Villa Olímpica: la ciudadela multicolor que ilumina París

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Villa Olímpica: la ciudadela multicolor que ilumina París 2024

Unos Juegos Olímpicos no se entienden sin la casa de los deportistas. La Villa Olímpica es un lugar alegre donde convergen las culturas, las edades no importan y se viven escenas impensadas. El Deportivo se adentró en el corazón de una zona marcada por la comunidad.



Kum Ryong Ho pide ver mi identificación. Yo le hago preguntas porque quiero saber cómo es la vida en Pyongyang y el contraste que él y su gente deben estar experimentando. Ho viene de la capital más hermética y misteriosa del mundo a habitar por tres semanas un lugar multicultural, lleno de color y alegría.

De los balcones de ese cuarto piso cuelgan las banderas rojas con azul y blanco de Corea del Norte. En el pasillo huele a kimchi. La barriga prominente de Ho dice lo que su credencial confirma: no es atleta, es personal administrativo de la delegación norcoreana.

Junto con Ho hay personas en mejor forma. Una dice que es clavadista, otro levanta los puños dando a entender que es boxeador. Del resto, nadie quiere hablar. O no saben el inglés. O no los dejan decir nada.

Es la Villa Olímpica de los Juegos Olímpicos de París 2024. Un espacio para todas las razas, culturas y posiciones políticas. Si los norcoreanos viven en su mundo y no hablan de su cultura, los keniatas van por las calles bailando y cantando las canciones de su tierra con parlantes a todo volumen.

Del Tokio 2020 pandémico, sin gente y restringido solo queda el recuerdo. El goce está de vuelta. En el norte de la ciudad, en el suburbio de Saint Denis, se instaló el corazón del espíritu olímpico desplegado en 54 hectáreas y en 72 edificios distintos en lo que era Cité du Cinema, un megaproyecto que terminó fracasando.

Por las calles, todas bautizadas con nombres de leyendas del deporte, los deportistas transitan a pie, en shuttles eléctricos o en una de las 500 bicicletas repartidas en la Villa. Un reflejo de lo sustentable que intenta ser la cita olímpica.

También en el comedor con capacidad para 3500 personas de manera simultánea se ofrecerá el doble de comida vegetariana que en citas anteriores. Una medida verde, aunque varios deportistas han reclamado que hace falta más carne.

En el epicentro de la Villa, flanqueado por las 206 banderas de las naciones participantes, los miles de atletas que llegan a reponen energías se encuentran con comida local y opciones asiáticas y afrocaribeñas, en su gran mayoría con productos de origen francés.

Hay, cómo no, una estación de quesos, una panadería y un bar de postres. Antes de entrar hay una pantalla que informa sobre qué tan llenas de gente están las estaciones, y hay un túnel con lavatorios que invita a los atletas a lavarse las manos.

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Chile en la Villa Olímpica de París 2024.

Eso sí, falta “lo básico”, cuenta uno de los deportistas chilenos. ”Intentan hacer todo muy gourmet y cuesta encontrar el arroz, los fideos. Los carbohidratos básicos”, dice el fondista Carlos Díaz. El sábado 10 de agosto competirá en el maratón (apenas la tercera vez que correrá 42 kilómetros) entre los monumentos parisinos más imponentes.

“La Villa es tan grande que voy a poder entrenar sin problemas por acá. Ya estoy mirando las calles, visualizando algunos recorridos cuando necesite salir a correr. Se siente una energía especial y en cuanto llegué empecé a notar lo que son unos Juegos Olímpicos. Compartir con tantos otros deportistas hace que aumenten las ganas”, confiesa Díaz.

Cuando cruce la meta del maratón, habrá culminado la participación chilena. Díaz es el último deportista nacional que competirá en París, un día antes de la ceremonia de clausura.

El buen dormir

Hay un grupo de japoneses que sonríen e invitan, muy entusiastas a personalizar la otra experiencia relacionada a la recuperación. Están ahí para hacer que los deportistas tengan el mejor dormir posible.

Atleta que descansa es atleta que rinde bien, que rompe récords y que brinda buen espectáculo, dicen.

Ahí está Motokuni Takaoka, CEO de Airweave, la compañía creadora de las camas de cartón. Con más energía que cualquier atleta compitiendo, muestra el secreto de sus camas: colchón dividido en tres partes con niveles de rigidez distintos.

Una nadadora de Costa Rica está de pie frente a un aparato que escanea su cuerpo, lo mide y calcula su peso. “Ella tiene el típico cuerpo de nadadora. Como dice la máquina, le vamos a dar una parte suave para su espalda, y dos partes moderadas para el resto del cuerpo”, explica Takaoka.

“A los que tienen espaldas más grandes y mayor masa muscular le damos partes firmes y extra firmes”, agrega. Vendrán luego pesistas kazajos de la categoría más pesada, o gimnastas chinas de un metro y medio.

A pesar de los mitos, el cartón es resistente: aguanta 240 kilogramos. También hay extensiones para los más altos. El tenista chileno Nicolás Jarry fue a buscar una para “alargar” su cama la primera noche que llegó a Saint Denis. Sus 201 centímetros se acomodaron perfecto.

La edad, sólo un número en la Villa

Sin habérselo imaginado, la tenismesista Tania Zheng es una estrella de la pequeña ciudad de deportistas. Una figura solicitada por varios medios que valoran lo atípico de su historia, y lo raro que a sus 58 años esté compitiendo en sus primeros Juegos Olímpicos.

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La china nacionalizada chilena fue a buscar los regalos que les entregan a los deportistas, entre ellos, un smartphone de último modelo. “Me dijeron ‘lo siento, esto es para los atletas, no para los entrenadores’, y yo le dije, ‘perdón, ¡yo soy atleta! ¡cuidado!’, así mostrándoles la credencial. Soy un poco vieja, pero soy atleta”, relata Zheng entre carcajadas.

La Villa Olímpica la está llenando de juventud: “Estar aquí en la Villa se siente muy especial. Veo a tantos deportistas jóvenes, y yo me olvido de mi edad. Pensar que soy parte de ellos. Me muevo en bici, voy a tomar helado con mis compañeros. Me pongo a pensar que si pudiera retroceder el tiempo habría empezado a competir mucho antes”.

Hay en las inmediaciones un gimnasio para los atletas. Las delegaciones más grandes como Australia, Estados Unidos o Gran Bretaña no lo necesitan porque tienen el propio.

El voleibolista de playa Esteban Grimalt dice que el lugar se quedó pequeño. “Se colapsa. Cuesta que se desocupen máquinas o es difícil encontrar tiempo para hacer los ejercicios tranquilo”, reclama. Pero aclara que es un detalle, porque la belleza del complejo lo tiene fascinado.

Lo mismo le produce la hermosura de varios de los estadios de Paris 2024, sobre todo en el que jugará él junto a su primo Marco. ¿El estadio más lindo de la historia olímpica? Es posible en Trocadero, con la Torre Eiffel ahí encima. Un privilegio, según Grimalt.

“La Torre se ve gigante ahí encima. Es icónico y llama mucho la atención. Es el mejor estadio en el que hemos jugado en nuestra carrera. Aunque una vez que nos ponemos a jugar, nos enfocamos en la pelota”, afirma Grimalt, pronto a participar en sus terceros Juegos tras Río de Janeiro y Tokio.

“Estoy sorprendida y muy contenta”, cuenta Antonia Abraham, que hasta que desfiló como abanderada con el Team Chile en las embarcaciones por el río Sena, solo había salido de la mini ciudad para ir a entrenar el remo.

“París tiró la casa por la ventana con estos Juegos”, cree César Abaroa. “Aquí uno camina por la Villa y siente que todos los deportistas están en la misma sintonía. Todos están viviendo el sueño, están muy contentos, con ganas de conversar y conocer gente nueva”.

La Villa es un lugar único y que solamente se repite cada cuatro años. Luego quedará el legado: cuando acaben los Juegos, sus instalaciones serán las viviendas de dos mil familias y la residencia de 800 estudiantes.

Mutará en el futuro. En este julio y agosto de 2024, Abaroa lo describe como el sitio especial que es: “Es como el paraíso”.

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