A menos de 50 días del segundo desembarco en Chile del Campeonato del Mundo de Fórmula E (cuya temporada se inicia mañana en Arabia), la competencia de motor de la FIA que promueve la sustentabilidad a través del uso de combustibles limpios y que muchos ven ya como el relevo natural de la Fórmula 1, las reacciones a la revolución eléctrica no dejan de sucederse.

Ayer fue el turno de uno de los principales referentes del mundo del motor de las últimas décadas, el alemán Sebastian Vettel (31), quien se mostró muy crítico, en declaraciones a la prestigiosa revista Auto Motor Und Sport, con el implacable avance de esta tecnología en el universo del automóvil. "No creo que los autos eléctricos resuelvan todos los problemas de este mundo. En mi opinión, es la energía equivocada, es demasiado cara y no es tan limpia como algunos quieren hacernos ver. Piensa en el problema de deshacerse de las baterías. Debido a que no apestan en tu casa, la gente está contenta. Pero apestarán en otra parte", sentenció, de manera categórica, el actual subcampeón planetario de Fórmula 1, antes de continuar, con un punto de resignación, desarrollando su tesis: "En algún momento, estos autos que amamos, con los que aprendimos a manejar, ya no se construirán. Hay que aceptar eso, pero sigo pensando que podremos seguir manejando autos viejos. Lo contrario sería un crimen".

No es, sin embargo, la primera vez que el piloto de Ferrari (tetracampeón con la escudería Red Bull entre 2010 y 2013), carga contra la irrupción de la energía eléctrica en las competencias de monoplazas. "No se puede comparar la Fórmula 1 con la Fórmula E. La F1 es mucho más grande e importante. La Fórmula E nunca podrá reemplazar a la F1", llegó a aseverar en mayo de este mismo año al ser consultado precisamente por la disciplina que Santiago volverá a acoger el 26 de enero próximo.

Si bien es cierto que Vettel no es la primera gran personalidad del paddock en criticar abiertamente la Fórmula E ("es lo peor que he visto en mucho tiempo", dijo Niki Lauda, tras presenciar una presentación de la prueba en 2014), el germano asoma ya como uno de los grandes opositores a un movimiento de renovación tecnológica que se antoja imparable. "Lo que hacemos nosotros es entretenimiento y ese es un terreno que pertenece a las emociones. Si solo se ofreciera un espectáculo de láser en un concierto de rock, faltaría algo. La pregunta es ¿qué espectáculo quiere ver cada uno?", culmina.