Se acaba 2018. Algunos con la soga al cuello como San Luis y otros oliendo el perfume del éxito como San José. Sintiendo en la nuca el aliento de sus pares universitarios, la UC acude a los recursos del coaching. Percibe quiebres en la tropa en esta recta final; debe transformar esa incesante presión y ansiedad en el equilibrio necesario para enfrentar las últimas batallas.

El coaching no es cualquier charla de índole motivacional, es un proceso de aprendizaje basado en la confianza. Es un proceso conversacional. Y aquí yace el factor más importante, que es la emocionalidad sin perder el contexto físico. Beñat sabe que aquí caben los juicios de las experiencias pasadas y presentes: esos torneos perdidos a última hora, esos puntos perdidos ahora tras largos empates que los mantiene en la cima, pero con el peligro de que el pan se queme en la puerta del horno.

Este trabajo debe tener la mejor interpretación para una mayor comprensión, y así ahuyentar los fantasmas de épocas pasadas. En ese camarín asustadizo se deben decir las cosas con un buen feedback.

Preguntarse... ¿Cómo superar la situación actual, la presión de los rivales, de sus hinchas, de los dirigentes? ¿Qué les impide actuar como verdaderos líderes, dejando puntos vitales en el camino? ¿Qué los bloquea?

Un buen coaching les permitiría, en cuanto a la corporalidad, volver a pararse con sus posturas y gestos de ser los mejores. En la emocionalidad, los juicios, la autoconfianza y el afecto a sí mismos. Y en el lenguaje, la coherencia del discurso.

El DT español sabe que debe ser un buen facilitador del desempeño de sus jugadores. Que San Carlos es inexpugnable. Que debe convencerles de que rindan de acuerdo a sus máximas posibilidades. Un partido malo es una lección y no un fracaso. Les quedan dos partidos cruciales. Depende de ellos.

Pero en el pasado, hace 25 años, Universidad de Chile logró remontar nueve puntos de diferencia con la UC. Dicen que la historia es cíclica. ¿Qué sentido se le puede dar a la vida sin convivir con el miedo?