No hay peor atentado contra el propio equipo que un autogol. Lo que se entiende como un accidente carcome a los jugadores por ser incapaces de evitarlo; también por las críticas que conlleva un error como ese. Se cataloga como una torpeza, un infortunio, un descalabro, aunque la pena es la misma.

En Rusia 2018 ya van 10 jugadores víctimas de esta mala fortuna. Diez, el doble que en Brasil 2014. Ayer Sergei Ignashevich convirtió el último de lo que va en este Mundial: tras un centro de Asensio, más la presión de Sergio Ramos, el balón tocó la parte posterior de su pierna e ingreso, de manera inexorable, a su arco.

En el torneo algunos solo han servido de anécdota. No obstante, otros sí han definido partidos. Así pasó en el compromiso entre Irán y Marruecos,cuando Bouhaddouz anotó en su arco y le dio el triunfo a los asiáticos en tiempo agregado. También le sucedió al australiano Bechich, frente a Francia; y a Sommer, de Suiza, cuando un rebote en su cuerpo permitió el empate de Costa Rica.

Así, este Mundial sigue aumentando el récord de autogoles en la historia de la competición. Bien atrás quedaron los seis de Francia '98.