Vidal derrota a Vidal

Vidal


Fue una coronación con la firma necesaria de Messi, que si no está, no hay fiesta, pero también con el sello inconfudible de Arturo Vidal, el acoso hacia adelante, la pelota arrebatada al rival cuando creía iniciar la contra, el pulmón incondicional para la causa. Fue asistencia del Rey en el gol que selló el título del Barcelona, de Messi, pero sobre todo fue su característico esfuerzo, inteligente, lo que llevó escrita la jugada de la celebración. Un robo como fuera, con el cuerpo, con la cabeza, en el área contraria, la escenificación literal del célebre "sale Vidal y le quita el balón a todo el mundo" con el que se apellidan en España sus actuaciones.

Una marca personal que no solo le ha dado un título más a su currículum, el 20º, que ha prolongado su racha de ligas consecutivas hasta ocho, sino que le ha abierto unas puertas que encontró herméticamente cerradas. Las del barcelonismo, que lo recibió con desconfianza y hasta molestia.

Después de un inicio en el que tuvo que pelear con los prejuicios, pero fundamentalmente consigo mismo, el chileno fue conquistando sucesivamente a compañeros, entrenador, periodismo y grada. Ya no hay en Barcelona quien reniegue del Rey, cuya cresta parece que estuvo ahí siempre.

Tras convertir cada alineación sin él en una bomba de relojería, volverse un personaje incómodo, propenso al conflicto y las enemistades, incendiar el ambiente a golpe de tuit protesta y malas caras, Vidal entendió que su principal enemigo era él mismo. Que mejor sería contenerse y ponerse a correr. Y lo hizo, jugara un minuto o cien, en cancha propia o ajena, poniendo sus carreras al servicio del colectivo. Y ya no se movió de ahí, robando el balón una y otra vez. Desde aquella mítica pelota que le quitó a Vinicus en el Bernabéu hasta la que le birló al Levante para gritar campeón. Hasta pasar de niñato criticado a profesional referente. Ganar la Liga ha dejado de ser un suceso para Vidal. La noticia es que hoy lo hace como jugador admirado. Y querido. El socio de todos. Incluso, al fin, hasta de sí mismo.

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