Viva el Rey. Puede sonar extraño el grito viniendo de Barcelona, pero ya no hay nadie allí que no lo entone. Arturo Vidal (31 años) tiene convencido a todo el mundo. Los elogios se suceden a la misma velocidad que se amontonan las ovaciones. Tanto que, pese a las sospechas que despertó el ADN, pese al equivocado camino incendiario que escogió el chileno para combatir sus ausencias iniciales, el club ya quiere atar su renovación. O eso dice su prensa. Su actual contrato vence en junio de 2021.
El caso es que el al fin coreado Rey tiene ya a tiro una marca estratosférica y singular: coronarse campeón de Liga por octava vez consecutiva. Que lo va a lograr es un hecho, pero ahora puede agarrarlo de forma aritmética. Para ello necesita ganar hoy a domicilio al Alavés de Maripán y que el Atlético pierda mañana en el Metropolitano ante el Valencia. Será el primero de los cinco match balls que tiene el Barcelona para hacerse con la Liga española.
Vidal ya es el chileno con más títulos fuera del país. Suma 19, 14 ellos conseguidos en Europa. Pero su especialidad es el torneo liguero, algo que se ha vuelto una costumbre. Ganó con el Bayern las tres últimas Bundesligas y, antes, con el Juventus, cuatro scudetti al hilo. La última vez que el 22 azulgrana no alcanzó la liga, jugaba en el Leverkusen, en 2011. Antes de emigrar, con Colo Colo, había sumado otros tres torneos locales.
El objetivo mayor, aquel que se le ha resistido a todo aquel chileno que lo ha intentado (Claudio Bravo lo logró, pero como no jugó nada, la UEFA no se lo convalida), es la Liga de Campeones. Y también está a la vista, aunque a medio plazo. Antes hay que barrer al Liverpool de las semifinales y luego jugarse la final en Madrid, el 1 de junio.
Y mientras espera, Vidal se dedica a robar balones al rival y a ganarse amigos y no enemigos en sus redes sociales.