Una ovación hace la previa del momento más esperado de la noche. Ningún otro jugador había sido aplaudido antes de que se le llamara al adornado parqué del Gimnasio Municipal de Concepción. Ya están los chilenos en el medio, viviendo un espectáculo inédito también para ellos. Tribunas abarrotadas y los bordes de la cancha llenos de gente. De pronto, por el altoparlante que le pone música a la jornada, una voz grita fuerte y el coliseo se viene abajo. “¡Con el número 33... Scottie Pippen!”, lanza el animador, desatando la locura. No es un invitado cualquiera. En sus dedos carga tres anillos de la NBA y su figura, la más grande que ha disputado un partido de básquetbol en Chile, alcanza renombre mundial.
El 25 de agosto de 1994, el mejor escudero de Michael Jordan en los Chicago Bulls estuvo de visita en el país junto a un equipo auspiciado por Nike. En plena pretemporada, seis estrellas de la NBA viajaron por Sudamérica jugando amistosos. Entre ellos, el que se disputó en la Región del Bíobio, donde Petrox, que por esos años era el equipo más ganador de la Dimayor junto a Universidad Católica, fue el rival seleccionado para enfrentar a Pippen, Rick Mahorn de los Nets, Billy Owens de los Warriors, Bob Martin de los Clippers y los jugadores de Miami Heat, Grant Long y Harold Miner.
El elenco nacional, con sede en Talcahuano y de origen en la refinería petrolera, ya tenía cuatro torneos nacionales: el de 1988 y el tricampeonato del 90, 91 y 92. En el plantel convivían seleccionados nacionales y jóvenes promesas. En ese entonces, las zonas de Concepción y Temuco dominaban el básquet nacional. Para enfrentar al Nike Team USA, el brasileño Evandro Saraiva fue el único refuerzo y según cuentan miembros de Petrox, era el más entusiasmado con tocar a Pippen. Su trofeo después del partido.
Por estos días en que se estrenó el documental The Last Dance, donde Pippen es uno de los protagonistas, volvieron los recuerdos de aquel histórico encuentro en Concepción. Al plantel de Petrox le informaron un mes antes que tendrían la posibilidad de jugar ante estrellas de la NBA, pero los chilenos no daban crédito. "No creíamos mucho, nos llevamos la sorpresa que de verdad vinieron", dice Daniel Viafora, quien además de jugar, estudiaba en la Universidad de Concepción y trabajaba en la refinería. "Con el tiempo empezó a llegar la implementación y ahí uno iba quedando perplejo", añade Iván Gallardo, base de aquel equipo y hoy administrador del terminal municipal de Castro.
Cuando Pippen y compañía llegaron a Chile, atendieron una serie de actividades programadas en Santiago. El público nacional les demostró su admiración desde el aeropuerto, donde la gente los esperaba y ellos respondieron con saludos, autógrafos y fotografías. Además, tuvieron un entrenamiento frente a un centenar de personas en el Stadio Italiano, atendieron una conferencia de prensa e hicieron una clínica en el Gimnasio Nataniel, que fuera sede del Mundial 1959, para niños de 11 colegios de la capital.
En el plantel de Petrox también había expectación. Galo Lara tenía 16 años, uno de los más jóvenes. "Con Henry Monks, de mi misma categoría, no lo podíamos creer. No podía dormir los días antes del partido", cuenta el que después fuera el técnico campeón del Sudamericano Sub 17 junto a los Chicos de Oro, en 2017.
El día del partido fue una revolución en Concepción. Jugadores e hinchas de todos lados llegaron al gimnasio, que dos horas antes ya estaba completamente lleno. Un espectáculo nunca antes visto. "No aspirábamos a ese tipo de presentación", comenta Sandro Figueroa, quien estuvo durante casi toda su carrera en Petrox. "Transformaron un gimnasio tradicional en uno de la NBA, con luces, presentadores y todo un cuento que para mi es inolvidable", añade el oriundo de Penco. Hubo hasta cheerleaders animando.
Además de Lara, Figueroa, Viafora, Gallardo, Monks y el brasileño Saraiva, formaban parte del equipo Jorge Soto, Rodrigo Zúñiga, Saúl Guerra, Carlos San Cristóbal, Robert Lagos, Jimmy Sanhueza, Alfredo Aliste y Ernesto Lejeune (Q.E.P.D.).
El inicio fue protocolar. Luego vino la presentación de los jugadores y las ovaciones por separado, siendo Pippen el que más ruido despertó. En el plantel de los norteamericanos hubo dos refuerzos para esa noche. Mack Hilton, estadounidense nacionalizado chileno, y Manuel Herrera, a quien se le homenajeó en el encuentro como una especie de despedida para el que fuera base de la Selección Chilena, que en ese 1994 tenía 42 años y jugaba en Español de Talca sus últimas Dimayor.
Fue un encuentro de dos mundos. Un equipo consolidado aunque más amateur ante profesionales de la mejor liga del mundo. “Sabíamos que eran jugadores sobre los dos metros, no era usual. Le decía a mis compañeros que no hicieran pases de pecho muy largos, que mejor los diéramos de pique para obligarlos a agacharse”, comenta Viafora. “Eran puro músculo, nada de grasa. Me encontraba chico, los miraba hacia arriba”, añade Figueroa.
Con el correr de los minutos el espectáculo se iba desarrollando. Poco importaba el marcador, que de por sí era parejo, pero las jugadas de los estadounidenses iban deslumbrando. Pippen hizo una clavada en los primeros minutos y la audiencia gritó fuerte, en una dinámica que se repetiría más de una vez. Instantes después, la estrella de los Bulls intentó volcarla tras darse un autopase en el tablero. No lo consiguió, pero igual salió con una sonrisa y fue ovacionado. El público chileno estaba ahí para verlo a él. Dejó jugadas de lujo, como otras dos clavadas de espalda al aro. O también cuando se puso a saludar a los niños que estaban en la línea de la cancha, luego de que uno de sus compañeros se cayera sobre ellos. Risas por doquier.
"Uno atacaba y el primero en la defensa de ellos era Pippen. Fue un privilegio que no muchos pueden haber tenido", valora Gallardo, quien estuvo en el quinteto inicial.
Desde la banca lo veía Lara. "No podíamos dimensionar. Los veía que daban pasos gigantes. Todo un espectáculo", dice el actual coach de Stadio Italiano. "En un momento pensé que no entraría, aproveché al máximo cuando me tocó entrar", agrega el que por ese entonces era un joven disputando su primera temporada en Dimayor y que se dio el lujo de anotar nueve puntos, incluso amagando y haciendo pasar de largo a Bob Martin, el más alto de los visitantes.
El encuentro terminó 87-93 para el Nike Team USA, que abandonó la cancha siete segundos antes de que terminara el juego para así evitar la invasión que después se produciría. Todo estaba planeado.
El recuerdo queda para la historia del básquetbol chileno. "El tipo se veía muy sencillo. Pudimos entrenar con ellos y varios compañeros fueron al hotel a sacarse fotos. Pensábamos que Pippen nos iba a marcar la diferencia, pero fue muy caballero", confiesa Gallardo. "Antiguamente era imposible que algún jugador vaya al extranjero, a formarse con un roce diferente. Para nosotros esa fue la vez", expresa Figueroa, a pesar de que su equipo ya había disputado campeonatos sudamericanos.
Finalmente, Scottie Pippen ganó seis anillos de la NBA, estuvo en siete ediciones del Juego de las Estrellas, es considerado por Michael Jordan como su mejor compañero, ganó dos medallas olímpicas, fue parte del primer Dream Team en Barcelona 1992 y, además, jugó en Concepción ante Petrox de Talcahuano.