Desde FIFA han dicho hasta el cansancio que el Video Assistant Referee, la gran novedad tecnológica del Mundial de Rusia, no será utilizado en cada jugada dudosa. Que las decisiones competerán al árbitro, que su criterio es el que prevalecerá en primera instancia y que recién, cuando los asistentes del VAR se lo recomienden desde el centro de operaciones en Moscú, las repeticiones de jugadas pasarán a escena.

Por eso, en el partido inaugural entre los rusos y Arabia Saudita, el VAR no fue utilizado. Ni siquiera cuando hubo algún ápice de duda. A decir verdad, poco se extrañó el uso de la tecnología en el estreno de la cita planetaria. No hubo ninguna jugada tan polémica como para verla repetida y que los jueces cambiaran su decisión. Las decisiones en vivo parecieron acertadas y sólo las repeticiones de la transmisión traían algo de duda a ciertas jugadas.

Hubo un amago de falta de un ruso en la apertura de la cuenta, pero no fue tal. El juez Pitana siempre se mostró firme en la validación del gol y las imágenes así lo reafirman. También hubo un error, pero no demasiado grave: un offside que no se cobró como tal terminó en un tiro de esquina.

Quizás si la jugada más polémica (que en la cancha no lo fue tal), llegó cuando el partido ya estaba definido: Dzyuba recibió adelantado un pase largo, habilitó a Cheryshev y éste anotó el 4-0. Nadie pidió el VAR y el gol se validó. Ahí, la culpa no es de los árbitros en cancha, sino que de los que están observando el partido en una sala. Entre ellos, el chileno Carlos Astroza. Si lo vieron, ese gol no debió haber valido.

Son justamente ese tipo de decisiones de no recurrir al VAR las que le dan más fuerza a sus detractores. Un elemento que podría ser objetivo, como la reiteración de imágenes, pasa a no serlo cuando no se decide usarlo.

De todas formas, en la suma y en la resta, el VAR pasó desapercibido en su estreno en mundiales.