Arturo Vidal llegó a Río de Janeiro como un verdadero rockstar. Ya en el aeropuerto Galeao, la expectación por su arribo era total. Cientos de curiosos y decenas de periodistas, camarógrafos y fotógrafos, además de los curiosos que levantaban sus teléfonos celulares, intentaban registrar el arribo del volante chileno. También lo esperaba un cartel. “Vidal, novo craque da naçao”, decía, en un mensaje de afecto, pero que resume las expectativas que hay por su fichaje. Todo lo que vino después puede definirse como un eufemismo. El Rey llegaba a Río de Janeiro como invitado, pero en rigor no lo era. Era concebido como refuerzo del Flamengo, pero tampoco lo era. E iba a conocer la ciudad que lo acogería en uno de los últimos pasos de su carrera, pero tampoco sabía desde cuándo.
“Estoy feliz de estar acá. Estamos en conversaciones. Ahora me voy al estadio como hincha de Flamengo y ojalá se gane”, decía, a su llegada, en un intento por no generarse líos con el Inter de Milán que, formalmente, todavía es su empleador. Lo cierto es que Vidal no volvía a Río, donde ya jugó en el Mundial de 2014, de vacaciones: iba a conocer su nueva casa. Y lo hacía acompañado de sus principales asesores y afectos: a su mejor amigo, Carlos Aliaga, se sumó su representante, Fernando Felicevich. Cada uno tenía misiones específicas en la operación. El primero, ayudar al futbolista a buscar el lugar donde residirá. El segundo, afinar las condiciones contractuales del pacto que lo convertirá en el jugador mejor pagado del Brasileirao: contrato de 18 meses, a razón de US$ 4 millones por año y bonos por objetivos. Un lujo que solo los equipos brasileños se pueden permitir en este lado del mundo y, muy probablemente, el último gran contrato del bicampeón de América en su carrera. El otro está en espera: el finiquito con el Inter, que le podría reportar otros US$ 4 millones. Este último pago lo obligó a estar con su mirada en Italia, pues aún no le cancelan el valor pactado.
A Vidal lo recibieron como rey. O como Rey, en alusión al apodo que ha marcado su carrera. Ya pudo disfrutar del cariño de los hinchas del Mengao, quienes lo ovacionaron cuando advirtieron su presencia en las tribunas del Maracaná, al que asistió para presenciar el duelo entre el Flamengo y el Tolima, por los octavos de final de la Copa Libertadores. Hubo cánticos en su honor y, otra vez, un enjambre de celulares apuntando en la dirección en que se encontraba. El vicepresidente de la división de fútbol del club carioca, Marcos Braz actuó como anfitrión. Vidal ya se sentía como en casa. Y la goleada del equipo rubo-preto añadía un elemento clave para que su presentación en sociedad, a media hasta que se formalice su desvinculación del Inter de Milán se transformara en una fiesta.
El nuevo vecino
Las buenas experiencias no se detuvieron ahí, porque Vidal visitó algunas de las atracciones de Río y, como si se tratata de un turista convencional, compartió en sus redes las postales más paradisíacas de su viaje. Sin embargo, no todo fue esparcimiento ni diversión. Siempre preocupado de mantener su estado físico, el futbolista fue visto trotando por las calles del exclusivo sector Barra da Tijuca, donde se asentará una vez que el papeleo esté terminado, con un outfit veraniego, acorde con la temperatura del lugar, y bastante despreocupado por la presencia de la prensa y de los curiosos que lo seguían. Su única precaución ese día fue cubrirse la cabeza con la capucha del polerón que llevaba.
También se encargó de ir al gimnasio y realizar la rutinas de ejercicios que lo mantienen en forma, para unirse lo más pronto posible a las prácticas del cuadro más popular de Brasil. Y, finalmente, en una de las actividades que más llamó la atención, el sábado llegó hasta la playa y se animó a intervenir en un par de partidos de futvoley. En el lugar lo volvieron a acompañar Aliaga y Felicevich. El trío posó con quienes participaron del encuentro.
Retorno y debut
Las jornadas de reconocimiento terminaron el domingo. Por obligación, claro está. Vidal tenía que volver a Italia para terminar formalmente su relación con el Inter, el requisito previo e indispensable para que pueda formalizar el vínculo con el Fla. Sin ese acuerdo, no podrá firmar ni menos debutar por su nuevo club.
En Brasil confían en que ese trámite se realizará sin inconvenientes. Los plazos, al menos, no deberían poner en riesgo el fichaje del Rey. En el Brasileirao el libro de pases se abre el 18 de julio, por lo que solo después de esa jornada puede presentarse en el campeonato local. El calendario pone dos opciones para el estreno del mediocampista, si las gestiones con el Inter terminan de la mejor forma: podría jugar ante Juventude el 20 de julio o en la visita al Avaí el 24 de julio.
De lo que no que no hay dudas es de la óptima condición física en la que llegará el seleccionado chileno, quien en toda sus carrera se ha caracterizado por brindarle una gran atención a ese aspecto. De la adaptación futbolística, tampoco: como escribieron los fanáticos que lo fueron a recibir, Vidal es considerado un crack, que, además, ha superado varias barreras, incluso idiomáticas, en su recorrido. Y los verdaderos cracks rara vez necesitan tiempo para asumir y acostumbrarse a sus nuevos desafíos.