la que estuvo comprometida Cristiano. En la recta final del partido, el portugués golpeó al defensor Pouraliganji, sin que el juez se percatara. Advertido por los asistentes del VAR, el árbitro Cáceres fue a ver su monitor para revisar la acción, determinando solo amarilla para el goleador. Decisión que provocó el enojo de todo el seleccionado iraní que creía que merecía la expulsión.
Pero lo mejor vendría sobre el final. Con aparición en las dos canchas. Porque a esa altura, Portugal quedaba primero y España como escolta. Es decir, los lusitanos jugarían con Uruguay y los de Hierro ante Rusia. Incluso, aquellos cruces se mantenían luego de que la videoasistencia validara el empate de Iago Aspas ante Marruecos, minutos después de que fuese anulado por eventual fuera de juego. La tecnología le daba una mano a los hispanos para salvar el invicto.
Pero casi a la vez, en el área de Portugal, una mano de Cedric no apreciada por Cáceres, sí fue advertida por la cabina, que requirió revisión. El paraguayo, luego de unos segundos, otra vez reculó y volvió a señalar la pena máxima. Esta vez el lanzamiento desde los 12 pasos sí fue gol. Empate polémico que cambiaría el orden de los cruces de octavos. Para seguir discutiendo varios días. Y para insistir que el VAR se quedó para siempre en el fútbol.